jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3687

Panorama Bonaerense | 31 ago 2015

Bitácoras bonaerenses

Tucumán, teatro de operaciones de la política argentina

Los acontecimientos desatados en esa provincia han modificado el escenario electoral de cara a octubre y la lupa ahora se posa sobre el sistema electoral. El juego peligroso de las estrategias de coyunturas.


La vorágine a la que está acostumbrada la política argentina ha girado nuevamente su foco de atención hacia otro tema de mayor “trascendencia”. Presos de las contingencias y de los oportunismos presentados la clase política argentina ha centrado todos sus en los últimos acontecimientos ocurridos en las elecciones a gobernador de Tucumán. En primer lugar, cabe destacar que la quema de esas 42 urnas y la represión injustificada que se dio antes las marchas son completamente repudiables desde cualquier punto que se mire. La quema de 42 urnas, 20 unas, 10 urnas, una urna o un sobre de votación, es simplemente atentar contra la democracia que tanto nos costó recuperar. La concordancia general.

Sin embargo, el caso tucumano nuevamente nos nuestra como la clase política argentina disputa sus aspiraciones electorales en un nuevo teatro de operaciones. Las denuncias de “fraude” que José Cano exclamó por todos los medios y las marchas realizadas en esa provincia lograron algo que ni los sectores concentrados, ni las corporaciones mediáticas lograron: mostrar juntos en una postal a casi la totalidad de la oposición. Juntos, conjugados, desconfiados y cada uno pensando en hacer su propio juego, los candidatos presidenciales Mauricio Macri, Sergio Massa, Margarita Stolbizer realizaron una conferencia de prensa junto a Cano para pedir “transparencia” en los comicios electorales, sobre todo en las generales de octubre. También posó Ernesto Sanz -perdedor por lejos en la interna de Cambiemos- quien se coló en la foto que repercutió en todos los medios periodísticos. Así, con tácticas distintas gran parte de la oposición actuó en conjunto contra su “enemigo común”. Una foto, distintos intereses.

Macri, pensando en sacar el mejor rédito político de la situación, teniendo en cuenta que salió segundo en las PASO atrás de Scioli y es quien tiene las mejores chances de lograr llegar a un ballotaje contra el candidato del FpV y hasta coronarse como el próximo presidente, no focalizó tanto en los pedidos urgentes de cambio del sistema de votación y en lo posible trató de cuidarse que las críticas no caigan contra quien por ahora ganó las elecciones tucumanas: Juan José Manzur. Sus pedidos apuntaron contra el gobierno nacional. Por su parte, Massa, quien en sus noches en Tigre sueña con ser el segundo en las elecciones de octubre y fantasear con llegar a una segunda vuelta desplegó toda su artillería discursiva y profundizó sus pedidos de cambios radicales en el sistema electoral argentino. Pese a esta postal, tanto el líder del PRO como el del Frente Renovador descartaron que esa foto se traduzca en un acuerdo electoral. En lo concreto, surgieron los pedidos de apertura de urnas, boleta única y voto electrónico. Objetivos distintos en el horizonte.

De esa postal opositora, la gran ausente, pese a que también denunció “fraude” a viva voz fue el Frente de Izquierda. En diálogo con el programa Superlógico, emitido por Keops FM 90.1 de La Plata, su referente y candidato a gobernador bonaerense, Néstor Pitrola, desplegó un interesante análisis sobre la foto de la oposición: “El rédito es a favor de Macri. Han demostrado que finalmente toda son colectoras de Macri. Se han reunido, lo cual es favorable para el que está mejor posicionado, por lejos, de los cinco que se reunieron ahí”. En ese sentido, el dirigente de izquierda apuntó: “Reclamamos nuevas elecciones en Tucumán sin sistema de acople, de manera de reparar de inmediato un hecho probadamente fraudulento. Además estamos reclamando la apertura de urnas que corresponden a la provincia de Buenos Aires y que corresponden a cada localidad”. La izquierda también tiene su voz.

