jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3680

Economía | 3 dic 2019

Opinión

La trampa para Alberto Fernández: el capital de trabajo de las empresas

El plan para reactivar la economía real puede encontrar una traba importante que deja Cambiemos en la cadena productiva, pero no todos le prestan atención. Cuál es y qué se puede hacer.


Por Roberto Feletti (*)

A lo largo de varias columnas intentamos situar la problemática macroeconómica que el gobierno de Cambiemos ha generado sobre el futuro de los argentinos. Desequilibrios externo y fiscal, deuda pública, descontrol de las principales variables de la economía, desmonetización y alto desempleo han sido abordados desde estas líneas dominicales intentando ver, además, el movimiento estructural que Cambiemos ha provocado en la economía argentina, cuya reversión requerirá un notable esfuerzo.

En la presente, analizaremos el problema microeconómico más relevante, capaz de frenar los estímulos monetarios y fiscales a la reactivación económica: la capacidad de distribución y abastecimiento de bienes que tiene el tejido empresario de unidades medianas y de menor porte.

Desde el inicio de la crisis auto infligida de mediados del año pasado, con mayores consecuencias tras el plan de ajuste monetario y fiscal denominado “doble cero”, se advierte una constante preferencia por la liquidez, es decir, por la caja contante y sonante, del tramado empresario en la Argentina. Esta necesidad de mantener niveles de stock bajos y comprar y vender en plazos muy cortos es consecuencia del natural estrangulamiento del capital de giro de las empresas, tanto por la caída del nivel de ventas como por la ausencia de crédito de corto plazo.

El conjunto de empresas medianas y pequeñas suele estar integrado en cadenas de valor, en su gran mayoría con terminales productivas y/o de distribución oligopólicas. Ese hecho implica que dichos agentes económicos imponen plazos de pago, normalmente entre 90 y 120 días, con muy escaso margen para discutir su modificación. Por el contrario, la mayoría de las unidades de negocios debe afrontar sus compras y el pago de sus gastos, como la nómina salarial, de contado o con un máximo de 30 días. Esta fricción o brecha entre el período de cobro de sus ventas y el pago de sus compras tiende a acumular pasivos de corto plazo que no encuentran causes de financiamiento. En una economía estable y con un horizonte de actividad económica sostenido al alza, esta brecha entre cobro y pago, que oscila los 60/90 días, es solventada por los proveedores, que aparecen menos urgidos por la liquidez, y por lo bancos, que otorgan distintas líneas de adelantos de cuenta corriente y/o descuento de instrumentos comerciales. Es decir, facilitan el giro normal del negocio en curso.

En la actualidad, frente a la volatilidad de precios y al encarecimiento, o directamente supresión del crédito, se puede dar la paradoja de que una empresa de porte mediano al aumentar sus ventas, mayor sea su estrangulamiento del movimiento habitual y termine malvendiendo activos de corto plazo para poder sostener el negocio. Por ello, la liquidez inmediata -la caja- se ha vuelto una obsesión en todas las unidades económicas del país.

Un programa de estímulos monetarios y fiscales a la demanda que provoque una fuerte expansión del consumo, medida imprescindible en el arranque del nuevo gobierno, se va a encontrar con empresas temerosas de intervenir activamente en la producción y distribución de bienes, y menos aún a hacerlo a precios estables, si no se resuelve esta problemática de estrangulamiento de capital de trabajo que ha ocasionado por la política de Cambiemos. En paralelo al programa de estabilización de variables en el marco del pacto social, es importante impulsar el desarrollo de un sistema crediticio de corto plazo que sustente el capital de giro de las empresas, sobre todo de aquellas de menor porte. Caso contrario, los efectos benéficos de la reactivación al interior del entramado empresarial serán apropiados por los agentes económicos oligopólicos, dada su mayor capacidad financiera.

