jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº3659

Panorama Bonaerense | 22 dic 2019

Bitácoras bonaerenses

De la Provincia “quebrada” a la Provincia en “emergencia”

Kicillof logró que la Legislatura le apruebe el paquete de leyes que envió para su tratamiento. Un primer triunfo político para el Gobernador. Las emergencias de Vidal retomadas por el actual mandatario.


“Nos duele mucho el abandono que sufre la Provincia, recibimos una Provincia quebrada, deficitaria, llena de deudas”, fueron las palabras que, aquel 10 de diciembre de 2015, María Eugenia Vidal eligió para describir el estado de situación de la Provincia que encontró, tras el cambio de mando con Daniel Scioli. “La Provincia quebrada”, fue usada al menos por dos años por la exgobernadora para justificar la implementación de distintas políticas y, obviamente para echar culpas a la gestión anterior: vieja maña de la política argenta. El comienzo del mandato de “Mariú” tuvo sus similitudes al de Axel Kicillof. Incluso, más convulsionadas y con escándalos en la Legislatura bonaerense. La exmandataria bajo el concepto de la “Provincia quebrada” también mandó su paquete de leyes de distintas Emergencias (Seguridad, Infraestructura y Servicio Penitenciario), que las tuvo que sacar por decreto, ante la imposibilidad de lograr los votos en Diputados bonaerenses, tras el acuerdo caído -con escándalo incluido- del papel del exnovio de Vicky Xipolitakis, José Ottavis. Meses más tarde, el 20 de mayo de 2016, con ayuda del “Pacto de Gobernabilidad” que gestó con Sergio Massa, Vidal logró aprobar en la Legislatura las emergencias Administrativa y Tecnológica, más allá de la postura en contra de un peronismo-kirchnerismo partido en tres bloques. El antecedente cercano.

Este 2019, Kicillof no esquivó la regla y también apeló a las emergencias como primer marco de gobierno. El Gobernador también usó palabras para describir la herencia dejada por su antecesora: “Tierra arrasada”. Con ese concepto, envió a la Legislatura un proyecto de Ley para aprobar las emergencias Social, Económica, Productiva y Energética en la Provincia, además de prorrogar las de Seguridad Pública, Política y Salud Penitenciaria; Infraestructura, Hábitat, Vivienda y Servicios Públicos; así como la Administrativa y Tecnológica que tuvo Vidal durante todo su gobierno. Kicillof pudo aprobar en la primera sesión que apuntó las dichas emergencias, más allá de las modificaciones que tuvo que hacer, producto de las negociaciones con la ahora oposición de Juntos por el Cambio. Pero la novedad sin dudas es la realidad que de la Provincia vive en emergencias hace cuatro años y, por lo menos los dos que vienen, lo va a seguir estando. De tener tres emergencias de Vidal, ahora pasamos a sumar seis. Una situación preocupante por demás, dado que según el léxico de nuestros gobernantes pasamos de una “Provincia quebrada” en 2015 a una Provincia en emergencia con “tierra arrasada”. De mal en peor, sería poco para describir esta situación. El presente.

Más allá del acuerdo que se dio entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio en la Legislatura, el debate público y los duelos verbales siguieron afuera de los recintos. Tener una Provincia en emergencia es actuar en consecuencia, liberar ciertas trabas burocráticas propias del Estado y agilizar cualquier iniciativa. Legalmente el Gobernador puede apelar a sacar cualquier emergencia por Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), como lo hizo Vidal en 2015 ante el fracaso de acuerdo en la Legislatura. Kicillof tuvo éxito en el Parlamento y tiene sus emergencias. Pero así como se agilizan acciones y gestiones políticas, también se corre el riesgo de que los organismos de control no puedan observar con rigor como el gobierno de turno usa los recursos de todos los bonaerenses y, sobre todo, que el Gobernador quede suelto de manos, al límite de transitar una gestión con “superpoderes”. También se corre el riesgo de volver a “dormir” una Legislatura bonaerense, dado que al contar con una gama de emergencias, recurrir al Parlamento para el tratamiento de diversas leyes no sería del todo necesario. Esto no sería sano para el sistema democrático, ya que el 2019 -durante la gestión de Vidal- lamentablemente, se caracterizó por una Legislatura dormida, donde las sesiones brillaron por su ausencia. El delicado equilibrio.

Es cierto que Kicillof encontró una Provincia sumergida en la crisis económica que dejó Mauricio Macri en el país y que María Eugenia Vidal ayudó a profundizarla. Es cierto que la deuda pública bonaerense que dejó la exgobernadora es un gran problema que hay que resolver con urgencia. Es cierto que hay reactivar el consumo y las PyMEs bonaerenses afectadas por las políticas del macrismo. Pero también es cierto que hay que darle vida y vigor a la Legislatura bonaerense y que los diputados y senadores cumplan con su función de legislar. Kicillof tuvo su primer éxito en el Parlamento bonaerense, pese al desequilibrio de fuerzas, sobre todo en el Senado, donde Juntos por el Cambio es mayoría. Son recién los primeros pasos de gestión. La polarización por ahora es la que manda en el duelo político, pero a diferencia de Vidal, Kicillof tiene enfrente una oposición que -pese a las divisiones, fugas naturales pos derrota y alejados del poder-, se muestra activa en “defender” la gestión anterior.-

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