jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº3659

Panorama Bonaerense | 24 oct 2016

Bitácoras bonaerenses

La perinola sobre el Presupuesto 2017 de Vidal: Todos, uno solo o ninguno

Los movimientos sobre el tablero de negociación para debatir la llamada “Ley de leyes” se acentúan a medida que pasan las horas. Las opciones de la Gobernadora. ¿Massa o el peronismo? Los dilemas de cómo lograr el objetivo.


En la columna pasada se diagramó el escenario primario que desde la Gobernación pensaron de cara a las negociaciones que se vienen sobre el Presupuesto 2017, sobre todo en el polémico endeudamiento que pide María Eugenia Vidal, que son más de 94 mil millones de pesos. La intención de Calle 6 de dejar de depender de Sergio Massa y sus legisladores, romper ese “pacto de gobernabilidad” sellado en el 2015 y amagar con acercamientos con el peronismo, presenta sus primeros desafíos. La suma de manos levantadas y voluntades a la hora de aprobar la “Ley de leyes” es el gran escollo que Vidal y su mesa chica tienen que sortear. ¿Con qué espacio negociar? ¿Qué precio va a salir esa negociación? ¿Todos, uno solo o ninguno? El escenario está montado.

El primer movimiento de resonancia lo dieron la Casa Rosada y la Gobernación actuando en conjunto, al concretar la cumbre con el Grupo Fénix –que lideran los jefes comunales Verónica Magario (La Matanza) y Gustavo Menéndez (Merlo)– y, de la mano del jefe de Gabinete de la Nación, Marcos Peña, y del ministro de Gobierno provincial, Federico Salvai, dejar una oferta sobre la mesa a los intendentes: la vicepresidencia de la Cámara de Diputados bonaerense en diciembre a cambio de apoyar el Endeudamiento. Ese movimiento sacudió el tablero, ya que Nación y Provincia apuntaron a negociar con el espacio de alcaldes peronista más críticos y menos dialoguista. Por un lado, desde el hiperdialoguista Grupo Esmeralda –comandado por Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Gabriel Katopodis (San Martín)– quedaron con la sensación de estar siendo relegados, nada más y nada menos que en la negociación madre de todo lo que se trata en la Legislatura. Pero las sensaciones más raras las tuvieron en el Frente Renovador. Su lugar de privilegio, ese de ser “garantes de la gobernabilidad”, estaba en serio riesgo y, más allá, de que en cuotas el massismo pasó –en diez meses– de ser cuasi oficialismo a oposición dura, el escenario no era propicio. El primer movimiento de Vidal.

 

Pero el arte de la política, de a poco (muy de a poco), se va haciendo presente en el juego de Calle 6 y, sobre todo, en La Rosada, desde donde metieron mano en la política bonaerense y quieren también ser parte de la discusión por el Presupuesto 2017. Desde el Ministerio del Interior de la Nación, comandado por Rogelio Frigerio –quien actúa en sintonía con Emilio Monzó, el enemigo interno de Vidal en el PRO–, se concretó una cumbre con los referentes del Grupo Esmeralda. Si bien la postal con funcionarios del oficialismo es una más para estos alcaldes, fue el tema del que hablaron el que detonó sobre el escenario. Frigerio les propuso a los Esmeralda crear con “imperiosa necesidad” una agencia de municipios que “nuclee a los más de 2.200 municipios que quedaron afuera de la FAM y que sea articulador entre las comunas y el Gobierno nacional”. Una jugada para nada inocente, ya que a principios de octubre Magario se consagró como la nueva presidenta de la FAM, pese al veto de Vidal y el enojo del oficialismo. En la Asamblea que asumió la matancera, el dato fue la ausencia de Cambiemos, el Frente Renovador y el Grupo Esmeralda. La intención de crear una FAM paralela, con el aval de los comandados por Insaurralde-Katopodis, es un gesto de acercamiento fuerte en medio de un escenario donde las ofertas y seducciones para lograr apoyos sobre el tratamiento del Presupuesto 2017 son vitales. El juego abierto que presenta Cambiemos, negociar con todos, es hábil ya que apunta a los recelos, miramientos y ansias de tajadas que aspiran dentro de los espacios variados que tiene el peronismo pos kirchnerista. El abanico de posibilidades.

