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Espectáculos | 6 feb 2019

Teatro

Dalmaroni en su trinchera

“El desafío es el de siempre: poner una zanahoria delante del espectador y llevarlo de las narices”, resume el destacado dramaturgo en diálogo con ANDigital. El 12 de febrero estrena “Un instante sin Dios”, su primera incursión en el terreno del drama. La obra -que también dirigirá- está protagonizada por Arturo Bonín y Nelson Rueda.


CAPITAL FEDERAL (ANDigital) El thriller teatral del año. Así, con la vara bien alta, el destacado dramaturgo Daniel Dalmaroni se prepara para saltar la frontera de su habitual humor negro y corrosivo con Un instante sin Dios, obra de su autoría que en esta oportunidad también dirigirá.

“Es el primer drama que escribo y a su vez es la primera producción integral del Teatro NÜN, con el plus que tenemos de poder ensayar desde el primer día en la sala en la que se va a estrenar, eso es algo que no tiene precio”, introduce el autor en diálogo con ANDigital, de cara a la presentación inaugural del 12 de febrero en el tablado de Ramírez de Velazco 419.

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Publicada por Un instante sin dios en Viernes, 1 de febrero de 2019

“Cuento con dos actores de primer nivel como Nelson Rueda y Arturo Bonín, además dos excelentes personas, se puede trabajar de una manera muy armoniosa. Tienen un talento y un oficio maravilloso, basta un gesto basta para que te entiendan. Es un placer dirigir esta obra, es un drama pero tiene la estructura de un thriller, constantemente con un suspenso, algo está pasando pero no sabés exactamente qué y mucho menos por qué”, explica.

En este sentido, destaca que “vas develando cosas, hay pistas falsas y no deja de ser un conversatorio, dos personajes en tiempo real (unos 80 minutos), hablando. Obra de diálogo y de pensamiento, con mucha acción dramática y suspenso. Tampoco es una obra de tesis, donde hay dos personajes tirando teorías y punto”.

“El título tiene mucho que ver con la pieza, sin decir demasiado, el personaje de Bonín, un sacerdote de la opción por los pobres, de frontera y el de Rueda, un empresario que viene a ofrecer una importante donación para la misión que podría ayudar mucho a los humildes… pero tiene una condición. A partir de ahí, empieza el disparador de la situación”, adelanta el autor de Burkina Faso y Maté un tipo.

En suma, una inequívoca estructura de thriller en tiempo real que lleva al espectador a preguntarse ¿por qué la violencia de los años 70 en la Argentina se cuela constantemente en esta inesperada confesión que va de los milagros a Santo Tomás de Aquino, el celibato y la caridad, mientras sus protagonistas comparten una “nutritiva sopa pastoral”?

Un instante sin Dios se presentará todos los martes a las 21 horas, con entradas desde 300 pesos, las cuales se pueden reservar vía Alternativa Teatral.

Cuarta pared en tiempos de “¿Está en Netflix?”

Ante la inquietud del bombardeo de opciones, los nuevos hábitos de consumo y la dificultad que experimentan muchos espectadores en poder abstraerse de los dispositivos electrónicos, Dalmaroni subraya que “el desafío es el de siempre: ponerle una zanahoria al espectador delante y llevarlo de las narices. Que le cueste dejar ese atractivo. Si uno logra eso, es más fácil luchar contra las distracciones”.

“La persona que tiene la condición adictiva de no poder apagar un celular, no se lo va a quitar una obra de teatro. Lo siento por él. Hay gente que tiene un vínculo cotidiano y fluido con el celular y otra que tiene condición adictiva”, sentencia.

Perón, perón

Hacia mediados de abril, Dalmaroni presentará en el Instituto Juan Domingo Perón (Austria 2563) su libro Perón vive. Cuatro obras peronistas, acompañado por el referente justicialista Lorenzo Pepe, quien hizo la contratapa de la obra. El acto se repetirá a fin de ese mes en La Plata.

Una de las piezas que incluye el libro editado por CICCUS es la reconocida El secuestro de Isabelita, en tanto que las otras tres son obras que no se conocen. “Tienen que ver con distintos periodos y episodios semi-ficcionales vinculados al peronismo”, resume Daniel.

Colocar el ego

“Hay dramaturgos que tienen cien obras escritas; hay dramaturgos importantes que tienen una docena. El número no tiene mucho que ver. La mía es una buena cantidad de obras, yo no escribo en tamaños acotados, tienen más de una hora, hora y pico. En general, casi todas van siendo estrenadas, eso significa que despierta un interés en elenco y público; a veces se suma la crítica. Es muy complicado medir todo por éxito o fracaso. Todo depende de las pretensiones. No lo desprecio, pero alguna vez me enceguecía la idea de meter una obra no sólo en el circuito de la calle Corrientes, donde he estado, sino en una sala de 800 localidades.

En algún momento era un horizonte, lo cual luego podría juzgarse como fracaso no llegar a eso. No significa no ser ambicioso respecto a la profesión. Sí soy un tipo al que le gusta mejorar, superarse, que una obra de 2019 sea mejor que la del 2018. No significa achancharse o bajar las pretensiones”, reflexiona el creador de Vacas sagradas, Una tragedia argentina y Cuando te mueras del todo.

Y remata: “hay que tener bien colocado el ego. No está mal tener cierto nivel, puede funcionar bien si está en el lugar adecuado, no si es la única prioridad en la vida. La ambición del éxito en términos de pretensiones elevadísimas puede dañar mucho el ego o uno la pega un día y después cree que tiene que mantenerse en esa situación eternamente”. (ANDigital)

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