jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3680

Panorama Bonaerense | 27 nov 2017

Bitácoras bonaerenses

La frágil unidad del peronismo y síntoma derrotista a futuro

Los referentes peronistas lograron sellar la lista de unidad de cara a las elecciones internas del PJ bonaerense. Pese a ello, las proyecciones para el espacio no son optimistas del todo y las divisiones siguen siendo protagonistas de una tropa que sueña con volver al poder.


El ventarrón dejó de azotar sobre la convulsionada aldea peronista. Las broncas, cruces y disgustos se dejaron de lado. Al final, casi sobre la hora, el peronismo bonaerense logró evitar revivir otra sangrienta interna que sume una nueva herida a su lastimada existencia. Las negociaciones fueron arduas, cargadas de tensión, posturas inamovibles y caprichos. Sin embargo, la tropa peronista logró plasmar una unidad de coyuntura sobre la lista única que presentará para las elecciones del PJ bonaerense el próximo 17 de diciembre. La fumata blanca se produjo tras arduas negociaciones entre los dos espacios enfrentados: el grupo liderado por intendentes de la 1ra y 3ra Sección –con fuerte impronta del intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde- contra Fernando Espinoza (La Matanza) y algunos municipios satélites. Cabe recordar que en las negociaciones del jueves 16 de noviembre, las huestes enfrentadas jugaron con la posibilidad de competir con dos listas en una elección interna, situación que el peronismo no vive desde hace muchos años. Los caciques seccionales llegaron un acuerdo para cerrar el cerco sobre Espinoza y presentaron su lista con los intendentes Gustavo “Tano” Menéndez (Merlo) y Fernando Gray (Esteban Echeverría) para lograr la presidencia rotativa tras el primer año. La postura del matancero de lograr una reelección chocó con la resistencia de los alcaldes y con el vacío a último momento que le hicieron otros intendentes de peso que se habían parado al lado suyo. La colisión interna.

Los días pasaban y el temor a una interna sangrienta amenazaba con materializarse dentro del universo peronista. El reloj corría y el tiempo límite para formalización de lista acechaba. El martes 21, los el grupo de alcaldes volvieron a convocar a Espinoza a una nueva cumbre para intentar destrabar la pulseada. Antes, dejaron trascender su postura, le ofrecían al actual titular del PJ bonaerense el cargo de secretario general. “Si no acepta, hay internas”, advirtieron. El cónclave se realizó en un lugar neutral con un moderador externo al territorio bonaerense. En el despacho del Congreso del diputado nacional y presidente del PJ Nacional, Juan José Gioja, se intentó una vez más llegar a un acuerdo. Espinoza, Menéndez y Gray más los alcaldes Jorge Ferraresi (Avellaneda) y Verónica Magario (La Matanza) no pudieron zanjar sus diferencias y la reunión terminó en otro fracaso. La inminencia de un choque explosivo en las elecciones internas parecía inevitable. Pero casi a última hora, los dos referentes más importantes de la Tercera -núcleo de resistencia del peronismo- llegaron a un acuerdo. El jueves 23, a la noche, en una conversación telefónica Insaurralde y Espinoza sellaron la lista de unidad y evitaron el enfrentamiento electoral. Cercado por los alcaldes del Conurbano, sin aliados de peso, al matancero no le quedó otra que aceptar el ofrecimiento que le hicieron sus contrincantes y firmar el acuerdo. De ese modo, el “Tano” Menéndez será el próximo presidente y Gray el vice: la fórmula se mantendrá por un año, y al segundo, intercambiarán los cargos. Espinoza será el titular del Congreso, la secretaría general será para el jefe comunal de La Costa, Juan Pablo De Jesús, y la intendenta de La Matanza, Verónica Magario -aliada y pareja de Espinoza- será concejera en representación de las mujeres bonaerenses, entre los cargos más relevantes. La victoria sobre el matancero.

La tensa pulseada sobre la presidencia del PJ bonaerense deja muchas aristas para desglosar. El primer punto, obvio sin dudas, es la formalización del cambio de actores de poder dentro del partido. Desde la derrota traumática que el peronismo sufrió en manos de María Eugenia Vidal en 2015, el grupo de intendentes del Conurbano (Primera, pero sobre todo la Tercera Sección), puso sobre el tablero sus intenciones de “renovar” los liderazgos dentro del espacio. Poseedores del poder territorial que le quedó al peronismo, los alcaldes fueron los que encabezaron los andares de un peronismo que sufre el síndrome de abstinencia de poder. Pero los egos, las divisiones y peleas de cartel hicieron que el tiempo pase rápido y para las elecciones legislativas del 2017 los encuentre sin una figura destacada y yendo a pedirle a Cristina Kirchner que sea candidata. De manual, la derrota de CFK en manos de Vidal y los candidatos de Cambiemos volvió a dispersar a la tropa que en su mayoría se encolumnó detrás de su candidatura. Las viejas internas con el kirchnerismo duro, en especial con La Cámpora volvieron a escena y los que dicen tener el “gen peronista” (que en parte vuelven a renegar de su pasado kirchnerista), quieren desterrar a los camporistas de toda decisión que tenga que ver con el partido. La revitalización del PJ bonaerense es fundamental para su estrategia de cambiar la matriz de conducta e inclusive repatriar a peronistas que se fueron como Sergio Massa y sus seguidores, como así contener a Florencio Randazzo, el desafiante interno. Objetivos a mediano plazo.

