miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº3686

Interés general | 9 mar 2014

Opinión

El periodismo internacional en la red, un invento argentino

Por Julio Torreguitart, especial para ANDigital.


El fenómeno comunicacional de Internet apareció como un reto sobrecogedor para el periodismo del mundo en los ‘90, y dese esa década hasta nuestros días se muestra el permanente esfuerzo que realizaron los medios gráficos más importantes del planeta por sobrevivir y mantener la rentabilidad de sus publicaciones de papel.

Hasta el año 2000 habían surgido sólo algunas organizaciones de periodismo que incursionaban en la comunicación vía ciberespacio, ensayando algunas ideas limitadas, a algunas regiones de EE.UU. y Europa.

Pero lo que pocos conocen es que la primera Asociación de Periodistas de Internet internacional, nació en la Argentina.

En febrero de ese fin de milenio, nació la primera organización internacional de Periodistas de Internet. La iniciativa fue de Julio Carreras (h), periodista argentino, quien colocó en un foro de Internet: Periodismo.com en el mes de enero de 2000.

Pronto recibiría adhesión de Katia Borrás, periodista española trabajando en la Radio Alemana; Carolina Jerez (Unesco, Chile); Miguel Schettino y Julio Torreguitart, de Buenos Aires; Leonardo Sosa, de Jujuy; Rafael Ángel Fernández y Pablo Iglesias, de España; Lucrecia Rotslewicz en Colombia; y Pablo Tasso y Yaret Córdoba en México.

Más tarde se incorporarían importantes periodistas, como Arturo Escandón, chileno, docente de la Universidad y periodista de medios en español de Japón, y Eduardo Blaustein, destacado periodista argentino. También Germán Yanke, por entonces director de la sección Vasca del diario español El Mundo. Leonardo Sosa, periodista de Radio y Televisión en Salta, propuso la creación de una agencia digital de noticias.

La Asociación de Periodistas de Internet (API) nació por la virtual ausencia de organizaciones que pudieran contener las necesidades de los nuevos trabajadores en periodismo. Ya fuera una contención profesional, gremial o simplemente humana.

La ausencia de tales organizaciones estimuló la generalización acelerada de fenómenos de precarización, especialmente entre los más jóvenes, en el marco de proyectos y fantasías empresariales, muchas de ellas naufragadas.

La Asociación nació, entre otras razones, para debatir los problemas específicos de los “periodistas de Internet”. Por iniciativa y contacto personal de Katia Borrás, se creó por entonces un espacio propio en una página de periodismo en Alemania (www.journalismus.com) con el objetivo de establecer vínculos entre periodistas europeos y de habla hispana.

Existió, en el período de duración de la API, una colaboración muy estrecha con el European Journalism Centre (EJC) de Maastricht (Holanda), a través de quienes se recibía regularmente información sobre las convocatorias de seminarios y becas organizados en Europa.

Igualmente con otras organizaciones internacionales de periodistas, como la Fundación para un Nuevo Periodismo, que preside el premio Nobel Gabriel García Márquez, la Asociación de Periodistas de Cataluña, la Unión de Periodistas de Cuba, así como las agencias Prensa Latina, Periodistas Digitales, y varias otras organizaciones que fueron integrándose en la red cada vez más extendida de API.

Quien escribe esta nota tuvo el extraño y singular privilegio de embarcarse en una de las experiencias periodísticas más apasionantes y enriquecedoras de la historia; sólo comparable con la aparición de la televisión. Si bien la API no perduró en el tiempo, por lo dificultoso del aprendizaje y heterogeneidad de sus componentes, en un tubo de ensayo que presentaba un modelo para armar totalmente desconocido para ellos, la inquietud de sus integrantes amplió las fronteras de los conocimientos para muchos colegas del mundo que hoy, no temen a este espacio virtual: lo respetan y lo utilizan como herramienta de trabajo, para ofrecer la información elaborada por profesionales en la materia que permiten a un público cada vez más ávido de noticias, seleccionar las que ofrecen una mayor garantía de credibilidad y respeto por la gente.

Hoy, armados por sus aparatos partidarios o por seguidores a ultranza, los Facebook de los políticos argentinos se han convertido en el símbolo propagandístico de este tiempo. Emulando al flamante presidente de los Estados unidos,  Barack Hussein Obama, la troupe vernácula apuesta sus fichas al medio de más llegada del nuevo milenio: Internet.

Sin embargo, la diferencia esencial con su par del país del norte, es que en la Argentina, donde la red de redes es privativa en los hogares para personas de clase media en su mayoría, limitaría la llegada de los líderes políticos a una pequeña franja privilegiada. Obama, en ese sentido, abarcó un número enorme de lectores y se constituyó en el primer candidato que apostó su juego a la fuerza de los Facebook.

El caso Obama y su campaña por Internet fue incluso estudiado por periodistas de todo el mundo, quienes expusieron en el III Congreso del Foro Internacional de Periodismo Argentino (FOPEA), en la Universidad de Palermo, en el mes de noviembre último.

Pese al denodado esfuerzo que vienen realizando cientos de políticos argentinos en mejorar su presentación de páginas en la red, el desafío más grande para ellos seguirá siendo, tal vez, cómo mejorar la calidad de vida de millones de ciudadanos excluidos del ingreso a la web diariamente, un sistema de información y formación ciudadana que será sin lugar a dudas el arma más eficaz para hacer libres de elección a los pueblos.

Por suerte, la incursión del periodismo en lo que muchos ya llaman el “medio de medios” (video-gráfica-audio), no fue en vano. Los políticos en el mundo ven hoy en la red una oportunidad única para sus aspiraciones, y su presencia en Internet día a día reafirma los derechos de un mundo más comunicado y con mayor posibilidad de elección y diversidad de pensamientos.

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