sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº3682

Panorama Bonaerense | 5 abr 2015

Bitácoras bonaerenses

Primeras bajas y consecuencias de la guerra interna del massismo por la gobernación

A pocos días de haber mandado a negar versiones, Solá anunció que baja su precandidatura y dijo que los “quedan” son De Narváez y Giustozzi. Los miedos y recelos volvieron a irrumpir en el ambiente. Mónica López y Jesús Cariglino aprovechan la pasividad de Semana Santa para analizar sus movimientos.


Las pujas internas de cualquier espacio político siempre dejan secuelas, heridos, bajas y desertores. Es parte del juego, es parte de los riesgos que cada aventura trae. Algunos llegan al podio, otros quedan en el camino. A unos los bajan, otros se bajan solos. Todo depende de qué digan los astros esa semana. La interna del massismo a punto caramelo.

Desde principios de año la pulseada interna del Frente Renovador en la carrera por obtener la precandidatura para la gobernación bonaerense tuvo distintos focos de tensión entre sus protagonistas, algo lógico en un espacio que aglutina muchos caciques y pocos indios, que encima sueñan con los mismos objetivos. El primero en achicar la lista de los anotados por el massismo fue el intendente radical de San Isidro, Gustavo Posse, quien en una fuga paulatina fue uno de los que primero se animó a empezar la diáspora que las huestes de Sergio Massa sufren en la última semana. El cacique radical dejó los miramientos y recelos de los massistas y apuntó a intentar jugar por el Sillón de Dardo Rocha dentro del acuerdo que la UCR y el PRO plasmaron para este periodo electoral. Pero su suerte no fue la que le leyeron en las cartas, ya que en el partido amarrillo pusieron desde un principio muchos reparos a que se plasme una interna entre Posse y María Eugenia Vidal. El adelantado que se quedó varado en otro sendero.

Los que quedaron en competición dentro del massismo fueron Francisco De Narváez, Darío Giustozzi, Felipe Solá, Mónica López y Jesús Cariglino. Es reiterativo, pero válido recordar que el desembarco estrella del “Colorado” y sus millones de pesos fue un factor detonante para la ya caldeada interna que se disputaba por la gobernación. En su mayoría, el resto de los postulantes no ahorró en lanzar duras críticas contra “Alica, alicate”, muchas veces en privado y otras tantas en público. Así, las tensiones empezaron a hacer más en un simple ruido en las oficinas de Massa en Tigre y tras ultimátum públicos y advertencias de portazos, el tigrense tuvo que ordenar a la tropa y, al menos por un momento, desactivar la bomba de tiempo. Cónclaves de contención y promesas en el aire.

La novedad de esta semana que pasó fue el anuncio de Felipe Solá de declinar su precandidatura, con algunos mensajes dejados al pasar. “Mi candidatura no está más, la retiré”, dijo ante los medios quien alguna vez se sentó en el trono de la gobernación bonaerense. Así, como emisario de Tigre dejó las marcas del escenario que puede ser la conclusión a esta novela: “De Narváez y Giustozzi quedaron para la gobernación de Buenos Aires. Es bueno que se achique la lista”, sentenció, mientras López y Cariglino masticaban bronca al leer sus declaraciones reproducidas en medios periodísticos. Los buenos augurios otra vez le jugaron una mala pasada a Solá. Ese espejo narcisista en el que siempre me miró con orgullo se opacó, y su fórmula de “para sobrevivir en política hay que hacerse el boludo” no le dio los frutos esperados. Hasta se sacó su tradicional bigote en un momento de intentar un cambio de imagen, le duró nada, menos de dos semanas. Hace poco más de siete días en esta columna se detallaba que habían surgido versiones de que Solá iba a bajar su candidatura, trascendidos que él mismo mandó a desmentir a los muy pocos operadores políticos que comulgan con su causa. Pero la refutación de esos comentarios no vino sola, ya que trajo acusaciones contra sus rivales internos. “Comenzó un ataque premeditado y sistemático en los medios contra Felipe proveniente de Francisco de Narváez y Darío Giustozzi”, salió a decir públicamente el referente del “felipismo” en Tres de Febrero, Marcelo Colace. Una bomba de humo para distraer.

Las nuevas ambiciones de Solá por volver a entrar en calle 6 no tuvieron buen arranque. Allá por los primeros siete días del mes de febrero, sonriente desde el Teatro Güemes de Mar del Plata diagramó un acto para lanzarse por la gobernación. Fue el primer massista en hacer tanta parafernalia en su postulación, hasta Massa se iba a hacer presente en el evento. Pero la alegría le duró poco: a pocas horas del suceso el reciente incorporado De Narváez se sumó al acto y le robó todos los flashes. Al final, Solá tuvo que comerse la foto de su lanzamiento junto a Massa… y el “Colo”, quien apareció sonriente en la postal. El cielo se tiñó de colorado.

Pero en la política todo tiene su precio, la baja de la precandidatura de Solá no fue gratuita para Massa, aunque tampoco le costó muy cara. Las primeras versiones apuntan que el ahora diputado nacional sería uno de los candidatos massistas para legislador por el Mercosur, un premio consuelo para la carrera política de Solá. Tras su baja, muchos fueron los que recordaron la frase que repetía en la intimidad: “No puedo competir contra la billetera de De Narváez”, decía sonriente, una queja que tiene muchas lecturas. Billetera mata candidatura.

