sábado 27 de abril de 2024 - Edición Nº3689

Panorama Bonaerense | 2 ene 2017

Bitácoras bonaerenses

Festival de apoderados, la lapicera en muchas manos y la unidad del PJ bonaerense

El PJ bonaerense realizó un cambio histórico en la estructura de los apoderados. El peso de los alcaldes se hace valer. Desafíos y opciones de cara al año electoral.


Fue un año duro para el peronismo bonaerense, meses de trauma, de intentos de asimilación de la derrota más dura de las últimas décadas. Las heridas de la derrota del 2015 se expandieron, calaron hondo. No era para menos, el peronismo había perdido el territorio donde era “imbatible”, donde está la propia “cuna del peronismo” y muchas otras cosas más.

Hubo reproches, enojos, peleas y gritos. En la Legislatura los bloques de Diputados y Senadores del FpV explotaron en varios pedazos, ser la primer minoría tras las elecciones 2015, como triste consuelo, no duró ni un suspiro. Las divisiones se hicieron presentes. FpV, Bloque PJ, Bloque Peronista en el Senado. FpV, FpV-PJ y Peronismo para la Victoria en Diputados. En el territorio también las divisiones se hicieron protagonistas. Emergieron los espacios que congregaron a intendentes: Grupo Esmeralda, Grupo Fénix, El Establo y El Patria. Métodos y visiones distintas. Diferencias en cuanto a la diplomacia con la gobernadora, María Eugenia Vidal. Los más dialoguistas, los más confrontativos y así. El síndrome de abstinencia de poder.

Tras meses de distintos caminos, se presentó la primera gran prueba de fuego para el peronismo: el Presupuesto 2017 de Vidal y su millonario endeudamiento. El gran juego legislativo comenzaba, el poder de negociación asomó. Dejando de lado sus diferencias, al menos por un rato, todos los actores del peronismo se congregaron en una gran cumbre de Lobos. Allí acordaron, se dieron cuenta que la suma de fuerzas les propiciaba contar con el número más alto de votos en el Parlamento provincial. Con ese ímpetu, bosquejaron la formación de la “Mesa de Unidad de Intendentes” para discutir el Presupuesto. La postal de todos juntos fue fuerte, pero del plan a la acción el peronismo estuvo preso de sus divisiones, egos y desconfianza. Pese al gran esfuerzo que en cada cumbre de intendentes o reunión que se hacía en la Legislatura entre alcaldes y legisladores, la tan buscada unidad era amenaza desde lo subterráneo. El “negociador unilateral”, los acuerdos secretos, los votos asegurados con los que contaban Vidal y su mesa política, fueron un fantasma que rondó en cada encuentro de unidad del peronismo. En el último tramó volvió a asomar la cabeza Florencio Randazzo. Concretó una ilusoria unidad, cuando congregó a todos los sectores en sus oficinas de San Telmo. Intentó mostrar que los 37 votos en diputados se podían hacer valer. El peronismo, casi a última hora, se animó a mostrar los músculos, pidieron a Vidal la vicepresidencia de Diputados, que según el “pacto de gobernabilidad” que la gobernadora y Sergio Massa gestaron en 2015 para el 2016, le correspondía a un massista. El pedido fue descartado casi de entrada. La jugada fue tardía. El peronismo no pudo hacer valer su muestra de unidad, por accionar a destiempo y por el “negociador unilateral” y los votos asegurados que tenían en Calle 6. El amague.