Desde el bunker de campaña en la sede del Banco Provincia en Capital Federal, Scioli observó desde un principio los hechos desatados en Tucumán. Mientras fumaba uno de sus habituales cigarros, que lo hace siempre en privado, el gobernador salió rápido de reflejos a intentar polarizar con Macri y plantar la idea de que Manzur ya era el gobernador electo de esa provincia. Así, el lunes pasado el candidato a presidente del FpV le pidió a su rival del PRO que “reconozca la derrota en Tucumán” y a la oposición “respetar la voluntad popular”. Pero las horas posteriores mostraron como sectores de la población tucumana se manifestaban frente al palacio de gobierno local. Los incidentes y la represión siguiente cambiaron la tensión sobre ese escenario. La oposición vio que el tablero se inclinó a su favor y que el escenario ya no era simplemente de un cruce discursivo. Así, la estrategia de Scioli tuvo que variar y radicalizarse más. El sueño de la oposición se proyectaba en Tucumán, la posibilidad de encerrar a Scioli y darle un golpe certero a sus aspiraciones presidenciales mostraba una mediana puerta. Como contraofensiva, el gobernador bonaerense y su tropa salieron con todas sus armas a responder a la foto opositora. Se cuidaron de no “levantarle el precio a nadie” y continuaron con su plan de sólo polarizar con Macri. Respuestas sobre la contingencia de los hechos.

Scioli en persona acusó a Macri de “arengar” para que se desate la violencia en Tucumán. Más duro, su jefe de Gabinete, Alberto Pérez, no ahorró palabras y apuntó: “Los votantes de Stolbizer y Massa, deberían repensar su voto al ver a sus dirigentes ser furgón de cola de Macri y de esta estrategia de Jaime Durán Barba”. Transformado en un centurión, Pérez afinó su espada y dijo que la “oposición denuncia irregularidades y fraude con cualquier tipo de sistema: en Salta con boleta electrónica, en Santa Fe con boleta única, y ahora en Tucumán con el sistema tradicional”. “Quieren deslegitimar el sistema electoral, porque están seguros que pierden”, destacó. Encolumnados a ese discurso, distintos legionarios sciolistas salieron a replicar esas acusaciones. Uno de ellos, el ministro de Asuntos Agrarios bonaerense, Alejandro “Topo” Rodríguez descargó más artillería pesada: “La oposición es furgón de cola de la derecha conservadora y le están haciendo el juego a Macri”. En conjunto, el sciolismo apuntó a dos objetivos: polarizar con Macri y chicanear a Massa y a Stolbizer por la foto conjunta, y posicionar a Manzur en lo discursivo como el “Gobernador electo de Tucumán”. La táctica sin perder la estrategia.

El que descargo todo su despliegue operativo sobre el escenario tucumano fue Sergio Massa. Quien no dejó pasar grabador periodístico para pedir por el voto electrónico, pedido que surgió de la foto de la oposición, pero que quedó sujeto a revisión. Sin embargo, el tigrense, ansioso de cara a octubre, mandó a su tropa a confeccionar pedidos y proyectos de ley para que ese sistema pueda ser usado en las generales de octubre. Incluso, el tigrense propuso “alquilar máquinas del voto electrónico de Brasil” y hasta envió cartas, al estilo tradicional, a todos sus rivales (Scioli, Macri, Stolbizer, Nicolás del Caño y Adolfo Rodríguez Saá para acordar sobre la implementación de este sistema de votación. Para eso, en el territorio bonaerense encomendó a su cuñado, el senador Sebastián Galmarini. “Tenemos que usar el voto electrónico en octubre”, dijo el legislador bonaerense en las gacetillas de prensa enviadas. El coro massista en su mejor función.