En este sentido, hay tres senderos para recorrer:

1) El despliegue de una vastedad de instrumentos representativos de las ventas que sean objeto de respaldo y/o descuento para la obtención de un crédito bancario. Los títulos-valores comerciales, representativos de ventas realizadas, sobre todo a grandes cadenas empresariales, constituyen una promesa de pago segura para el respaldo de un crédito de corto plazo. Sin dudas, un fluido mercado de estos valores disminuiría la dependencia financiera de las empresas pequeñas y medianas de dichos agentes poderosos.

2) El impulso a las sociedades de garantía recíproca y el uso de scoring de calificación de riesgo crediticia, a base del promedio de ventas del último año, facilita mucho el sostenimiento de capital de giro de aquellas empresas con dificultades para afrontar la evaluación de riesgo bancaria.

3) Es central el rol de la banca pública otorgando créditos cuotificables a seis y doce meses que le permita a las empresas calzar sus pagos con sus cobros, sin estrés financiero ni necesidades permanentes de liquidez. Inclusive, es posible ponderar un mayor monto de crédito contra aumento de nómina salarial, como modo de facilitar mejoras en las remuneraciones y/o en la incorporación de nuevo personal.

El estrangulamiento de capital de trabajo que sufren las empresas medianas y/o pequeñas debe ser un tema en la mesa del acuerdo social ya que, de lo contrario, un programa de reactivación puede producir una agudización de esta situación y revertir alguno de sus aspectos benéficos, derivando en una mayor concentración de mercado, donde los agentes económicos poderosos hagan valer su mayor capacidad financiera. –

(*) Secretario de Economía y Hacienda de La Matanza y exdiputado nacional del FpV.

Opinión / La Hora Política 
Nuevo gobierno en un continente en disputa
Lo que pasa en Argentina no es ajeno a las rebeliones populares en Ecuador, Chile y Colombia contra las políticas oligárquicas proimperialistas (cuyo verdadero carácter se encubre con el genérico de “neoliberales”) y contra el golpe de Estado oligárquico imperialista en Bolivia. 
Por Jacinto Roldán
La rebelión de los pueblos
En el último Comité Central del PCR, del 2 y 3 de noviembre, jerarquizamos la situación abierta en las luchas de los pueblos de América Latina en Haití, Ecuador, Chile y las elecciones en Bolivia realizadas el 20 de octubre.
El mundo sigue mostrando una fuerte irrupción de protestas en las calles que enfrentan a los gobiernos en todos los continentes. Y se van profundizando los cambios en la situación en América Latina. El 10 de noviembre se consumó el golpe de Estado fascista de la oligarquía y el imperialismo yanqui en Bolivia, que derrocó a Evo Morales, y se desató una represión salvaje con un alto contenido racista. Pero la heroica lucha de las masas, con centro en El Alto y Cochabamba, obligó a los golpistas en el gobierno usurpador a negociar con las bancadas de diputados y senadores del MAS un llamado a nuevas elecciones y a limitar las atribuciones de las fuerzas represivas, que han dejado un saldo de al menos 30 muertos.
 
En Chile sigue firme la lucha popular. Son alrededor de 50 días con el pueblo en las calles. Ha crecido la organización para enfrentar la feroz represión con escudos, división de tareas, los láseres, los botellones para ahogar las granadas de gas, etc. Se van generalizando las instancias de democracia directa con cabildos abiertos en Valparaíso, en los barrios de Santiago y otros lugares. Se va esbozando un centro coordinador con la creación del Movimiento de Unidad Social con más de 200 organizaciones sindicales, sociales, estudiantiles, originarias, etc. Siguen en curso paros progresivos que son masivos.
 
El paro nacional en Colombia del 19 de noviembre contra las medidas de ajuste y las recetas “fondomonetaristas” fue multitudinario. La primera respuesta del gobierno de Iván Duque fue la represión y el toque de queda en Bogotá. El pueblo siguió en las calles y obligó al gobierno a dar marcha atrás y negociar con los sindicatos. Avanzan las luchas campesinas en Paraguay y en Brasil.
 
