jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3680

Panorama Bonaerense | 24 jul 2016

Bitácoras bonaerenses

Radicales, PRO, Vidal y los dilemas de una frágil coexistencia

Desde el Comité bonaerense de la UCR salieron a cuestionar las “decisiones inconsultas” de Vidal al sumar peronistas a Cambiemos. Surge una nueva interna radical. El vicegobernador empieza su armado. Se vienen las elecciones del radicalismo.


Lejos quedó la euforia de haber ganado la elección y haber destronado al peronismo después de 28 años de hegemonía. En un rincón, un álbum de recuerdos polvoriento desliza que el radicalismo se mostró triunfante en las elecciones bonaerenses del 2015. El sueño radical terminó rápido, la realidad no fue la que pensaron muchos boinas blancas y los laureles de la fórmula María Eugenia Vidal-Daniel Salvador, no serían del todo auspiciosas para el partido centenario. Los deseos de contar con varios ministerios bonaerenses comandados por radicales duraron menos que el destello de un fósforo. En tiempos que “Mariu” empezó a armar su gabinete, pocos o casi ninguno eran los nombres de la UCR que eran tomados en cuenta. El malestar ya era un sentimiento común en muchos correligionarios que vienen de andar años en la política bonaerense, tanto en la Legislatura, como en los municipios. En vano, intentaron por todos los medios lograr poner uno de los suyos al frente del Ministerio de Salud. Vidal bochó a los postulantes radicales -dicen- después de haberles tomado examen, cual maestra de escuela secundaria. Al final, llegó Zulma Ortiz, actualmente la ministra más renunciada del Gabinete de la gobernadora, y también la más cuestionada adentro y afuera del oficialismo. Antecedentes de un descontento.

El tiempo pasó, muchos radicales tuvieron que masticar su bronca e incluso sepultar la idea de tener un bloque propio de la UCR en Diputados y Senadores. Aceptaron ser parte de la bancada integrada de Cambiemos. Pero esas sensaciones molestas, esos fantasmas de ninguneo, volvieron a hacerse presentes cuando MEV selló del pase de dos peronistas a las filas del oficialismo. El intendente de Azul, Hernán Bertellys, de poco peso y reconocimiento en el FpV, quien a las pocas semanas de asumir anotó su nombre en el libro de pases, es uno de los que ahora navegan en las costas amarrillas. Otro, como el alcalde de San Nicolás, Ismael Passaglia, con influencia en la 2da Sección, pero amante del juego a dos puntas. Pero la gota que rebalsó la paciencia de muchos correligionarios fue la incorporación del intendente de San Miguel, Joaquín De la Torre, exintegrante de la llamada “mesa chica” del massismo, quien arribó con un jugoso premio: desembarcar en el Ministerio de Producción. Dato no menor, esa cartera es comandada aún por Jorge Elustondo, el único radical que compone el Gabinete de la gobernadora y que tuvo que conformarse con aceptar resignado dirigir un Ministerio de Ciencia y Tecnología creado para intentar despejar su desplazamiento. La bronca estalló, varias voces radicales bramaron la palabra “destrato” y apuntaron sus miradas de enojo hacia el vicegobernador. “Salvador tendrá que dar explicaciones”, dijo un legislador radical indignado con la movida. El enojo reflotado.

Así, esta semana que pasó, en un duro comunicado el Comité de la UCR bonaerense que preside Raúl Alfonsín apuntó sus cañones. El radicalismo bonaerense aclaró que “no se opone a la incorporación de fuerzas sociales o políticas al frente Cambiemos”, pero sí “el hecho de que el PRO tome decisiones que afectan la composición de Cambiemos de manera inconsulta y sin la debida participación del resto de las fuerzas”. En palabras más duras y claras con el malestar que sienten, reclamó “un trato considerado y respetuoso”. Pero curiosamente, esas sensaciones no fueron replicadas por lo que ahora se va conformando como el “sector de Salvador”. Otros radicales no se mostraron en sintonía con lo expresado por el Comité. Uno de los alcaldes radicales que salieron a diferenciarse fue Camilo Etchevarren de Dolores. “La UCR se sigue manejando con generales que nunca ganaron una batalla”, apuntó duro el jefe comunal en declaraciones periodísticas. No fue el único boina blanca que salió a cuestionar el comunicado de las autoridades partidarias. Aliado acérrimo de Vidal, Salvador también aprovechó para hacer su juego y decir: “Que se exterioricen estas cuestiones que hacen a la realidad de los partidos deben ser conversadas en otro ámbito”. En una segunda ráfaga, destacó que la postulación del Comité no salió por “unanimidad” y afirmó sus convicciones de alianza con el PRO al asegurar que “el radicalismo está absolutamente comprometido en eso que es no sólo haber ganado elecciones junto con Cambiemos, sino gobernar con Cambiemos”. Rápidamente, desde el alfonsinismo tomaron el guante y retrucaron. La voz encargada fue la del diputado nacional, Miguel Bazze, quien dijo que en Cambiemos “no existe un espacio de discusión”. Cruces y diferencias entre correligionarios.

