jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3687

Interés general | 7 sep 2017

Entrevista

Revista Hum®, aquella trinchera en plena dictadura

Diego Igal es el autor del libro que da cuenta del derrotero de esta publicación de génesis artesanal que enfrentó la clausura, ridiculizó censores y sobrevivió a los años de plomo. “Desde su cierre, no salieron revistas o productos gráficos originales y de calidad”, dijo ante ANDigital.


CAPITAL FEDERAL (ANDigital) Hum®. Nacimiento, auge y caída de la revista que superó apenas la mediocridad general es la obra de Diego Igal que recopila la historia de la nave insignia de Ediciones de la Urraca, capitaneada por Andrés Cascioli, a quien el autor del libro publicado por Marea cataloga como “el último gran editor”.

Carlos Abrevaya, Aída BortnikAlejandro Dolina, Aquiles Fabregat, Roberto Fontanarrosa, Raúl Fortín, Carlos Garaycochea, Alfredo Grodona White, Gloria Guerrero, Jorge Guinzburg, Eduardo Maicas, Adelina ‘Mona’ Moncalvillo, Carlos Nine, Hugo Paredero y Osvaldo Soriano. son apenas algunos nombres de ese semillero de ilustradores, periodistas y colaboradores que marcaron época y que nunca más trabajaron todos juntos en una misma redacción.

El periodista Diego Igal, luego de años de investigar, recorrer hemerotecas y entrevistar a sus hacedores, proveedores, distribuidores y acreedores, recreó en su libro esos años de creatividad y éxito, pero también su declive y cierre. Algunas precisiones, en diálogo con ANDigital.

-Habla de cómo varios entrevistados fueron descubriendo a Humo®, incluso nos retrotrae a nosotros los lectores a cómo fue nuestro caso particular, pero, ¿cómo se topó usted con la revista? ¿Fue un “flechazo” o algo más gradual?

No tengo un recuerdo puntual ni muy elaborado del comienzo de la relación. Es más, las primeras revistas que recuerdo ver con 12 años en mi casa fueron El Periodista de Buenos Aires, Fierro, o alguna otra de las publicaciones de Ediciones de la Urraca, editora de Hum®.

Sí puedo decir que cuando en 1990 comencé a interesarme más por los medios fue porque ayudé a una amiga en el trabajo de archivo para una tesina sobre el papel de los medios en la dictadura y ahí dimensioné el colaboracionismo de ciertas empresas y la valentía de otras, además de conocer más sobre Rodolfo Walsh y el resto de los colegas desaparecidos.

Aun así, nunca se terminará de tener una idea del papel que tuvo la revista Humor en la dictadura y no alcanzarán mil libros para determinarlo porque fue monumental.

-¿Cómo sistematizó el profuso trabajo de recopilación? No queda etapa sin abarcar…

No lo sistematicé. No queda bien que cuente esto, pero en la investigación cometí muchas torpezas de novato. Mi plan era revisar toda la colección de la revista además de entrevistar a la mayor cantidad de figuras clave. Hice ambas cosas, pero no en el orden que ahora le daría y algunos personajes aportaron poco por el lógico paso del tiempo o razones particulares.

De todos modos, los 21 años de la revista son tan diversos que la historia se puede contar desde muchos puntos de vista: las tiras, los humoristas, los lectores, el staff, los periodistas, las tapas, en fin, muchos más de los que yo metí desordenada y acotadamente y sin mucho contexto ni análisis académico.

-¿A qué obedece que se fueron acabando los directores de medios que ante todo son periodistas? Hoy por hoy, son empresarios y el medio es un apéndice de su portfolio… A la distancia parece más valorable aún lo de Cascioli.

Siempre digo que Cascioli para mí fue el último gran editor. Desde el cierre de la revista o de Ediciones de la Urraca no salieron revistas o productos gráficos originales y de calidad. También se perdió la figura del editor o del tipo con tradición en el periodismo.

Mirás los dueños de los medios actuales y son todas sociedades anónimas o falsos empresarios que están más preocupados por la planilla de Excel, la pauta publicitaria estatal o privada o quedar bien con los poderosos que el producto que hacen.

Cascioli era muy intuitivo, conocía el rubro, sabía detectar talentos, no era egoísta ni le importaban las cuestiones ideológicas, sino hacer productos de calidad y vaya que los hizo.

En cambio, le faltaba alguien al lado que entendieron de negocios o fuera prolijo para evitar las fallas financieras muy básicas que tuvo.

-De aquel humor político corrosivo e idealista al timador derechoso Nik ¿Hay público para todo en el rubro?

Sí, lo que pasa es que hoy tenés humor malo, bueno y muy bueno en todos lados. En internet, en la AM, en la FM, en la tele abierta, en el cable, en un noticiero, en lo de Marcelo Tinelli, en algunos columnistas de diarios, y eso provoca una saturación.

¿Ve en Barcelona a la publicación que quizás recoja algo del legado? Aunque claro, parte clave de Hum® han sido las entrevistas (sobre todo a los artistas prohibidos por la dictadura) y ese formato no está en el quincenario mencionado; aunque sí el compromiso para –por caso- las desapariciones de Jorge Julio López y Luciano Arruga, en contraposición al silencio de grandes medios...

El único punto que Barcelona y Humor comparten es el ataque al discurso de los medios tradicionales. Mientras para Barcelona ese aspecto es la razón de ser, Hum® apeló a eso cuando denunció el papel que habían tenido durante la dictadura (una serie de diez inserts que se llamaba “Miserias de la Prensa en el proceso”) y con un suplemento fugaz llamado “El Amarillo”, que en lo básico atacaba el estilo de Clarín.

Por otro lado, además de la falta de contenidos y secciones que tenía Humor, Barcelona despliega una línea editorial más nihilista, mientras que Hum® fue un férreo defensor de las instituciones democráticas.

-Sin obviar las miserias, a lo largo de su libro da cuenta de una usina de firmas que hasta hoy ejercen el oficio; habla de mojones periodísticos como la inédita denuncia en la prensa argentina a Alfredo Astiz o darle lugar a los hasta entonces desconocidos Redonditos de Ricota o Sumo. Como profesional, ¿se puede quedar con algún hito de la revista?

La revista tuvo varias etapas. Elijo la dorada que fueron los cinco años y medio desde junio de 1978 hasta diciembre de 1983. Luego empieza a declinar, pero por unos años no pierde brillo. Ya con Carlos Menem era una caricatura de sí misma. Una verdadera pena, pero el síntoma de la decadencia general que sufrieron y sufren los medios gráficos no por culpa de los medios digitales, sino por la falta de ideas y la pauperización del periodismo.

* * *

Humo®. Nacimiento, auge y caída de la revista que superó apenas la mediocridad general

Editorial Marea

Cantidad de páginas: 272.-

PVP: $ 345.-.-

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