jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº3659

Economía | 15 dic 2018

Opinión

Macri agota las cartas, los mercados no le creen y la crisis se agrava: ¿Y ahora?

El “show” del G20 se terminó y cae el apoyo a Cambiemos. ¿En cuánto tiempo la brutal recesión inducida por este programa económico es viable para sostener la precaria estabilidad alcanzada?


Por Roberto Feletti (*)

En plena crisis económica, que tuvo su pico en septiembre, Cambiemos desplegó tres objetivos, desplegados en octubre y noviembre, destinados a frenar el vertiginoso impacto del ajuste. Desde esta columna se advirtió que estos ejes eran: la aprobación del Presupuesto Nacional en línea con las metas exigidas por el FMI, que a la vez el organismo multilateral convalidara la ampliación del acuerdo original superado por la crisis y que finalmente la reunión del G20 le proporcionara al presidente Mauricio Macri un “show” de respaldo internacional destinado a fortalecer su imagen interna.

Los tres objetivos fueron cumplidos con éxito y la primavera parece aflojar la tensión del pico de la crisis. No obstante, al menos hasta ahora, los agentes económicos no parecen haber tomado nota del avance oficial. La oferta privada de divisas no ha refluido hacia las arcas del Banco Central y el riesgo país no desciende de los 700 puntos.

Desde la asunción de Guido Sandleris como nuevo titular del Ente Rector, el 26 de septiembre, las reservas internacionales netas del segundo desembolso del FMI (de u$s 5.631 millones) disminuyeron u$s 4.167 millones al 4 de diciembre. Los bonos soberanos continúan operando en serrucho a la baja y con paulatina reducción de volumen, indicando un horizonte de desconfianza sobre la capacidad de pago argentina. Sin un cambio de expectativas que provoque el ingreso relevante de divisas y de ese modo se pueda reducir la tasa de interés a la mitad que la actual, no habrá relajación del duro programa de ajuste monetario y fiscal conocido como “Doble Cero”.

La pregunta del título “¿y ahora?” refiere a cuáles serán las próximas cartas que tiene Macri para convencer a los "mercados" para que traigan los dólares, dado que en los últimos 40 días agotó algunas muy relevantes sin sacar a la economía del escenario tensionante tasa interés/tasa de devaluación. La pregunta que comienza a formularse es cuánto tiempo la brutal recesión inducida por el programa vigente es viable políticamente para sostener la precaria estabilidad alcanzada.

El Banco Central ha eliminado el piso de la tasa de interés y aumentado el valor del dólar tope a partir del cual deberá vender reservas para contenerlo, durante el primer trimestre 2019. Este planteo sin duda apunta a consentir una devaluación acelerada de la moneda en el inicio del año para favorecer el ingreso de divisas por la exportación de granos que comienza en febrero.

Esta señal de Ente Rector sin duda indica que ha descartado el ingreso de “dólares financieros”, que requieren un tipo de cambio más contenido y una certeza de mayor tasa de interés para abalanzarse urgido sobre los “dólares comerciales” de las exportaciones, facilitando su liquidación con un horizonte de tipo de cambio más alto y menor rendimiento financiero.

Este cambio de política financiera y cambiaria ocurrido a principios de diciembre es una clara apuesta a la devaluación como modo de aflojar las restricciones del programa monetario y fiscal. La primavera concluye sin resolución de la crisis y la presión cambiaria, apenas “ralentizada” por el apoyo del FMI, se apresta a retornar.

“No queremos hacer más pronósticos” dijo el presidente Macri, expresando la angustia que embarga al Gobierno por el fracaso de sus apuestas. Cambiemos se diluye entre los imprevisibles dichos de Elisa Carrió, la decisión de Patricia Bullrich de ordenar la política a los tiros, el planteo de María Eugenia Vidal acerca de adelantar las elecciones y abandonar al Presidente a su suerte, y las dudas de los radicales en su relación con la alianza gobernante.

La tensión entre tasa de interés y tasa devaluación amenaza con recalentarse nuevamente-por el giro del BCRA en favor de esta última- y la sensación de volatilidad e incertidumbre absoluta parece ser la marca de la nueva etapa.

El vicepresidente del Banco Central, Gustavo Cañonero, reflejó este escenario con una frase contundente: “El Banco se compromete a controlar lo que puede controlar…”. Notablemente tranquilizador. Menos mal que nadie agregó la tradicional invocación a que ocurra un milagro: “estamos en manos de Dios”.-

(*) Secretario de Economía y Hacienda de La Matanza. Exdiputado nacional del FpV.

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