El axioma peronista “todos unidos triunfaremos” se presentó otra vez. El peronismo buscó -es cierto- lograr la unidad para la votación hasta último momento. El miércoles 21 de diciembre, día de la votación, todos los sectores se congregaron en otra cumbre realizada en el Hotel Corregidor de La Plata. Tras horas y horas de discusiones y negociaciones, llegaron a un acuerdo, votar todos en conjunto, tanto en el Senado como en Diputados. Mientras se afinaban detalles, las pantallas de televisión mostraban como la diputada nacional de La Cámpora, Mayra Mendoza, era brutalmente reprimida por la policía de Jujuy en las afueras del tribunal donde se juzgaba a Milagro Sala. La llegada al Corregidor de los referentes de La Cámpora, Eduardo “Wado” De Pedro y Andrés “Cuervo” Larroque le puso tensión la cumbre. El rechazo de los intendentes al pedido de la Defensoría del Pueblo para la camporista Fernanda Raverta, lugar que ya estaba reservado para Guido Lorenzino, hizo que Máximo Kirchner de la orden a los camporistas de los bloques del FpV en Diputados y Senadores, votar en contra de la designación del Defensor, el Presupuesto 2017 y la Ley Impositiva. Al final el peronismo, más allá de los logros menores obtenidos en las negociaciones, no pudo votar en unidad. El dato, es que del bloque FpV de la Cámara Baja los diputados Juan José Mussi, Aníbal Regueiro, Marcelo Torres, Marisol Merquel y Karina Nazábal votaron en favor de las tres leyes mencionadas. La unidad resquebrajada.

La intentona irrumpió en el escenario. Más allá de los detalles contingentes, mayores o menores, el peronismo no pudo concretar su unidad en una batalla tan importante. Pero en lo interno, durante gran parte del segundo semestre del 2016, el peronismo también debatió para adentro una reestructuración. Los intendentes, en especial los del Grupo Esmeralda, le pidieron a su titular, Fernando Espinoza por más apoderados dentro del PJ bonaerense y otros lugares estratégicos. Así, la lupa que apuntaba al Presupuesto apuntó su mirada al Congreso del PJ que se realizó este 29 en La Matanza. El factor clave de la unidad era la ampliación de los apoderados, la lapicera en varias manos, para evitar vetos a listas, o monopolizaciones. Espinoza tuvo que aceptar y ceder ante la presión de los alcaldes. Así, se llegó a la Congreso en tierras matanceras. Pero la sorpresa se expandió, porque no sólo se aumentaron el número de apoderados, sino que se incluyeron a todos los sectores. El número final deja muchas dudas, ya que distintas fuentes afirman que ahora son doce los apoderados, pero desde la gacetilla oficial de Espinoza sostienen que son nueve. Dilemas de cartel.

En principio, la presión de los alcaldes Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Gabriel Katopodis (San Martín) -capitanes de Los Esmeralda- hizo que en la previa del Congreso este espacio logre el primer diseño de la mesa de apoderados con los nombres de Katopodis, representando a la Primera Sección; el intendente de Berazategui, Juan Patricio Mussi, representando a la Tercera Sección y el jefe comunal de Saavedra, Hugo Corvatta, representando al Interior (sin la consulta veraz a alcaldes del Interior). Estos tres nombres se sumaban -en principio- a los que ya eran apoderados como “Wado” De Pedro y Jorge Landau, que representan a La Cámpora y al kirchnerismo más duro; más Ulises “Coco” Giménez, Eduardo López Wesselhoft y Carlos Cupelli, del peronismo tradicional. Pero el Congreso y las negociaciones sobre la hora, agigantaron ese número, que ya era una gran novedad. Así, por pedido del Grupo Fénix se sumó a la mesa de apoderados al intendente de Escobar, Ariel Sujarchuk, y el Movimiento Evita ubicó al diputado bonaerense, Fernando “Chino” Navarro, del bloque Peronismo para la Victoria-FpV. Para evitar reproches y fracturas de última hora, el kirchnerismo duro sumó otro alfil con el intendente de San Antonio de Areco, Francisco “Paco” Durañona. Para cerrar la lista, se anotó a Pedro Borghini, ex presidente del Concejo Deliberante de La Plata, en representación del Movimiento Obrero. Festival de apoderados.