 
 
2. El contraataque imperialista
 
El imperialismo yanqui, enemigo tradicional de los pueblos latinoamericanos, desarrolla una ofensiva en la región. Macri no condenó el golpe en Bolivia, ni la represión en Chile y apoyó a Iván Duque en Colombia. Los que jugaron en forma decidida contra al golpe a Evo fueron Alberto Fernández y López Obrador de México. Por gestión de Alberto Fernández y López Obrador, Evo pudo refugiarse en México (no fueron Cuba ni Venezuela las que jugaron. Cuba retiró a los 500 médicos que tenía en Bolivia, como antes en Chile). Alberto Fernández recibió a los hijos de Evo y le ofreció a Evo Morales asilo a partir del 11 de diciembre.
 
El 13 y 14 de noviembre se hizo la reunión del Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) en Brasil; ni China ni Rusia dijeron nada en apoyo a Evo. En esa reunión Xi Jinping firmó acuerdos importantes con Bolsonaro, como la construcción por parte de China de un gran puerto y se avanzó en conversaciones sobre el 5G de Huawei, ante lo cual Trump hizo público su descontento.
 
Rusia apoyó a la presidenta usurpadora Jeanine Añez, porque privilegia tener interlocutores en Bolivia para hablar de negocios como los de Gazprom, empresa de energía que controla Putin, en los yacimientos bolivianos. Para él la institucionalidad es secundaria y la salvaje represión al heroico pueblo de Bolivia también.
 
A la hora de la verdad los imperialistas de China y Rusia antepusieron sus negocios y abandonaron a su suerte a Evo. Gran lección para los que piensan que hay que apoyarse en ellos para enfrentar a los yanquis.
 
 
 
3. Se profundiza la disputa
 
Las rebeliones de masas con millones en las calles profundizan la disputa interimperialista en el mundo y en la región, produciendo cambios en la situación política; y aquí, en Argentina, tampoco está dicho qué puede pasar. Derrotamos a Macri en las calles y en las urnas. Pero la situación de las masas sigue siendo desesperante en medio de una crisis social y económica, y tenemos una sociedad dividida en lo social, en lo político y en lo cultural.
 
Sigue la disputa por la hegemonía en el bloque de las clases dominantes. Los sectores que apoyaron a Macri siguen siendo parte del bloque dominante y no van a regalar sus posiciones. Macri sigue actuando y se posiciona para ser cabeza de la oposición.
 
El nuevo gobierno asume el 10 de diciembre, pero el 7 de diciembre está convocada por Macri una gran movilización para despedir a su gobierno. Será una demostración de fuerza que tiene como objetivo consolidar un polo opositor con él como referente.
 
La nominación de Patricia Bullrich como jefa del PRO y el aumento de salarios a Gendarmería y Prefectura a días de irse también van en ese sentido. Aprendiendo del curso que va tomando la lucha en Chile y Bolivia y de la historia del pueblo argentino es también urgente tomar las medidas necesarias para la preparación del Partido y las masas para ser vanguardia en la lucha contra la represión.
 
Macri se va del gobierno en una semana dejando una herencia de tierra arrasada. Para el FMI la Argentina, sobre 180 países, tiene la tercera inflación del mundo.
 
No es que con la asunción del nuevo gobierno ya están resueltos los problemas. Por un lado el FMI quiere cobrar, los bonistas quieren cobrar, la UIA quiere recuperar terreno, los terratenientes y las cerealeras no quieren que les toquen sus ganancias. Los bancos, las mineras, las petroleras: todos de una u otra forma buscan condicionar al nuevo gobierno que asume el 10 de diciembre. Ahora el presidente yanqui Donald Trump informó que vuelve a arancelar la importación de aluminio y acero de Argentina y Brasil.
 
Por otro lado, creció el hambre y son millones los que quieren resolver sus necesidades básicas, los trabajadores necesitan recuperar salario, los jubilados quieren salir de la miseria, los campesinos y los originarios tienen hambre de tierra para poder producir, etc. Vienen creciendo los despidos y suspensiones no sólo en las pequeñas y medianas empresas sino también en las monopólicas. Pero los cambios en la situación política nacional y regional ayudan a la unidad y protagonismo de las masas para frenarlos, como lo demostraron los trabajadores de Mondelez con su Comisión Interna a la cabeza, unidos con asambleas en los tres turnos y apelando a la solidaridad de todas las fuerzas políticas y sindicales opuestas al macrismo.
 