“El peronismo tiene que volver a ampliar sus fronteras, tenemos que abrirles las puertas a todos los compañeros”, resume un importante dirigente en su análisis sobre la realidad del partido. Pero a veces los análisis sesgados no se acoplan con la realidad más global: ¿El PJ bonaerense es realmente la herramienta para que la tropa peronista vuelva a soñar con sentarse en el Sillón de Dardo Rocha? Para desilusión de muchos, la respuesta es NO. En el mareo de las pulseadas que los alcaldes mantenían con Espinoza por el control del partido, fueron varios los que vieron el panorama completo. “No hay lugar para pelearse por el PJ. Estamos todos agarrados de los palos de la calesita, esperando a sacar la sortija y no nos damos cuenta que la calesita está en un baldío sin motor”, grafica con cierta crudeza otro importante dirigente del peronismo. Algunos analistas sostienen que el escenario electoral argentino -desde las crisis de 2001- ya no se basa en la votación hacia partidos políticos tradicionales, sino más bien a marcas, candidatos y líderes con una base muy asentada en el marketing. Los ejemplos del PRO, Cambiemos, Vidal y la candidatura de Cristina con Unidad Ciudadana por fuera del PJ bonaerense son valederos. La ceguera estratégica.

¿El peronismo se dio cuenta que se pelea por un sillón vacío de poder? Parte del acuerdo estuvo signado por el entendimiento a esa realidad. Se dio cuenta el propio Menéndez al notar el “regalo” de Insaurralde al dejarle prácticamente el PJ Bonaerense, no se traduce en poder real y menos para el objetivo que ambos vislumbran: la candidatura para la gobernación bonaerense en 2019. Además, el dilema sobre el rol de Cristina es algo que sigue en la mente de los alcaldes peronistas. La expresidenta y senadora electa comprobó que cuenta con no menos de 35 puntos del electorado bonaerense, que no es poco. Para cualquier aventura electoral en 2019 es imposible pretender prescindir de esa cantidad de votos, por la propia supervivencia territorial y por el avance de Cambiemos en su intención de consolidar su hegemonía, teñir todo el mapa municipal de amarrillo y desterrar al peronismo de la provincia. En las conversaciones más profundas y sinceras, existe un clima de derrota anticipada para 2019 en todo el arco peronismo. Por estos días ven a Vidal “invencible” y algunos sólo atinan a no perder más distritos y soñar con el regreso en el 2023. En política el tiempo pasa rápido, pero el reacomodamiento de actores es más lento. Es inevitable conjeturar con los posicionamientos de cara al 2019, más allá del clima derrotista. Algunos, los más osados (quizá los más realistas, aunque resignados), conjeturan con algunas fórmulas para presidente y gobernadora: Cristina-Magario, Cristina-Insaurralde. Los analistas conocedores del gen peronista, sostienen que “no importa si se gana o pierde” y afirman que hoy esas son las únicas opciones que garantizan polarización con el gobierno y “mejores resultados para todos”. Análisis y proyecciones en frío.

Esos análisis se desprenden del escenario de las elecciones presidenciales del 2019. Salvo alguna contingencia, la mayoría de las provincias pueden desdoblar los comicios para gobernador, y en todo caso negociar después con una Cristina candidata. Pero en la provincia de Buenos Aires, la “madre de todas las batallas”, la situación es distinta. Vidal mantiene la tradición de no desdoblar las elecciones y ese escenario hace que los intendentes sigan dependiendo de los votos de Cristina. Los números adelantan que con Massa o Randazzo sus chances de supervivencia están muy lejos y menos si CFK les arma candidatos locales con Unidad Ciudadana, sobre todo en el Conurbano. La opción de desembarcar en las costas de Cambiemos se torna difícil, más ahora que desde Calle 6, envalentonados por los últimos resultados de octubre, quieren ir por todo y competir con candidatos propios. Mientras tanto, el peronismo sella el acuerdo para la lista de unidad, pero en la Legislatura bonaerense, antes del recambio del 10 de diciembre, ya adelantó que al menos contará con dos bloques. La interna comenzó antes de la jura de los nuevos legisladores.-

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