La afirmación de Solá sobre que “De Narváez y Giustozzi quedaron para la gobernación”, obviamente despertaron la sonrisa del exintendente de Almirante Brown. Durante todos estos meses su miedo a no ser “uno de los elegidos” de Massa primero tomó forma en el posible desembarco de Martín Insaurralde y más tarde se hizo realidad con la llegada de De Narváez. Incluso, sus temores hicieron que después de mucho tiempo vuelva a marcar el número telefónico de un viejo amigo y socio político como Florencio Randazzo, para preguntarle “¿cómo está?” y de paso trasladarle algunas de sus ideas políticas. En medio del vendaval que se desató en el massismo antes de la cumbre en San Martín del último sábado, incluso saltaron versiones muy fuertes de que Giustozzi estaba por lo menos abriendo las valijas para emprender otros destinos. Finalmente desde el entorno del actual titular de bloque del Frente Renovador en Diputados Nacionales descartaron esos trascendidos, afirmaron que “confían en las promesas de Massa”, pero dejaron entender -por las dudas- que su límite era que le pidan que baje su candidatura. Esta vez, al preocupado y quisquilloso Giustozzi parece que le sonríen los astros y todo indica que sería uno de los dos precandidatos de Massa que competirán en agosto por la candidatura para la gobernación. El alivio después de las pesadillas.

Los que para nada sonríen con las novedades que dejó Solá son el matrimonio de Alberto Roberti y Mónica López. Esta pareja se olvidó de las viejas rencillas con Giustozzi -su histórico rival de la 3ra Sección Electoral- y apuntaron todos sus cañones a De Narváez y sus laureles de “consentido” de Massa. Después de intentar digerir la novedad, fue la propia diputada bonaerense quien salió a desmentir a Solá: “Sigo siendo precandidata a gobernadora, no tengo más que decir, no adhiero a lo que dijo Felipe porque no lo ha hablado en ese tono con Sergio. No tengo nada en contrario para tomar otra decisión”, dijo en palabras que muestran un grado de sorpresa a lo dicho por el ahora exprecandidato. Pero más allá de la tregua que logró Massa tras la cumbres de Pilar, la Legislatura bonaerense y San Martín, la legisladora provincial ya dejó un aviso sobre cuál podría ser su camino si bajan su postulación: “Si yo me corro y me bajo, me voy con todo lo que puse”, advirtió. Al igual que el caso de Solá, todo tiene su precio, y resta ver si es que finalmente Massa decide bajar la candidatura de López cuál es el consuelo que le ofrece y si es que va a ser satisfactorio para ella y su marido, quien dicho sea de paso y hablando de billeteras, se jacta de haber puesto “mucha plata” en la campaña del tigrense. El escenario más tenso.

Por el lado de Jesús Cariglino, atornillado intendente de Malvinas Argentina desde hace más de una década, las opciones parecen tener mejor visión para su juego. Desde hace meses este viejo barón del Conurbano mantiene conversaciones con el PRO y hasta se reunió Emilio Monzó, armador bonaerense de Mauricio Macri. Cariglino hace gala de su actuar como un verdadero pope del Gran Buenos Aires, arma sin “pedir permiso”, pega faltazos a las cumbres que convoca Massa y hasta confiesa ante los medios periodísticos que habla de vez en cuando por el teléfono amarrillo. Tras el reordenamiento que Massa intento hacer la penúltima semana de marzo, el alcalde bonaerense aflojó en su rebeldía y asistió a eventos massistas, posó para las fotos y hasta le tiró flores al tigrense. De algún modo ratificó su pertenencia a la tropa massista, las palabras que Solá dispersó sobre el campo de batalla no le afectaron tanto, pero sí hicieron que no guarde el papiro que contiene su Plan B. De todas formas, al igual que López, en los días de más tensión mandó a su hermano, el también senador bonaerense Roque Cariglino, a dejar su ultimátum: “Nosotros somos parte del Frente Renovador, lo único que queremos es que nos dejen competir, nada más. Si nos cierran la puerta nos vamos”. El sendero amarrillo de fuga en la mira.

La baja de Solá no sirvió para descomprimir la caldeada interna que vive el massismo en la carrera por la gobernación, sino sólo para reducir el número de anotados. Las cumbres que encabezó el propio Massa sólo le dieron tiempo para intentar negociar otras salidas. Desde Tigre mismo dejaron trascender que la idea del líder del Frente Renovador es ir “con 2 formulas”. Quedan cuatro candidatos. En los pasillos de Tigre, la política bonaerense y el periodismo se sabe que De Narváez tiene un lugar asegurado. Según Solá el otro sería para Giustozzi, pero no se sabe con certeza aún. De todos modos, dos van a quedar en el camino. Habrán dos heridos que pueden aceptar las condiciones de oferta y tragarse tranquilos la baja de sus candidaturas, o pueden hacer tambalear más el tablero del massismo, que ya está bastante agitado en las últimas semanas.-

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