Doce apoderados, doce soldados que pugnarán por el armado de listas en las legislativas de este joven año. El nuevo esquema tiene un dato no menor. De los doce apoderados, nueve son con peso político y manejo de la lapicera: Katopodis, Mussi, “Wado” De Pedro, Landau, Corvatta, Sujarchuk, “Chino” Navarro, “Paco” Durañona y Borgini. Por su parte, “Coco” Giménez, López Wesselhoft y Cupelli tienen el trabajo jurídico fino, más técnico, los encargados de los detalles legales en todos los escenarios. Las fotos, tuits y gacetillas que salieron después del Congreso de todos los espacios del peronismo, mostraron entusiasmo y conformidad ante el reparto de las lapiceras. “Están todos los sectores, no se puede quejar nadie”, dijo un alcalde fuera de micrófono. Sin embargo, los que ahora reniegan más del kirchnerismo, alertan: “Al final, los kirchneristas tienen más apoderados que el resto”. Detalles menores o mayores, según cómo sea el andar de este novedoso sistema que el peronismo intenta aceitar, para transitar el sendero electoral de este 2017. Una especia de cuerpo colegiado, un poder horizontal que muestra equilibrio y varias cabezas, pero que choca -a veces fuerte- con las disputas de egos e individualismos. En sus primeros planes, para el peronismo las internas de las PASO serán las que decidan quiénes competirán en las elecciones. “Nos garantiza volumen y apertura. No queremos a nadie afuera”, afirma, con optimismo un alcalde. El “jueguen todos” es un mecanismo interesante para evitar fisuras y fugas. Además, será el voto popular quien decida quién va a la competición final. Pero, al mismo tiempo, las experiencias recientes, sostienen que una gran PASO, con muchas listas, no siempre garantiza que los votos de los competidores se trasladen al ganador de la interna. Le pasó al propio peronismo en las elecciones del 2015, dónde la fórmula Aníbal Fernández-Martín Sabbattella no absorbió todos los votos que tuvo el tándem Julián Domínguez-Fernando Espinoza y perdieron la batalla bonaerense. Esas PASO, penoso y traumático debut para el peronismo en las candidaturas de alto nivel, dejaron secuelas que por ahora siguen siendo recordadas. El nuevo esquema horizontal.

El 2017 trae un nuevo libreto para los muchachos peronistas. Los intendentes, “dueños del territorio”, ese puñado que le quedó al peronismo tras el huracán Vidal del 2015, hicieron valer su fuerza, su influencia. La pretensión de asegurar el armado de listas en los despachos municipales tiene al menos una cuestión legal, como el cambio en el número de apoderados. Pero al mismo tiempo, el peronismo no encuentra volver a encontrar alguien que se siente en el sillón de conducción. El peronismo, se sabe, lo saben, necesita un conductor, es parte de su esencia. Ese cabeza es vital, sobre todo para encarar las legislativas de este año. Las encuestas siguen mostrando que Cristina Fernández de Kirchner es la que tiene los votos. No sólo encabeza las preferencias dentro del peronismo, sino que se ubica en el primer lugar en relación a los otros espacios. Randazzo no termina de arrancar, sus constantes amagues confusos, hacen que su intención real de voto sea mínima. Alguna vez, el chivilcoyano desafió ante Los Esmeralda a enfrentar en una interna a CFK. Esa idea, este enero, parece estar guardada en un cajón. El dilema de los apoderados está resuelto (al menos en los papeles). Ahora, el peronismo tiene que resolver el dilema de las candidaturas. Si no juegan Cristina y Randazzo, ¿el conjunto aceptará una candidatura de Daniel Scioli? Difícil. Hay muchos espacios que muestran abiertamente su resquemor a verlo nuevamente como candidato. Entonces, ¿el peronismo se animará realmente a una “renovación” y apelará a candidatos con relativo o poco peso electoral? Hay quiénes, en voz muy baja, sostienen que “ese tendría que ser el camino”. “Perder esta elección no será una catástrofe, tenemos que preparar el terreno para el 2019 y volverá gobernar la Provincia”, agregan, tímidos.-

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