martes 19 de marzo de 2024 - Edición Nº3650

Panorama Bonaerense | 20 nov 2017

Bitácoras bonaerenses

Vidal y el peronismo convertido en una mamuschka

La tropa peronista suma un nuevo episodio a sus internas. La pelea por el control del PJ Bonaerense y la votación por el Presupuesto 2018 fraccionaron nuevamente a sus integrantes. Antecedentes y futuro incierto.


La realidad del peronismo bonaerense tiene su nuevo capítulo cargado de internas, divisiones y estallidos. Los embrollos del 2015 vuelven a escena, esta vez cargadas de más broncas y situaciones que pronostican que la unidad del justicialismo sigue lejos de concretarse. Una nueva derrota electoral, más particiones a la hora de votar el Presupuesto 2018 de María Eugenia Vidal y la encarnada disputa por el control del PJ Bonaerense son los teatros de batalla donde la tropa peronista choca entre sí. La derrota electoral de Cristina Fernández de Kirchner en manos de la gobernadora y Cambiemos el pasado 22 de octubre volvió a provocar la dispersión y los reposicionamientos que se habían presentado a las semanas de la traumática derrota del 2015. El síndrome de abstinencia de poder que sufre aquel espacio desde que perdió la Gobernación hace dos años, sigue presentando más episodios de confusión. Hoy, la tropa peronista no encuentra su rumbo. Traumas de la vida política.

En 2015, se sabe, ocurrió el gran quiebre en el orgullo peronista. Después de 28 años de hegemonía, una “porteña del PRO” les arrebató el Sillón de Dardo Rocha y, además, su máximo referente, Mauricio Macri, derrotó a Daniel Scioli en las presidenciales. Las primeras fragmentaciones de la tropa peronista se dieron a las pocas semanas. En la Legislatura bonaerense el bloque del FpV –tanto en Diputados como en el Senado– explotó en varios bloques: FpV, FpV-PJ y Peronismo para la Victoria, en la Cámara Baja, y FpV, Bloque PJ y Bloque Peronista, en la Cámara Alta, con la salvedad de que meses más tarde los dos primeros volvieron a confluir en el llamado bloque FpV-PJ. El primer Presupuesto de Vidal mostró a un peronismo fragmentado en la votación. Sin embargo, en el universo bonaerense, la traumática derrota provincial dejó ganadores territoriales, esos que pudieron conservar sus comarcas ante el “Huracán Vidal”: los intendentes del Conurbano. Con ese poder abajo el brazo y autoproclamados como “renovadores” del peronismo, los alcaldes gritaron a viva voz que “se venían otros tiempos y nuevos dirigentes para el peronismo”. Pero, presos de sus egos y personalismos, los caciques también se sumergieron en peleas de cartel. Se formaron diversos espacios: el Grupo Esmeralda, encabezado por Martín Insaurralde; el Grupo Fénix, comandado por Verónica Magario y Gustavo “Tano” Menéndez; el Establo, que aglutinó a alcaldes del interior y a dirigentes como Julián Domínguez, y los del Instituto Patria, con el liderazgo de CFK como “indiscutible”. Datos a tener en cuenta, la formación del Grupo Esmeralda se gestó en los primeros días del 2016 cuando en una cumbre entre el titular del PJ Bonaerense, Fernando Espinoza, y los intendentes Martín Insaurralde (Lomas de Zamora), Fernando Gray (Esteban Echeverría) y Mariano Cascallares (Almirante Brown), todos de la tercera sección –el territorio de la resistencia peronista– el matancero quiso imponer su liderazgo ante el poder de los votos de su distrito. Como respuesta ante la apuesta, los tres alcaldes decidieron confluir sus fuerzas territoriales para que en la suma se equipare a los del distrito más grande de la Provincia: así nació el Grupo Esmeralda. A las semanas, ante la jugada, y desde la sombras, Espinoza decidió impulsar el Grupo Fénix, sumando a varios intendentes de la primera sección. Efectos de la primera gran dispersión.

Durante todo este 2016 las distintas facciones pulsearon para ver quiénes serían los iluminados que devolverían al peronismo a su trono perdido. El titular del PJ Bonaerense, Fernando Espinoza, y su compañera, la intendenta de La Matanza Verónica Magario, posicionados como el sector más confrontativo a Vidal. El alcalde de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, encabezando al grupo perfilado como los “dialoguistas”, y los del “Patria”, hiper concentrados en mantener su acérrima oposición a Cambiemos y hasta intentar posicionar a Máximo Kirchner como referente del peronismo bonaerense. La Gobernadora y su espada política, el jefe de Gabinete Federico Salvai, supieron aprovechar bien las divisiones del peronismo. Después de idas y venidas, cruces, broncas y hasta un fallido intento de Florencio Randazzo de liderar la tropa, se intentó llegar a un acuerdo para la votación conjunta del Presupuesto 2017 y el Endeudamiento que pretendía Vidal. Hasta última hora de ese miércoles 21 de diciembre, todo el arco peronista se congregó en el Hotel Corregidor de La Plata para intentar la unidad para la votación. Pero a último momento, tras el desacuerdo por el nombre de quién sería el Defensor del Pueblo, un llamado de Máximo provocó que los sectores de La Cámpora votasen en contra a la “Ley de leyes”, en contrario al resto de sus colegas. Sin esa discrepancia, el peronismo hubiera votado en unidad. Amagues para una conjunción que no fue.