Sin embargo, a diferencia de Massa, Galmarini no piensa en alquilar máquinas a Brasil, sino más bien en cubrir parte de lo que en realidad es el voto electrónico. “La lapicera electrónica, o smart-pen, nos permitiría incorporar tecnología para la etapa final del proceso, para la transmisión de datos. Además, para implementarlo no es necesario modificar la legislación vigente y no hace falta capacitar al electorado”, aseguró el senador bonaerense. Así mismo, consultado por la boleta única electrónica, Galmarini opinó que su implementación “es difícil”, porque “se necesitan cubrir unas 90 mil mesas en todo el país y para producir las 7.500 utilizadas en las elecciones de la Ciudad de Buenos Aires fueron necesarios varios meses de trabajo”. Mismo color político, distinto método.

Surgen varios datos curiosos sobre el teatro de operaciones sobre Tucumán. El primero y más preocupante es el peligroso juego de sobre criticar el actual sistema de votación, ya que los márgenes para que esa críticas salpiquen al proceso democrático son muy delgados. Si bien en estos tiempos se mantiene en gran porcentaje la conciencia civil de efectuar el voto, en general gran parte de la población descree de la validez de su voto y hasta muchos simplemente van a votar porque es una “obligación”. Los oportunismos políticos a veces pueden ser peligrosos y los objetivos de coyuntura pueden dejar una herida más severa. En segundo lugar, irrumpió con más fuerza un discurso por parte de los editorialistas de las grandes corporaciones mediáticas de deslegitimación del sistema de votación y hasta incluso muchos, alertados, pusieron mantos de duda ante un eventual triunfo de Scioli en octubre y desplegaron curiosas frases como que sería “un triunfo deslegitimado” por los fantamas de “fraude”. En tercer lugar, la oposición nuevamente cayó presa de las directrices de los sectores de poder y de las contingencias político-sociales. Si bien se puede coincidir en que hay que actualizar el sistema de votación en Argentina, se sabe también que es un proceso que no se va a implementar para las elecciones de octubre, si es que realmente se quiere hacerlo en serio. Bajo ese mismo escenario, las opciones sobre la mesa- voto electrónico y/o boleta única- ya fueron utilizados en elecciones provinciales y ahí sectores de la oposición también denunciaron “fraude”. Entonces, si realmente se quiere discutir con seriedad el cambio del sistema electoral, como se saldan esas denuncias, cuando presuntamente esos son los sistemas que garantizan la transparencia. O es que se puede pensar que más allá de las falencias del actual sistema y las avivadas de muchos sobre el terreno electoral, estas postulaciones no son más que declaraciones de oportunismo. Un diagnóstico sobre la situación.

Surge otro dato más interesante aún. La semana pasada Felipe Solá denunció por todos los medios que le “afanaron” 192 mil votos en el tramo por la Gobernación bonaerense de las PASO, nada más y nada menos. Incluso dijo que en varias mesas tenía “cero votos” y destacó que sólo el robo había sido en el tramo de su boleta y no en la de presidente o legisladores. Lo curioso sobre este hecho es que los ecos no retumbaron sobre el escenario electoral, cuestión llamativa ya que se puso en tela de juicio la transparencia del escenario electoral más importante del país: la provincia de Buenos Aires. Al contrario, Solá recibió mínimos apoyos y solidaridades. Incluso, desde el propio Frente Renovador salieron a cuestionar sus denuncias de “fraude” y a decirle que “no manche” el trabajo de los fiscales massistas. A diferencia del caso bonaerense, en Tucumán hubo movilizaciones masivas y al parecer fue ese factor el que hizo que casi toda la oposición en su conjunto se alertara por las falencias del actual sistema electoral. Solá no tuvo la misma suerte.

La Argentina vivió etapas oscuras en su vida republicana. La democracia fue manchada y hasta hecha prisionera muchas veces (demasiadas). Es fundamental que la responsabilidad democrática sea bandera en primer lugar de la clase política quien aspira a conducir los destinos del país. Los debates, las ideas, las críticas y sugerencias sobre cualquier modificación es pos de las búsqueda de una mejor calidad en cualquier tema son valederos, pero no si tan solo son utilizados para sacar un rédito político de oportunismo.-

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