Las declaraciones del Salvador tienen una intención de fondo. Hasta antes de su elección como compañero de fórmula de MEV, el actual vicegobernador estaba recluido en el radicalismo territorial de San Fernando. Su llegada a la titularidad del Senado hizo que su influencia creciera entre los radicales, todo en sintonía con el PRO. Por estos días, las aguas del radicalismo bonaerense están divididas. Son dos espacios -por ahora- que muestran sus diferencias en público. Legisladores, intendentes y concejales que tienen las mismas sensaciones que Alfonsín y el Comité, pero también están los que se inclinan por el pensamiento de Salvador, de considerar que el radicalismo “es parte” de Cambiemos y las quejas “están demás”. Con esas divisiones, envalentonado y haciendo uso de su lugar de poder, Salvador pretende aceitar un armado propio dentro de la UCR bonaerense y hasta existe un plan para postularse y disputar la jefatura del partido a nivel provincial en las elecciones de 23 de octubre. Desde su entorno, afirman sin resquemores que “es una posibilidad” de que el titular del Senado opte por ese camino, aunque aclaran que “aún no está cerrado el tema”. Mientras tanto, Salvador hace gala de su diplomacia, oficia de anfitrión en cónclaves con intendentes radicales que se realizan en su despacho en la Cámara de Senadores y que culminan con una cena o almuerzo para “hablar de política”. En la semana que pasó, el vicegobernador congregó alcaldes de la 3ra y 4ta Sección. Sin ir más lejos, el jueves 21, pulió una postal junto a los jefes comunales Jorge Nedela (Berisso), Gonzalo Peluso (Magdalena), Daniel Cappelletti (Brandsen), Alejandro Cellillo (General Alvear) y Calixto Tellechea (Florentino Ameghino). Las primeras fichas sobre el tablero.

La movida de Salvador no es casual o aislada, se acopla de lleno al plan de Vidal y sus armadores políticos de “normalizar” el PRO bonaerense y ubicar a la gobernadora como la presidenta del partido a nivel provincial. Así, el tándem que ganó las elecciones bonaerenses y destronó al peronismo de Calle 6, afianzaría su alianza y su influencia en Cambiemos y tener las cartas buenas de cara a lo que serán las elecciones legislativas del 2017 y el armado de listas. Dato no menor, desde la gobernación pretenden poner nuevamente en marcha el PRO bonaerense en octubre, el mismo mes de las elecciones internas de la UCR. En los principales despachos de La Plata sonríen y aplauden los movimientos de Salvador, pero aseguran que “no interferirán”. “Es una tema partidario de ellos”, aseguran. Sin embargo, esperan poder tener a un radicalismo más dócil al frente del Comité de la UCR bonaerense. Dice un viejo dicho de la política bonaerense: “Si ves a dos radicales tomando un café, seguro hay una interna”. Desde hace casi dos décadas, la UCR es permanentemente devorada por sus internas, que la llevan a tomar decisiones, gestar alianzas que no siempre son fructíferas estando o no del lado del poder de turno. El PRO o lo que algunos se animan a llamar como el “vidalismo” no está ajeno a ser actor secundario de las sendas diferencias que tienen los correligionarios. De los 69 intendentes de Cambiemos, 40 son radicales, dato para nada menor porque eso se traduce en poder territorial. Alfonsinistas, salvadoristas-vidalistas, algunas otras ramas que surjan, son parte del cóctel explosivo que tiene la UCR bonaerense que comulga en Cambiemos.-

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