viernes 19 de abril de 2024 - Edición Nº3681

Interés general | 19 mar 2014

La Plata en el recuerdo

Las Mil Casas

En el corazón de Tolosa, de su estructura original quedan los callejones, no fue preservado como tantas cosas en la ciudad. Lo que tenia pretensiones de ser el primer barrio obrero de América quedó sólo en un sueño.


Por Roberto Abrodos (*)
Especial para ANDigital


Allá perdido entre el progreso quedan aún vestigios de lo que fueron las “Mil Casas” un barrio destinado para viviendas de empleados y ubicado frente a los talleres ferroviarios, entre las calles 522 y 524, y de 3 a 4, lamentablemente de este barrio, de su estructura original quedan sus callejones, no fue preservado como tantas cosas en nuestra ciudad, lo que tenia pretensiones de ser el primer barrio obrero de América quedó sólo en un sueño.

¿Pero ustedes saben que detrás de toda esta obra construida antes de la fundación de La Plata está la mano y la persistencia de una mujer?

De una dama muy bella por cierto, limitada por una sociedad, la de más allá de principios del siglo pasado, en donde una señora de su nivel estaba sólo habilitada para su función natural.

Pero veamos quien era esta señora.

Se trataba de Emma de la Barra que había nacido en Rosario en 1861, hija de Federico de la Barra, político y periodista de destacada actuación que, en aquella Rosario de 1860 que crecía vertiginosamente, reunía noche a noche en su casa una tertulia de personajes brillantes.

Lo cierto es que siendo todavía niña, Emma se trasladó con la familia a Buenos Aires, donde inquieta por naturaleza, continuó desarrollando sus talentos artísticos, encaminados hacia la música y la pintura.

En este medio propicio pudo poner en marcha iniciativas que lograron éxito, como la fundación de la Sociedad Musical Santa Cecilia, la primera escuela profesional de mujeres; la Cruz Roja, que fundó en unión con Elisa Funes de Juárez Celman en las postrimerías del gobierno jaqueado por la revolución de 1890.

En 1893 con Delfina Mitre de Drago organizó la exposición de obras de arte y joyas con fines benéficos, y que permitió admirar las más hermosas expresiones artísticas que había entonces en colecciones privadas.

Como verán no se trataba de gente humilde con las que se codeaba. Casada con su tío paterno Juan de la Barra es allí donde también participa en la importante obra de la construcción  de un barrio en Tolosa al que todos los que pasaban cerca les parecían mil casas en la soledad de la llanura.

Emma proyectó allí una escuela un teatro y una iglesia, pero fracasó económicamente y perdió casi toda su fortuna.

Al enviudar se recluye en lo que se conocía como luto cerrado, como se acostumbraba entonces y da rienda suelta a su inspiración literaria a partir de 1904.

Escribió la novela Stella en pocas semanas con el seudónimo masculino de Cesar Duayen y la dio a la imprenta en forma anónima encargándose de los trámites Julio Llanos, poco después, su segundo marido.

El seudónimo obedecía al hecho de que una mujer escritora era entonces mal vista, pero lo cierto es que el éxito fue inmediato.

Corría el año 1905 y la reducida sociedad de la época comentó el hecho con interés, pues se creía estar en presencia de una novela con personajes reales, por el estilo con que se pintaba un medio que la autora conocía bien.

Llegó a suponerse que Llanos era el responsable del libro, pero, ante el revuelo suscitado, la verdad salió a luz. La crítica literaria fue elogiosa y la primera edición se agotó enseguida. Aquella novela emocionó a varias generaciones y dio a su autora motivo de orgullo y ganancias considerables y tuvo varias ediciones y traducciones.

Entregada de lleno a la tarea literaria, Emma de la Barra publicó en 1906 otra novela, Mecha Iturbe, por cuyos originales la casa Maucci, de Barcelona, pagó 5.000 pesos adelantados por 6 mil ejemplares, hecho insólito en las letras argentinas.

Durante la Primera Guerra Mundial el matrimonio se encontraba en Francia, desde donde Llanos enviaba crónicas al diario La Nación, que alguna vez eran escritas por Emma, tan bien había captado el estilo periodístico que ni se notaba.

De su pluma salio, Eleonora, que apareció en la revista El Hogar bajo la forma de folletín en 1933, y luego como libro. También , “El Manantial”, que allá por 1908 le publicó la Editorial Estrada.

Emma tuvo una larga vida de 86 años y falleció en Buenos Aires en 1947, constantemente a través de su literatura emitió su fina queja con el fin de determinar una ruptura con el papel tradicional de la mujer en la sociedad Argentina.


(*) Creador de La Plata Ciudad Mágica – www.laplatamagica.com.ar 

Conductor de “Noticias de Historia de La Plata”, lunes de 17 a 19 por FM Récord 106.7 y saliendo al mundo a través de www.fmradiorecord.com.ar 

Integrante de la Asociación Amigos del Museo y Archivo Dardo Rocha - www.amigosmuseorocha.com.ar

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