El pan nuestro de cada día

Por Gerardo Fernández (*)
Especial para ANDigital

Cuando nos encontramos a las puertas de una nueva campaña de siembra de trigo, las perspectivas son desalentadoras. Según diversas consultoras del sector, la intención de siembra  sería entre un 15 a un 20% menor en superficie a la del año pasado, que fue de 4,67 millones de hectáreas, por lo que podría llegar a los 3,7 millones de has, igual área que la implantada en la campaña 1902/1903.

La falta de interés del productor es exclusivamente por motivos económicos. A los niveles de precios actuales y con retenciones del 23%, los números no cierran y se pierde plata.

“Ante cada campaña el productor enfrenta el riesgo climático, el financiero y el económico, es decir el de los márgenes que obtendrá. Este año, la humedad de los suelos no es buena, no existe buen financiamiento y la relación costos-precios da negativa”, señaló David Hughes, presidente de la Asociación Argentina de Trigo (Argentrigo).

Según un informe de la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA), para la nueva campaña hacer trigo en Tres Arroyos, cabecera del triguero sudeste bonaerense, arroja un resultado negativo de 38 dólares por hectárea. Esto si se trabaja en campo alquilado y se logra un rinde de 3.800 kilos, un nivel importante y difícil de lograr teniendo en cuenta los bajos niveles de humedad con que se encuentran los suelos en gran parte de la pampa húmeda.

Ahora bien, con una hipotética rebaja del 23 al 10% en las retenciones, la rentabilidad pasaría a ser de 196 dólares para los propietarios y de U$S87 para el que arrienda –de acuerdo a datos aportados por la consultora Agritrend–, por lo que sólo con una medida de este tipo por parte del gobierno y en forma inmediata, en virtud de la proximidad del inicio de la siembra, se podría alentar a los productores a destinar mayor superficie al cultivo de trigo.

En este marco, la producción triguera 2009/10 se acercaría –siempre y cuando el régimen de lluvias sea normal– a los 8,5 millones de toneladas, cifra similar a los 8,3 millones del año anterior pero muy lejos de los 16,3 millones de toneladas cosechados dos años atrás. El volumen esperado remonta a este cereal –uno de los emblemas de la agricultura argentina– a la misma escala observada más de 20 años atrás, en las campañas 1987/88 (9 millones de toneladas) y 1988/89 (8,54 millones de toneladas).

El mercado interno absorbe entre 4,5 y 5 millones de toneladas, siendo el principal destino las harinas para panificación (70%), pastas (14%), galletitas (8,6%) y otros usos (7%). La exportación de trigo es variable según los años ya que depende del volumen total de la producción. Haciendo cuentas podemos suponer, en el mejor de los casos, que el saldo exportable y, por ende, el que generará divisas para el país, rondaría los 4 millones de toneladas. Brasil, que es el comprador más importante de trigo argentino (llegó a comprar entre 4,5 y 5 millones de toneladas), y alertado por la situación del cultivo en nuestro país, está en búsqueda de otros mercados.

Según el gobierno, la política oficial busca “diversificar” la producción y no depender fundamentalmente del cultivo de soja, pero frente a este escenario se prevé que las ya 17,3 millones de hectáreas implantadas en 2008 (récord para este cultivo), sigan creciendo a costa de los cereales, en este caso el trigo.

La premisa no tendría que ser la de bajar la rentabilidad a los productores de soja, porque las consecuencias ya las vimos y, lo que es peor, las sufrimos, sino que lo que se debería intentar lograr es una mayor rentabilidad en el resto de los cultivos y de las actividades, como la ganadería y la lechería, que se encuentran en situación crítica.

(*) Ingeniero agrónomo UNLP. E-mail: [email protected]