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Interés general | 16 nov 2017

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Cuando la noche es más oscura, constelar para sanar

Cristina Llaguno, referente mundial en constelaciones familiares, aborda la problemática de los problemas vinculares. En diálogo con ANDigital, ahonda en el póker de secretos con el núcleo cercano: vida, muerte, sexo y dinero y brinda algunos consejos para librarse del lastre de los nunca bien ponderados “mandatos”.


CAPITAL FEDERAL (ANDigital) La referente mundial en constelaciones familiares, Cristina Llaguno, única en la Argentina con el título de Maestra otorgado por la Hellinger Schule, presenta Constelar para sanar, un libro en el que detalla cómo las enfermedades y los problemas vinculares tienen su origen y su sanación en los secretos familiares.

En su obra, publicada por Urano, da cuenta de cómo los secretos nos llevan en un viaje hacia el tiempo. Conocer el contexto en que se desarrolló el secreto es una herramienta que nos ayuda a clarificarnos y comprender que los secretos se actualizan y se instalan en nuestro presente.

Consultada por ANDigital sobre su concepto de “noche oscura del alma”, la abogada, mediadora y negociadora reseñar que se trata de “una metáfora utilizada para describir una fase en la vida espiritual de una persona, marcada por un sentido de soledad y desolación”.

“Se hace referencia en tradiciones espirituales de todo el mundo, pero en particular en el cristianismo. Esto dice Google, y así es, todos en menor o mayor medida atravesamos ese espacio de soledad y desolación, de decirnos ‘no sirvo para nada’; ‘nadie me quiere’; ‘toda mi vida estaré solo/a’, sin embargo, este puede ser un momento vital de crecimiento, expansión y de tomar decisiones que nos pueden llevar al ámbito más luminoso y emocionante de nuestra vida, a la creatividad, al desarrollo de la ternura y a darnos cuenta que aún con miedo, podemos avanzar y crecer”.

En cuanto al camino para develar los secretos familiares, Cristina subraya que “no todos deben ser develados” pero a que “en todas las familias hay secretos”.

“Los secretos tratan de cuatro temas: vida, muerte, sexo y dinero”, introduce, para luego dar cuenta que “se calla un secreto por vergüenza, por revancha, por rencor, por celos... para que aquél al que el secreto afecta no se perjudique o tal vez para eso mismo, perjudicarlo”.

A continuación, explica que “sea como fuere, los secretos ejercen influencia en varias generaciones y si en ese sistema familiar existe la creencia que los hijos vienen a la vida para hacer felices a los padres, seguramente alguien joven, inocente, vulnerable, un niño o joven, repetirán el evento que originó el secreto. Carl Jung decía que se repite para no recordar…”.

“En las familias donde los padres comprenden temprano que traen hijos a la vida para hacerlos felices, son los padres los que resuelven sus asuntos y se hacen cargo de sus decisiones y los hijos no necesitan repetir historias para hacerse cargo de cerrar temas que no les pertenecen, padres felices (auto-realizados y responsables) siempre tendrán hijos felices”, grafica la autora de Constelar para sanar.

Interrogada sobre los síntomas o manifestaciones para darnos cuenta de que nos gobiernan los mandatos, la especialista es categórica: “desafortunadamente no nos damos cuenta. Repetimos mandatos familiares como verdades absolutas y creemos firmemente en ellos al punto de generar conflictos con otros por defender esos mandatos”.

“A veces los mandatos no son explícitos sino ocultos y ello agrega un condimento más a las dinámicas familiares. Todos los miembros de una familia, somos leales a la familia a la que pertenecemos y defendemos con uñas y dientes los mandatos, siempre consideramos que son los otros los equivocados, ello lleva a relaciones difíciles y tormentosas”, puntualiza.

Y asevera: “cuando me doy cuenta que no crezco, que no avanzo, que no puedo resolver con las herramientas que poseo las nuevas circunstancias vitales, que no son las mismas que cuando un mandato fue creado u adoptado, necesito hacer un cambio y lo hago, hacer algo diferente a lo que se espera que haga, entonces tengo mala conciencia y si bien crezco, también siento culpa, y esto me lleva a hacer algo para que la familia me vuelva a considerar parte y me mire con amor como dice Bert Hellinger, por lo tanto en constelaciones hablamos de buena y mala conciencia”.

“Tengo buena conciencia cuando acato y cumplo los mandatos y mala conciencia cuando hago las cosas en forma diferente”, ejemplifica.

Finalmente, pone de relieve que “tener mala conciencia en el sentido hellingueriano del término significa que tomo con amor todo lo recibido de mis padres y ancestros e imaginándomelos les digo ‘por favor, permítanme hacerlo diferente’, no bien o mejor, diferente”. (ANDigital)

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