martes 19 de marzo de 2024 - Edición Nº3650

El Fierro | 19 may 2020

Opinión / La Hora Política

Seguimos la batalla

Mauricio Macri y sus socios, que saquearon el país, quieren usar los fondos del Estado para sostener a sus monopolios, mientras la pandemia castiga a los barrios populares de la CABA y avanza en el Gran Buenos Aires. La semana política por Ricardo Fierro.


La lucha por la vida

“El incremento de los casos de infección del coronavirus tiene que ver con que el virus entró en las barriadas humildes”, advirtió el ministro de Salud, Ginés González García.

En las villas de la Capital Federal el centro de esos contagios es en Retiro y el Bajo Flores, y avanza en todas las villas porteñas. También en las barriadas humildes del Gran Buenos Aires, del Chaco, Córdoba, Santa Fe y otras provincias.

Personajes del macrismo como Marcos Peña, Patricia Bullrich y Miguel Pichetto se burlan de la cuarentena y hacen responsables a los habitantes de los barrios populares de su situación.

Los sufrimientos de los habitantes de estos barrios son enormes. El gobierno tomó medidas positivas de ayuda. Pero son insuficientes frente a las condiciones de vida y el hacinamiento que se agravó por la política del gobierno de Macri.

Como planteó Juan Carlos Alderete dentro del bloque de diputados nacionales del Frente de Todos y denunció públicamente “esto viene para largo, por eso no podemos bajar los brazos”.

Es extraordinario el trabajo del PCR y su JCR, de la CCC, los Cayetanos y demás fuerzas sociales, impulsando los comités de emergencia en provincias y municipios. Principalmente el avance con la organización de los comités de barrios populares, peleando para resolver alimentos, agua potable, elementos de limpieza y de seguridad, lugares de aislamiento y atención de los infectados, testeos, ambulancias, salas sanitarias, etc. Desde esta organización son parte del pueblo que exige que el Estado garantice los fondos necesarios para enfrentar la pandemia.

La batalla en curso frente al coronavirus no se reduce a pobres y ricos, va pasando a ser entre el proletariado, el campesinado pobre y medio y una parte del campo popular que enfrentan de distintas formas a los sectores del bloque dominante que disputan entre ellos la hegemonía.

No a las suspensiones, despidos ni recorte salarial

La pandemia agravó brutalmente la crisis social y económica. Los monopolios imperialistas y latifundistas defienden sus intereses y operan para descargar las crisis sobre el pueblo. Estos sectores, aprovechando los “contratos basura” y el trabajo en negro, impulsan suspensiones, despidos y rebaja de salarios.

Tienen la complicidad de dirigentes sindicales como en la UOM, que aceptaron las suspensiones y la rebaja de salarios a la mitad, y ya han perdido 45.000 puestos de trabajo. Así no, es necesario que se haga cumplir la prohibición de despidos.

Las empresas y el comercio donde se flexibilice la cuarentena deben hacerlo con todos los trabajadores y reduciendo la jornada de trabajo.

Es positivo el plan que estudia el gobierno, de salvataje de las pymes hasta fin de año.

Que paguen las crisis los que la provocaron y se llenaron los bolsillos y no los trabajadores y el pueblo.

Si se subsidia el barril de petróleo a 45 dólares, que sea para garantizar que no haya ni un solo despido en las petroleras ni descuento de salario.

Impuesto a las grandes fortunas

Alberto Fernández se reunió con dirigentes de las organizaciones sociales y anunció un plan de construcción de viviendas y urbanización que crearía 750.000 puestos de trabajo. También, el Presidente se reunió con los curas villeros que plantearon las medidas necesarias para la difícil situación en los barrios en los que trabajamos.

Además, tenemos que abrir la discusión de una ley por tierra, techo y trabajo para todos los que habitan nuestro suelo, que sea bandera de lucha contra el hambre, la desocupación y la pobreza.

