martes 16 de abril de 2024 - Edición Nº3678

Economía | 8 ago 2013

Analogías

Para Europa devaluar tampoco es la solución

Lo más importante no es el ajuste, sino las condiciones para incrementar la productividad en el futuro. En otras palabras, capitalizar la crisis como una oportunidad para transformar la organización económica y laboral en vistas a maximizar el crecimiento de la productividad.


Análisis del Instituto para el Desarrollo Social Argentino –IDESA-
Especial para ANDigital

Un rasgo común entre los países europeos que actualmente enfrentan una severa crisis es que, desde la creación del euro en 1999, sus costos laborales aumentaron muy por encima de la productividad. Como lo demuestra la experiencia argentina, devaluar (que en estos casos implicaría abandonar el euro) y declarar el default no les va a evitar los costos sociales ni les va a resolver los problemas de falta de competitividad.

El camino correcto –que la Argentina no está siguiendo– es instrumentar las reformas estructurales que induzcan aumentos en la productividad suficientes como para dar sustento al crecimiento de los salarios.

Varios países europeos están en crisis. Grecia, ha sido testigo de intensas protestas tras la aplicación de recortes salariales de los trabajadores públicos y la amenaza de que lo mismo podrá suceder en las jubilaciones y los salarios de las empresas privadas. En España, los sindicatos debieron asumir el compromiso explícito de que los incrementos salariales en los próximos dos años no superarán el 1%. La reverberación social de la crisis obligó al rey a involucrarse en la búsqueda de consensos en torno a las duras medidas de austeridad.

En la búsqueda de los factores que explican esta crisis resulta útil apelar al concepto de costo laboral unitario. Esto es el aumento de los costos laborales (salarios más contribuciones sociales) dividido el aumento de la productividad (es decir, cuanto produce en promedio cada trabajador).

Si el costo laboral unitario se mantiene estable significa que el crecimiento de los salarios y las contribuciones sociales se apoya en mayor producción por trabajador. Por el contrario, un sostenido aumento en el costo laboral unitario pone en evidencia una inconsistencia entre los aumentos de costos laborales que no son acompañados por crecimientos de similar magnitud en la eficiencia productiva.

Desde la creación del Euro en 1999 hasta el año pasado, según estimaciones de la OECD, los costos laborales unitarios, o sea, la brecha entre los costos laborales y la productividad mostraron las siguientes variaciones: 

--) En España, la brecha entre costos laborales y productividad creció el 33%.

--) En Grecia, creció en 30%.

--) En Italia, el crecimiento de esta brecha fue del 24%.

En el marco de la vigencia del Euro, los tres países han tenido aumentos de costos laborales muy superiores al ritmo de crecimiento de su productividad. Similares tendencias se observan en otros países en crisis, como Portugal e Irlanda. En sentido contrario, las estimaciones de la OECD señalan que en Alemania el costo laboral unitario tuvo una variación de apenas el 3%. Es decir, los aumentos de salarios y contribuciones sociales en Alemania fueron a un ritmo muy parecido al aumento de la productividad.

Para incrementar el nivel de vida de la población, es necesario haber invertido previamente en equipamiento, infraestructura, capital humano y tecnología. Con esto, aumenta la producción por trabajador y así es viable el crecimiento de los salarios, sin poner en riesgos la competitividad, y la expansión de los servicios públicos, sin caer en crisis fiscal. El problema no lo origina la regla cambiaria (el euro) sino el sostenimiento de una gran inconsistencia entre producción por trabajador y consumo (privado y público). Mientras que los alemanes se someten rigurosamente a la regla de que para consumir más hay que producir más, los países en crisis aspiran a sostener un nivel de consumo que colisiona con su mediocre organización productiva y laboral.

Frente a la crisis, el plan de austeridad es inevitable. En el corto plazo, y más allá de las ayudas que puedan recibir de otros países, va ser necesario reducir el consumo interno a los límites que impone el nivel de productividad prevaleciente. Pero lo más importante no es el ajuste, sino las condiciones para incrementar la productividad en el futuro. En otras palabras, capitalizar la crisis como una oportunidad para transformar la organización económica y laboral en vistas a maximizar el crecimiento de la productividad.

Un camino alternativo para los países del Euro en crisis sería la “solución” a la argentina. Salvando las distancias, esto implicaría abandonar el euro y, con su propia moneda, volver a tener la posibilidad de devaluar, emitir y dejar de pagar la deuda pública.

Con esto, no evitan el ajuste (como lo demuestra la reducción a casi la mitad en el nivel de salarios y jubilaciones que sufrió la Argentina luego de la mega devaluación del 2002 y que aún en el 2009 no se terminó de recuperar) y tampoco garantiza generar las condiciones para el aumento de la productividad. Muy por el contrario, en un contexto de alta inflación y fuertes discrecionalidades las políticas tienden a ser muy propensas a la generación de nuevos factores de improductividad y condiciones muy adversas para la inversión. 

 

 

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