sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº3682

Interés general | 16 jul 2015

Opinión

Cinco años después de la Ley de Matrimonio Igualitario

Por la Lic. Gilda Palmieri (*)


Ya es tiempo de hacer un análisis y ver cuáles son los efectos sociales luego de que se sancionara por ley la Unión Civil entre Personas del Mismo Sexo, en 2010.

Muchas fueron las opiniones infundadas y delirantes que suscitó el debate en su momento. Revisemos algunos de los argumentos que se oponían a la ley: “Implicaría desnaturalizar el concepto de matrimonio”. Esto quería decir que con la ley se modificaría el significado y lo “alteraría”; ya no sería más, entonces, la unión entre un hombre y una mujer, sino también entre dos hombres o dos mujeres. Y me pregunto, ¿cuál es el problema de tal cuestión si el cambio permite otorgarle más derechos a quienes no los tenían? Como si las palabras no estuviesen vivas y no fuesen moldeadas por la coyuntura.

Otra creencia que sostenían quienes se manifestaban en contra apuntaba a que “le quita credibilidad y solidez al matrimonio”. Esta postura argumentaba que casarse iba a convertirse en un trámite frívolo, poco fiable y creíble, dada la “inestabilidad de las uniones homosexuales”. Pensamiento completamente prejuicioso y carente de toda argumentación seria.

Aparecía también la premisa, que se pronunciaba en oposición, “porque peligra la civilización”, ya que de ser aprobada esta ley la especie humana correría el riesgo de desaparecer, debido a que supuestamente los fines de las uniones homosexuales y del matrimonio, entendido hasta el momento, serían distintos.

“Porque hay base biológica”, enunciación que se apoyaba en la diferencia sexual anatómica y en la “complementariedad”, reflejando la total ignorancia respecto al tema, debido a que la orientación o identidad sexual nada tienen que ver con la genitalidad. El ser humano no es pura biología; está atravesado por la cultura y así modifica la primera.

De igual forma tuvimos que soportar frases como “no hay demanda”, a través de la que sostenían que resultaba “innecesario” cambiar el Código Civil por el bajo porcentaje de homosexuales en la población. Como si otorgarle derechos –que hasta entonces habían sido negados– a un grupo de personas, tuviese que ver con la cantidad, desestimando la existencia de un sujeto que es único en sí mismo.

A esto último se relacionan expresiones tales como “porque al homosexual no le interesa el matrimonio” que, con total certeza y basadas en argumentos arbitrarios y poco sensatos, vociferaban que las uniones de este tipo suelen ser breves e inestables.

Atrocidades como éstas y muchas más resonaban a diario en los distintos medios a poco de sancionarse la ley.

¿Qué podemos decir hoy de todo esto? Transcurrido un tiempo prudencial que amerita dicho análisis, ninguno de estos pensamientos evidentemente falaces se dieron en la realidad. Más que nunca, bien podemos decir, carecen de un sentido serio y convincente frente al asunto.

Ahora bien, existen personas del mismo sexo que quieren casarse y formar una familia, tener hijos y un proyecto en común, y aparece la ley que le da un soporte jurídico a la cuestión. ¿Esto alcanza para que la sociedad acepte situaciones que pertenecen a una minoría? No nos olvidemos que una comunidad está formada por individualidades diversas entre sí.

Ciertamente deben producirse otros hechos para lograrlo; a saber, aquellas producciones sociales que encarnan en lo físico lo simbólico.

Pensemos el caso de las familias homoparentales: ¿Por qué éste sigue siendo un tema de adultos? Si hablamos de objetos físicos que evidencian una realidad en lo concreto, como por ejemplo puede ser un libro, ¿dónde están aquellos que legitiman estas historias en los jardines de infantes, en los colegios, en las librerías? La verdad es que nadie quiere meterse ahí.

Hace años que intento publicar un libro de cuentos infantiles y no he conseguido hacerlo aún. Entiendo que los motivos van más allá de la dificultad propia de cualquier libro a la hora de editarse.

Muchos son los interesados que lo han tenido en sus manos hasta el momento de enterarse efectivamente que estos libros no ingresan a los establecimientos educativos. ¿Es entonces verdadera la aceptación de este tipo de familias si no se ven reflejadas en un objeto tan cotidiano como puede ser un libro?

Hoy puede ser posible el primer libro de cuentos de La Silla Sentada, con temática de familias homoparentales titulado, “Paulina y Juana forman una familia”. El mismo está enfocado a niños de la primera infancia, gracias a la Plataforma de financiamiento colectivo Ideame, en donde en un mes y medio aproximadamente se deberá alcanzar una suma para poder editarse gracias a la preventa del mismo.

Cualquier persona podrá colaborar llevándose un ejemplar a cambio a través de este link http://idea.me/projects/30983/quotla-silla-sentadaquot.

Necesitamos insistir y colaborar con estas producciones, que puedan garantizar la inclusión y equidad en una sociedad. Veremos, entonces, si finalmente logramos superar esta prueba.


(*) Psicoanalista – MN 40233

OPINÁ, DEJÁ TU COMENTARIO:
Más Noticias

NEWSLETTER

Suscríbase a nuestro boletín de noticias