En una vuelta de rosca más, la jugada del oficialismo presentó otro agregado. Por si alguien pensó que Massa y su tropa estaba fuera de juego, en un nuevo giro de la trama, se conoció que sobre el cierre el fin de semana, Vidal y Massa se reunieron en secreto y a puertas cerradas para discutir los términos de la renovación del acuerdo rubricado en diciembre del año pasado. Es que las calculadoras en Calle 6 anduvieron mejor y mostraron que, para poder tener aprobado su Presupuesto 2017 y la Ley Impositiva, la Gobernadora necesita de dos tercios de los votos de los 92 diputados y de los 46 senadores que integran la Legislatura. En sus cuentas, en la Cámara Alta, “Mariu” tiene 16 escaños propios más dos senadores aliados. El tigrense cuenta con nueve. Con esa cuenta, sólo le faltarían tres senadores para llegar a los 31 necesarios. En la Cámara Baja –el escenario más complicado–, Vidal tiene 30 escaños (28 propios, más 2 aliados) de los 92 que totales, con la posibilidad de sumar uno más. Massa controla 24 (20 propios, más aliados). La suma de un acuerdo deja a Vidal cerca de juntar los dos tercios que se completan con 62 votos. Cerca, ya que no serían suficientes y tendría que al menos negociar y acordar con alguno de los bloques que tiene el peronismo en Diputados. En busca de la reconciliación política con Massa.

Experto en la jugada de ser la estrella requerida, el tigrense sabe manejar los lugares que le toca a la hora de negociar. Es así que, según trascendió, Massa dejó en claro que el apoyo de sus legisladores no sólo se negociarán a cambio de la continuidad del Frente Renovador en la presidencia de la Cámara de Diputados, sino que tienen que ir en combo junto a cargos vacantes en organismos de control, en la Justicia y en la Defensoría del Pueblo (lugar donde el peronismo también aspira a meter uno de los suyos). La renovación del “acuerdo de gobernabilidad” parece tener un precio alto para Vidal, que por ahora sólo estaría dispuesta a ceder nuevamente y para el enojo del sector de Monzó, la presidencia de Diputados que, según el acuerdo anterior, le tendría que corresponder a Manuel Mosca. De todas formas, en voz baja, en los pasillos de la Gobernación aseguran que MEV busca concretar una reunión con Massa esta semana para seguir negociando. Desde Tigre esperan una oferta tentadora a cambio del apoyo en la Legislatura. Mientras tanto, la tropa legislativa del massismo afila sus cañones contra la Gobernadora y lanza críticas agudas sobre el Presupuesto 2017. Esas críticas recaen en seguridad, la decisión de retrotraer el aumento de siete puntos a la alícuota de Ingresos Brutos que pagan los Bingos y el pedido público de más fondos para seguridad y educación. El precio a pagar.

Esta semana comienza el desfile de funcionarios de Vidal por la Legislatura para exponer y presentar el Presupuesto 2017. La visita más resonante será, este martes, del ministro de Economía, Hernán Lacunza. Este miércoles irá hasta el director general de Cultura y Educación, Alejandro Finocchiaro, y el ministro de Desarrollo Social, Santiago López Medrano. Este jueves –otro día clave– será el turno del misterioso ministro de Infraestructura, Edgardo Cenzón, quien está rodeado de versiones de renuncia a su cargo hacia fin de año, aduciendo “problemas personales”. Los planes de Vidal y su entorno apuntan a plasmar la votación de la “Ley de leyes” el 15 de noviembre próximo. ¿Será en alianza con Massa? ¿Será con el peronismo? ¿Surgirá la jugada hábil y se logrará el apoyo del massismo y parte del peronismo? Desde hace semanas, en las tertulias, cafés, reuniones secretas y no tan secretas comenzó la negociación por el Presupuesto 2017. Con el Frente Renovador está cerca de los dos tercios, aunque ello conlleva el precio de cederle nuevamente gran cuota de poder al tigrense. Con el peronismo diversificado el escenario es más volátil por la variedad de sus bloques, aunque la paradoja es que, si negociaran en conjunto, los tres bloques lograrían sumar 36 voluntades, número más que suficiente para que Vidal obtenga en Diputados –el escenario más difícil– esos dos tercios necesarios para tener su Presupuesto y para que el peronismo negocie, saque su tajada y se trasforme en ese “garante de gobernabilidad” que reemplace a Massa en ese papel.

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