viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3688

Panorama Bonaerense | 19 jul 2015

Bitácoras bonaerenses

El naranja sciolista colorea al kirchnerismo

La campaña presidencial de Daniel Scioli y Carlos Zannini va mostrando una mezcla de rasgos K e impronta sciolista. Una convivencia, por ahora pacífica, que apunta a ganar las elecciones de octubre. ¿Si el Gobernador es presidente, podrán convivir estas dos formas de hacer política?


Desde que Cristina Fernández de Kirchner ungió a Daniel Scioli como el candidato presidencial único del Frente para la Victoria, convirtiéndolo así en su heredero, contra todo pronóstico y para amargura interna de muchos ultra K, el kirchnerismo empezó un proceso de “sciolización” que, si el Gobernador bonaerense lograse ser presidente, seguramente se acentuará. La designación de Carlos 'Chino' Zannini como candidato a vicepresidente a cargo de la Presidenta, se sabe, fue un recurso para –en un futuro– “poder” controlar a Scioli y “cuidar los logros obtenidos”. Pero, al mismo tiempo, como en la gestación de un nuevo proceso político, la propia CFK sabe que el sciolismo tendrá su propia impronta y tiene serias chances de consolidarse como una nueva y hegemónica vertiente del peronismo, como sucedió con el kirchnerismo. Todo esto, claro, si es que el FpV logra ganar las elecciones generales de octubre, algo que por estas horas distintas encuestas muestran que puede ser posible, incluso sin llegar a una segunda vuelta. El sendero naranja se despeja.

Kirchnerismo y sciolismo no son lo mismo. Pueden compartir mismas visiones respecto a formas de llevar adelante la economía de un Estado, por ejemplo, pero en la forma de hacer política, de manejar la militancia, de plantear sus batallas y del armado territorial, son distintos, esos detalles ya son por demás conocidos y visibles. Hacia finales del año pasado, desde el sciolismo ajustaron su alineación con la Casa Rosada y se enfocaron en modificar su discurso. Dejaron de lado su consigna “continuidad con cambios”, para sencillamente mostrarse como la “continuidad” de la etapa de 12 años de kirchnerismo. Esa kirchnerización los ayudó a facilitar la bendición de Cristina y el encolumnamiento de la militancia ultra K detrás de su candidatura. En los planes de CFK y su plana mayor, será La Cámpora quien resguarde esas “conquistas” logradas por el kirchnerismo durante los próximos 4 años del nuevo presidente, para en 2019 poder volver al gobierno. Planes a mediano y largo plazo.

Mientras tanto, el presente nos muestra algo que quizá un año atrás sencillamente hubiera sido fantasía. La consigna de campaña “Scioli para la Victoria” fue la primera muestra de apropiación que el sciolismo –como todo heredero reconocido– hizo del conjunto de políticas del kirchnerismo. Luego, salvo algunas disidencias, el resto de la militancia kirchnerista se enfiló con Scioli, sustentado en el consuelo de tener a Zannini en la boleta. Los intendentes bonaerenses y los gobernadores provinciales, salvo mínimas excepciones, viraron rápidamente y ya profesan la religión naranja. El dato anecdótico de este cambio es cómo Julián Domínguez y Fernando Espinoza, una de las fórmulas por la Gobernación bonaerense, no dudaron en plasmar el color naranja en su boleta para la PASO del 9 de agosto. El chacabuquense –el más kirchnerista de este binomio– olvidó algunas críticas duras que le propinó a Scioli en el pasado y se aminó rápidamente a posar con una corbata naranja. Por su parte el matancero, sciolista confeso, exageró la nueva impronta y se mostró con un llamativo y resplandeciente pullover naranja. Reseteo y cambio de chips.

Esta semana que pasó Scioli y Zannini lanzaron formalmente su campaña en la denominada Cena del “Círculo Celeste y Blanco” realizada en Costa Salguero. El evento tuvo la intención de recaudar fondos para la campaña –muy al estilo estadounidense– con un valor del cubierto de $ 10 mil para los empresarios que quieran optar por ese binomio, y vaya si consiguió resultados positivos, ya que según informaron las fuentes del sciolismo se recaudaron $ 35 millones. Más allá del propósito de aumentar las arcas para la campaña, el dato es la impronta sciolista que se le dio al evento, del cual los principales actores del kirchnerismo no dudaron en adaptarse. Todo el glamour sciolista se desplegó en la cena que congregó a famosos, deportistas, artistas, legisladores, gremialistas y 3.200 empresarios. Entre ellos, kirchneristas puros como como Eduardo 'Wado' De Pedro y Andrés 'Cuervo' Larroque, se mezclaron con el resto de los invitados. En la entrada a los salones 2 y 3 del lugar se dispuso una larga pasarela con banners azules y gigantes “dedos en V” con la leyenda “Scioli-Zannini Para la Victoria”. Un pasillo que sirvió para que desfilasen las figuras de la noche, posasen, se sacasen fotos e hicieran notas con distintos medios periodísticos, similar a una entrega de premios de algún gran evento deportivo o cinematográfico. De la farándula sciolista se pudo ver a al exluchador de kickboxing Jorge 'Acero' Cali; al exfutbolista, y precandidato a intendente de San Miguel, Carlos 'Chino' Tapia; al corredor Marquitos Di Palma; al nadador cordobés José Meolans,y al bailarín Iñaki Urlezaga. Para coronar la velada, la musicalización estuvo a cargo de Los Pimpinela, junto al Coro Kennedy, y Nacha Guevara, quien cantó “No llores por mí Argentina”. La animación estuvo a cargo del periodista Oscar González Oro, quien admitió su simpatía por la candidatura de Scioli, pero también son conocidas sus profundas críticas al kirchnerismo y a la figura de Cristina. El sciolismo empieza a colorear al kirchnerismo. Hasta la titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, tras manifestar una y otra vez sus críticas agudas hacia Scioli, bajó los decibeles: “Me vino a saludar Scioli, a decirme que quiere hablar conmigo. Menos casarme con él, algunas cosas podemos conversar, así que vamos a ver. Después les voy a contar”, aseguró Bonafini luego de compartir con el mandatario provincial una cena homenaje al presidente de Bolivia, Evo Morales. El crecimiento de la “Ola Naranja”.

El candidato del kirchnerismo y de Cristina es Daniel Scioli, por una realidad y pragmatismo político. Es quien mejor mide en las encuestas y quien tiene serias chances de ganar en primera vuelta. Lo nombró su heredero, aún con el riesgo de que la lealtad sciolista se termine a los dos meses, si es que Scioli logra llegar a la Presidencia. Pero apuesta a poder controlarlo, a que sea su Dmitri Medvédev o, algo más cerca desde lo geográfico, su Marcelo Torcuato de Alvear. La deuda interna del kirchnerismo es no haber concebido un candidato puro para estas presidenciales. Ahí está el sciolismo, coloreando de naranja al kirchnerismo. Con su impronta, con sus diferencias, con sus particularidades. Muchos agregan que “sin ideología profunda”. Durante los casi 12 años de la etapa K, Scioli prefirió evitar profundizar y armar la formación del sciolismo. Prefirió ser parte del kirchnerismo. Pero si es que llega a la Presidencia, ya son varios los que vislumbran la consolidación de un nuevo “ismo” en el FpV, sujetado por los pilares del peronismo del Partido Justicialista. Esa será una historia que habrá que esperar para vivirla. Mientras tanto, el color naranja empieza a matizar al kirchnerismo.

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