

El exsecretario de Obras Públicas del kirchnerismo aclaró que ese dinero no le pertenecía. “Cuando tenga la fortaleza física, psicológica y espiritual necesaria, voy a dar todos los detalles”, adelantó. En una sorpresiva declaración ante el juez Rafecas, también desligó a su esposa, a las monjas del convento y reconoció que pensó en suicidarse.
CAPITAL FEDERAL (ANDigital) Por primera vez desde que fue detenido con 9 millones de dólares, el exsecretario de Obras Públicas de la Nación, José López, reconoció que la plata que intentaba esconder en el convento de General Rodríguez “venía de la política”. Lo hizo frente al juez federal Daniel Rafecas, quien lo investiga por enriquecimiento ilícito,
En su sorpresiva declaración judicial, el exnúmero dos de Julio De Vido buscó limpiar el nombre de su esposa, María Amalia Díaz y de las monjas del convento de General Rodríguez.
“Lo que voy a decir por ahora con respecto a ese dinero, es que ese dinero no me pertenecía, ese dinero pertenecía a la política. Y yo, cuando tenga la fortaleza física, psicológica y espiritual necesaria, voy a dar todos los detalles”, expuso.
Siempre según su relato, al dinero lo tenía oculto en un “lugar inaccesible” del que “nadie sabía”: debajo de un falso piso armado en el lugar donde está ubicado el tanque de agua al que solo se puede llegar a través de una ventana de su habitación.
“En primer lugar quería decir que estaba muy ansioso para estar frente a al juez en este momento. No como la primera vez, en la que estaba fuera de mí, no estaba en mi sano juicio”, introdujo López, quien estuvo acompañado por si abogado Fernando García.
Luego admitió que en los días previos a que lo detuvieran, sentía que estaba siendo perseguido, que querían dañarlo, que escuchaba “voces burlonas” y que incluso pensó en suicidarse.
En torno a las primeras horas luego de su captura, informó: “estaba fuera de mí, no estaba en mi sano juicio, porque ninguna persona en su sano juicio elegiría como defensora a la que dicen que yo elegí porque en realidad es ese momento no estaba en condiciones de valerme por mis propios actos”.
Tras tomar los bolsos, precisó que “la sensación era como de ir en un sueño, en una nube, como que no era yo. Cuando salí de mi casa no tenía un rumbo ni destino fijo”.
“Las hermanas no tenían ningún conocimiento del contenido de los bolsos, yo nunca se los informé. Mi señora tampoco sabía qué había hecho esa noche, porque yo no atendí en ningún momento el teléfono”, completó. (ANDigital)