jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3680

Interés general | 8 mar 2014

Entrevista

Una historia de fe, solidaridad y humildad

El secuestro de Nélida Azucena Sosa de Forti y sus hijos figura en el legajo 4917 de la CONADEP. El caso fue resonante y se ventiló en el Juicio a las Juntas. Hoy, a más de 30 años, el padre Alfonso Naldi lo evoca con emoción.


LA MATANZA-BUENOS AIRES, May 12 (Por Juan Andrés Paulenko, especial para ANDigital) El padre Alfonso Naldi, con sus jóvenes 81 años de vida pasó una vez más por La Matanza y, en la casa del dirigente Carmelo Affatato en Ramos Mejía, mantuvo el jugoso diálogo con este periodista. He aquí la síntesis de  las casi tres horas de charla y café por medio.

“Vine nuevamente a Buenos Aires a visitar amigos, a  entrevistarme con autoridades judiciales, de los Derechos Humanos nacionales y provinciales por el caso Forti”, relató.

El Dr. Alfredo Forti, cirujano de profesión había operado, según dicen, a un paciente observado por los militares en San Miguel de Tucumán.  Desde allí comenzaron las persecuciones y amenazas de muerte. Y viaja como exiliado a Caracas, Venezuela. Una vez instalado, le pide a su familia que lo acompañe  en este país que le brindó ayuda y protección.

El secuestro de Nélida Azucena Sosa de Forti figura en el legajo 4917 de la CONADEP. El caso fue resonante y se ventiló en el Juicio a las Juntas. El 18 de febrero de 1977, Sosa de Forti y sus cinco hijos de entre 8 y 16 años subieron a un avión de Aerolíneas Argentinas. Iban a Venezuela, donde los esperaba el esposo y padre. Ya estaban en sus asientos cuando se requirió a Alfredo Forti (h), entonces de 16 años, en la cabina. Luego llamaron a su madre. Les dijeron que no podían viajar por "problemas de documentación".

Hicieron bajar a los seis del avión. Los esperaban civiles armados, quienes los metieron en dos autos, y les vendaron los ojos antes de llevarlos al Pozo de Quilmes. Nunca llegaron a Caracas. Todos los amigos muy tristes empezamos a trabajar para lograr su liberación, con la autorización del obispo Monseñor Pío Bello. El Padre Naldi decidió viajar urgente a Buenos Aires.

“Recorriendo muchos despachos religiosos, embajadas y solicitando entrevistas con generales y coroneles de las Fuerzas Armadas Argentinas con escasa información, era seguido por los servicios de inteligencia a quienes les preocupaba mi presencia”, señaló el religioso.

Tras siete días de detención ilegal, los hermanos fueron abandonados en Parque Patricios en pijamas, sin ropas, logró ubicarlos en parroquias y en casas de familias de Buenos Aires. No volverían a ver más a su madre, trasladada a Tucumán y vista por última vez en el centro clandestino Arsenales.

“Por gestiones en el Arzobispado de Buenos Aires y en las embajadas de Italia (pues tengo pasaporte italiano), Venezuela y México, logramos conseguir DNI y Pasaportes Argentinos para todos los niños”, agregó, y puntualizó luego: “con  un operativo de muchos rezos y rosarios logramos hacer esos kilómetros que separan Capital Federal del  aeropuerto de Ezeiza en autos con patentes diplomáticas y con una custodia muy especial de policías y  miembros del ejército que deseaban que no saliéramos del país”.

“Había mucha tensión y miedo a no poder abordar el  avión, pero gracias a Dios los chicos pudieron dejar el país”. Alfredito  estudió en Venezuela, y luego en Washington, Relaciones Internacionales. En EE UU inició una causa contra el general Domingo Bussi, jefe de la represión en Tucumán.

Forti hijo, en la actualidad, es Viceministro de Defensa en la Argentina. Sus hermanos también estudiaron en Venezuela y en Estados Unidos.

“Yo conocí el caso estando como sacerdote en Venezuela y viajé a Buenos Aires para luchar por la liberación de estos niños allá por 1977. Me entrevisté con varios obispos que ayudaron a ubicar a los niños y conseguir los documentos y pasaportes con la ayuda de los gobiernos de Italia, Venezuela y México. Pudimos reunir toda esta documentación y viajar a Caracas, lugar donde no iban a ser perseguidos. Los Militares Argentinos ya habían condenado a muerte a toda la familia Forti. Sólo Nélida, que todavía continúa desaparecida, nunca pudo salir de Buenos Aires”.

“En 1985 fui citado por el fiscal Julio Strassera para declarar en el juicio contra las juntas militares. Por mi tarea en beneficio de los Derechos Humanos fui reconocido en actos realizados en Venezuela y Argentina. Pero esta fue una historia de fe, solidaridad y humildad”.

“Como siervo del Señor recuerdo a este caso como el más importante de mi tarea pastoral; también los trabajos realizados desde 1953 en Venezuela con la orden religiosa de los siervos de María, dando clases en el seminario de Higuerote donde fui párroco hasta que en 1975 recalé en San Antonio de los Altos, en la parroquia San Antonio de Padua, donde compartíamos Oración y Eucaristía con una gran comunidad latinoamericana y en especial con exiliados argentinos como el Amigo Carmelo Affatato dirigente de la Central de trabajadores Latinoamericanos (CLAT)”.

“Para finalizar, el padre Alfonso Naldi dejó su mensaje sobre temas políticos y expresó: “los sacerdotes debemos trabajar  con la comunidad. Debemos estar comprometidos con la Palabra del Señor y los temas sociales”.

En la actualidad es párroco en San Benedetto del Quercetto, ubicada a 30 kilómetros de la ciudad de Bologna, Italia, donde trabaja con toda la comunidad y asesora a un grupo denominado `Dios es amor´, que se reúne periódicamente para la reflexión, oración y acción. (ANDigital

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