 
 
4. Asume un nuevo gobierno
 
La situación es delicada, y en esa pelea como planteamos en el informe del Comité Central: “No abandonamos las calles y estamos a la cabeza de la lucha por las necesidades de las masas, con razón, con ventaja y sin sobrepasarnos”.
 
Si peleamos porque la crisis la paguen los que se llenaron los bolsillos no podemos abandonar las calles y quedarnos esperando. La derrota del macrismo en las calles y en las urnas, y el triunfo del Frente de Todos crea mejores condiciones para luchar por resolver, en primer lugar, las emergencias.
 
Venimos estando a la cabeza de las luchas en todo el país impulsando movilizaciones de solidaridad con los pueblos de Bolivia y de Chile. La condena del golpe en Bolivia, la solidaridad con la lucha de los pueblos boliviano, chileno, colombiano, impregnan nuestros movimientos que han avanzado en su politización.
 
Hay diferentes presiones. Por un lado, hay quienes presionan para que pasemos en poner en el blanco a Alberto Fernández. Por otro lado, están las presiones de quienes consideran que somos parte de un gobierno al que “hay que ponerle el hombro”.
 
La situación es muy delicada porque en el actual panorama de América Latina, con la derrota del Frente Amplio en Uruguay y el golpe en Bolivia, la Argentina, con el gobierno de Alberto Fernández, puede quedar aislada. Uruguay y Bolivia fueron los dos únicos países dentro del Mercosur que no hocicaron ante la estrategia de Trump de reconocer a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, apoyándose en el grupo de Lima con Bolsonaro y Macri a la cabeza. El 2 de diciembre el presidente venezolano Nicolás Maduro anunció que entregará 13 mil fusiles a obreros y combatientes y afirmó “queremos que cada fábrica sea un cuartel” para defender a la patria “ante la pretensión de la oligarquía colombiana de generar actos de provocación en nuestra frontera común”.
 
En la gran lucha de Chile y en la heroica resistencia al golpe en Bolivia,  son las masas rebeladas, con su protagonismo, las que han creado una crisis política que está en curso. La dificultad para avanzar en un desenlace a favor de los pueblos es que no aparece hasta ahora una vanguardia capaz de conducir a esas masas a la lucha por el poder.
 
La profundidad de estas luchas, como siempre ha sido en América Latina, repercute en el pueblo de Argentina. Rosendo Fraga, connotado periodista del sistema ha señalado que lo que está pasando en los países vecinos “no está dicho que no va a pasar en Argentina”. La profundidad de la crisis social y económica es muy grande.
 
Si la situación se precipita, el desafío que tenemos es que el Partido Comunista Revolucionario pueda cumplir aquí el papel de vanguardia necesario para avanzar en un camino liberador.
 
Hemos tenido grandes aciertos políticos que nos han hecho acumular fuerzas y crecer. Han crecido el PTP, la CCC y el PCR y su JCR. Hay buenas condiciones para acumular fuerzas en todos los movimientos en que participamos.
 
En la afiliación al PCR y en la pelea por la asimilación jerarquizamos los círculos de lectores del hoy y tenemos que trabajar en todo el país para generalizarlos. Las experiencias hechas muestran que cuando se crean las condiciones para la discusión colectiva, el Partido y su Juventud se hacen habitables para todos los que quieren incorporarse a la lucha por una nueva Argentina.
 
Nosotros seguimos a la cabeza de la lucha para que el pueblo sea protagonista en resolver en primer lugar las emergencias. Desde ahí iremos teniendo en cuenta las medidas del nuevo gobierno y el proceso que van haciendo las masas, escuchando mucho, discutiendo colectivamente, impulsando iniciativas amplias.-

 

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