Junto con esto está en curso el reclamo popular de un proyecto de ley de impuesto a las grandes fortunas. Esa ley debe ser un primer paso para hacerle pagar la crisis a los que saquearon el país durante el gobierno de Macri. Así se planteó en el Conversatorio virtual en el que participaron Alcira Argumedo (socióloga y diputada mc), Claudio Lozano (economista, director del Banco Nación), Juan Manuel Abal Medina (politólogo y senador mc) y Juan Carlos Alderete (diputado nacional, dirigente del PCR y el PTP), que moderó Elena Hanono (vicepresidenta del PTP y dirigente del PCR).

La disputa interimperialista entre las superpotencias

La pandemia y la crisis económica agravan la disputa interimperialista; la guerra comercial entre Estados Unidos y China se agudiza.

El reciente derrumbe del precio del petróleo golpeó duro a las petroleras yanquis que producen a mayor precio que el mercado mundial. El Estado yanqui invirtió billones de dólares en la búsqueda de su autonomía energética, tomando distancia del conflictivo Medio Oriente. Esta es una razón estratégica por la que Trump disputa con Rusia y China por el control de Venezuela, que tiene la mayor reserva de petróleo del mundo.

China trata de aprovechar el debilitamiento yanqui y la crisis sanitaria y económica de América Latina para profundizar su peso en la región. Viene por las tierras, el litio, el petróleo y las posiciones estratégicas en los pasos interoceánicos y el Atlántico Sur.

Trump acusa a China de ciberataques para robar información sobre vacunas contra el coronavirus. El Senado de Estados Unidos discute una ley que responsabiliza por la pandemia a China.

China bloqueó la venta de “tierras raras”, que tienen minerales estratégicos, a las empresas yanquis Apple, Qualcomm y Boeing. Un informe del Ministerio de Seguridad del Estado de China plantea prepararse para “el peor de los escenarios (…) una confrontación armada entre las dos grandes potencias”.

La revolución es una necesidad

En un mundo convulsionado por la pandemia del coronavirus se agudiza la disputa de las superpotencias EEUU, China y Rusia por su control. Disputa que se expresa en toda América latina y tiñe el curso de la situación política en la Argentina, donde crece la pelea por la hegemonía en el bloque de las clases dominantes.

El centro de la política sigue siendo la emergencia sanitaria con la urgencia de agua, alimentos, elementos de higiene, testeos, lugares de aislamiento, promotores de salud, etc.

Lo central es que se avanza en la organización de comités de emergencia en los barrios junto a las vecinas y vecinos. Crece el protagonismo popular y es una necesidad avanzar en la organización fábrica por fábrica, en la ciudad y el campo.

Tenemos mejores condiciones para avanzar en la organización de intelectuales y profesionales. También para que la JCR avance entre los estudiantes secundarios y los universitarios, generalizando en todo el país las experiencias más avanzadas.

Se avanza en lucha con los que quieren salvar sus fortunas despreocupándose del contagio y la muerte de amplios sectores populares en condiciones vulnerables. Y en lucha también contra ideas sectarias que traban la unidad popular en función de sus intereses políticos.

El PCR y su JCR, el PTP, la CCC, la FNC, y demás organizaciones de frente único en las que participamos, y en el Frente de Todos, peleamos para que el pueblo sea protagonista en la lucha para que todos los recursos de la nación y cada provincia y municipio, se destinen a enfrentar la pandemia y la crisis social.

Valoramos la pelea por la organización de las masas y que con el PCR y su JCR como motor puedan avanzar a través de su propia experiencia a formas superiores de lucha.

El protagonismo popular en las calles y las urnas creó las condiciones para conformar el Frente de Todos y derrotar la política de Macri. Hoy ese protagonismo es la base para derrotar la pandemia, acumulando fuerzas para abrir el camino que acabe con la dependencia, el latifundio oligárquico y el Estado reaccionario que los sostiene. Para construir un nuevo Estado donde los trabajadores, los campesinos y el pueblo decidan qué se produce, cómo se produce y cómo se distribuye lo que se produce.

Sigamos el ejemplo de los patriotas del 25 de Mayo de 1810 y su gloriosa Revolución. Como dijo Manuel Belgrano: ¡Ni amo viejo ni amo nuevo, ningún amo!

(Con la colaboración de Jacinto Roldán)

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