sábado 27 de abril de 2024 - Edición Nº3689

Espectáculos | 11 ago 2013

Por Discovery Channel

La ciencia de escapar y el arte del ingenio llegan de la mano de “El escapista”

En esta nueva serie, Jonathan Goodwin siempre busca la manera de demostrar el arte y la física del escapismo, intentando salir victorioso de las más complejas y extrañas situaciones.


CAPITAL FEDERAL, Julio 16 (ANDigital) La ciencia de escapar y el arte del ingenio ponen a prueba al escapista Jonathan Goodwin, mientras intenta liberarse de las más extrañas e inéditas situaciones, en la nueva serie de Discovery Channel: El escapista. La producción se estrena este viernes 17, a las 21, con episodios transmitidos todas las semanas en el mismo horario.

Atado a una mesa de cocina con un escorpión vivo en su boca o con el cuerpo cubierto de abejas, encerrado en el interior de una caja en lo alto de una lavadora en movimiento, Jonathan siempre busca la manera de demostrar el arte y la física del escapismo, intentando salir victorioso de complejas y extrañas situaciones. Para ello, está siempre acompañado de su mejor amigo y colaborador, Mikey Nelson, y del ingeniero y jefe de construcción, Terry Stroud.

En El escapista, Jonathan se plantea cada escape con una teoría en la mente y un audaz plan para lograr su objetivo. Por ejemplo, para demostrar cómo reacciona el cuerpo humano ante la escasez de movimientos, se encierra en una caja colocada en lo alto de una lavadora en movimiento, con su cuerpo cubierto de 200 mil abejas nerviosas.

Además, para ilustrar cómo los giros y las vueltas afectan al cuerpo humano, Jonathan intenta escaparse del interior de un barril que es empujado colina abajo a 126 revoluciones por minuto. También pone a prueba su habilidad de concentración, mientras lo hacen girar en una silla a velocidades increíbles, para luego caminar sobre montones de cristales rotos.

Finalmente, para explorar la ciencia y el dolor asociado con los proyectiles, Jonathan es encadenado de pie mientras seis cañones que lanzan pelotas de tenis maltratan su cuerpo con pelotas voladoras a una velocidad de 72 kilómetros por hora.

Su destreza para saltar 17 pulgadas de agua, barro y heno desde una altura de algo más de seis metros, también es demostrada; y se transforma en un proyectil humano que es lanzado al aire a casi 20 metros de altura. (ANDigital)  

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