jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3680

Deportes | 15 ago 2018

Correo de lectores

La fabulosa historia del atletismo

Este domingo 12 de agosto murió Mario Abel López, el primer atleta argentino discapacitado en silla de ruedas que surcó nuestros caminos en las competencias de calle.


Con mucho dolor debo comunicarles que este domingo 12 de agosto dejó de existir Mario Abel López. Fue mientras disputaba una competencia de 10 kilómetros organizada por la empresa SatSaid en su ciudad, Bahía Blanca.

Sufrió una descompensación y cuando llegó la ambulancia, ya nada pudieron hacer. Mario había nacido el 6 de septiembre de 1944.

Posiblemente muchos no lo tengan presente. Este hombre fue el primer atleta argentino discapacitado en silla de ruedas que surcó nuestros caminos en las competencias de calle, allá por los años 1989-1990.

A él se le debe la incursión oficial en esos eventos de nuestro país cuando aún nadie lo hacía. En una palabra, fue el precursor de las competencias de discapacitados, en sillas de ruedas.

Mario Abel López no sólo fue el gestor de esa actividad en nuestro país, fue además el motivador con su presencia en la famosa San Silvestre de San Pablo, certamen del que participó por primera vez el 31 de diciembre de 1990. Volvió a correrla el siguiente año y fue dos veces vencedor de esa prueba.

Pero lo más destacable de eso es que a partir de allí la San Silvestre abrió la participación a los atletas discapacitados del mundo, tal como lo hace en los eventos mundiales.

Ese gesto de Mario Abel Lopez fue suficiente para que se abrieran las puertas en todas las competencias de carreras de calle en Sudamérica, tal como se vienen desarrollando desde aquellos años.

Mario Abel Lopez, no se conformó con eso. Un día lo recibí en mis oficinas y me dice “Don Domingo, vengo con una inquietud, y quiero de que me ayude”. Era el año 1992.

Me dice: “necesito que me consiga un contacto en Estados Unidos, quiero ponerme en comunicación con una empresa que desarrolla sillas para corredores discapacitados, aquí no las hay, pero yo puedo desarrollarla”.
Poco tiempo después, con motivo de mi viaje a presenciar la Carrera de La Milla en la 5ª Avenida, hablé con el doctor Andy Rodríguez, en ese momento director médico general de la Maratón de New York.

Así fue que a través del Club de Corredores de New York, llegamos a la gerencia de la empresa que ya fabricaba sillas aerodinámicas para carreras de ruta, se habló con el gerente general de la empresa, le pareció muy buena la idea, nos prometió entrar en contacto con Mario López.

Así fue que a mi regreso Mario ya había recibido una serie de planos para construir un modelo de silla en Argentina.

Tres meses después, había concretado su sueño. Fabricó a su gusto una silla muy especial para competencia.

Nos encontramos varias veces más y sus palabras eran: “don Domingo, me gustaría morir sobre esta silla”. Se refería a la que había fabricado

Domingo Amaisón

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