El 2017 trajo el olor electoral y el peronismo, preso de sus divisiones, no logró encontrar una unidad que llevase a algún nuevo dirigente a ser su candidato. La cumbre de San Vicente realizada a finales de febrero consolidó la unidad (pasajera) cuando se sentó en la mesa principal Máximo Kirchner. Con el calor de las elecciones, las encuestas y las voces de los barrios, los intendentes del Conurbano apelaron al pragmatismo puro: “La gente pide por Cristina y es la que mejor mide”. Es así que desde Insaurralde, Menéndez y Magario fueron a pedirle a Cristina que fuera candidata a senadora nacional. Los pocos, descontentos y renegados de su pasado kirchnerista, decidieron experimentar con la candidatura de Randazzo. La historia reciente es conocida, “Super Vidal” y los candidatos de Cambiemos derrotaron a Cristina, como así también a Randazzo y su sello del PJ, que respiró al ver que el Frente de Izquierda de milagro no lo dejó en el quinto lugar. Con la sentencia de los resultados, se repitió la misma dispersión del 2015, pero esta vez la fragmentación caló más hondo. Espectros que vuelven a la aldea peronista.

Este año Vidal tuvo la aprobación de la “Ley de leyes” más rápida de sus dos años de mandato, una de las más rápidas de la historia reciente de la Gobernación. El “tratamiento exprés” fue un gran triunfo de la Gobernadora y otra gran derrota para el peronismo en su conjunto. La votación trajo nuevas fragmentaciones en los bloques de la Legislatura. De 17 miembros, en un FpV hegemonizado por La Cámpora, sólo 10 diputados votaron en contra del paquete de leyes; el resto, incluso 2 camporistas, lo hicieron a favor. De 13 integrantes, en el FpV-PJ apenas 4 votaron en contra, mientras los otros 9 lo hicieron a favor. Dato no menor de esta bancada es que la mayoría de sus integrantes terminan mandato el 10 de diciembre. Del bloque Peronismo para la Victoria, comandada con el Movimiento Evita –principal fuerza en promover la candidatura de Randazzo–, sin hacer el uso de la palabra tradicional, en silencio, todos votaron lo que pidió Vidal. En el Senado todo el bloque FpV-PJ votó en contra, mientras que el Bloque Peronismo, también randazzistas coyunturales, votó a favor con todos sus integrantes que terminan mandato este año. Al igual que el 2016, Insaurralde ofició de nexo con Salvai y Calle 6 para negociar los votos del peronismo. Este año tuvo más éxito y logró recolectar un número mayor que el año pasado, contrario a lo que intentaron hacer el dúo Espinoza-Magario, quienes se opusieron a votarlo. Sonrisa de Vidal por el “trámite exprés”.

Con esas pulseadas, con esas divisiones es que se llegó a la última batalla que, por ahora, el peronismo tiene en sus internas. Este jueves 16, el PJ Bonaerense fue escenario del cierre de listas para las elecciones del partido que se desarrollarán el 17 de diciembre, si no surge alguna que otra contingencia. Los cruces, debates y tensiones se dieron incluso hasta altas horas de la madrugada. Desde semanas anteriores trascendió que Espinoza buscaría la reelección, que el “Tano” Menéndez de la Primera iba a ser candidato –como anticipó ANDigital hace más de un año– y que la otra facción de la tercera comandada por Insaurralde quería meter a uno de los suyos. La rosca y las tensiones culminaron con una gran derrota del matancero. Tras su insistencia en ser el candidato, incluso con advertencias de poner sobre la mesa los votos de La Matanza, los alcaldes de la primera y tercera llegaron a un acuerdo para conjugar una lista: “Unidad Peronista”. El sistema sería la presidencia rotativa al año entre Menéndez y Gray. El cerco sobre Espinoza fue contundente, no sólo lo enfrentaron, sino que los intendentes que lo apoyaban –Mario Ishii, de José C. Paz, y Walter Festa, de Moreno– al final lo dejaron solo y no firmaron en su lista. La escena de la derrota del hombre fuerte de La Matanza se resume en la tensa discusión que mantuvo con los alcaldes que lo enfrentaron: “Fernando no nos vas a conducir a la fuerza con el aparato de La Matanza: ¿de qué te sirve imponer tu candidatura?”, le espetó un intendente. Otro, directamente le advirtió: “Mirá que Vidal te va a dividir La Matanza en cuatro y no te vamos a defender”. La larga trasnoche terminó con un sector de los intendentes comandados por Insaurralde y Menéndez en una sola lista, para enfrentar a la de Espinoza. La escena no sólo evidenció la soledad del matancero, sino que Insaurralde se posiciona como el referente de la tercera sección. Por estas horas, desde el sector de los alcaldes incluso advierten que el matancero “aún maneja” el partido y muchos amenazan con denunciarlo por “irregularidades en la conformación de avales”. Si finalmente las dos listas se enfrentan en diciembre, los antecedentes cercanos de una interna dentro del peronismo –como fue para la Gobernación en 2015– dejan mucha sangre en el río y seguramente será más que explosiva. Malos augurios de otra batalla sangrienta.

El objetivo de Macri, Vidal y Cambiemos es desterrar al peronismo de la provincia de Buenos Aires, su territorio matriz. Esa idea se repite en los principales despachos de la Casa Rosada y de la Gobernación. Los pasos se van a dando a medida que las elecciones consoliden el proyecto de Cambiemos en el territorio bonaerense. De a poco, y con mucha fuerza, se va configurando una nueva hegemonía en la Provincia. Mientras tanto, el peronismo, con sus traumas, su abstinencia de poder y la pelea de egos, se fracciona en diversas partes. Vidal tiene enfrente a un peronismo convertido en una inmensa mamuschka. Cristina es la muñeca más grande, la que tiene los votos, ese 37 por ciento aún a costa de los bolsos de López, pero que desde adentro se van desprendiendo otras más pequeñas, una más chica que la otra y cada una detrás de la anterior: así coexisten muchas muñecas, pero en el fondo están todas huecas.

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