viernes 26 de abril de 2024 - Edición Nº3688

Política | 24 ago 2013

Estadística a fin de año

En sólo 24 meses, Néstor y Cristina K perdieron la adhesión de 3 millones de argentinos

Mientras sube la imagen negativa del matrimonio presidencial y cae la positiva, en los principales distritos del país como Buenos Aires, Capital Federal, Córdoba, Santa Fe y Mendoza, parece irrefrenable la caída. Hoy, el kirchnerismo bajó 13 puntos el voto peronista respecto a la elección de 2005. Los números de fin de año, por Ricardo Rouvier.


Por Ricardo Rouvier (*)
Especial para ANDigital

La motivación del voto, generalmente es diversa, pero en junio del 2009 en todo el país las razones se concentraron en un vector predominante: la  negatividad respecto al oficialismo nacional. El kirchnerismo tuvo una pérdida de tres millones de sufragios desde la presidencial del 2007.  El proceso de acumulación de poder marcó, en junio, un hito de su etapa declinante.

La realidad electoral mostró que la base de legitimidad del gobierno nacional quedaba reducida, cuantitativamente, a un tercio de la población. Antes hubo avisos, que constituyeron anticipos de tendencias que debían ser vigiladas en su evolución; pero no fueron aceptadas cuando aparecían en las diversas encuestas a disposición del gobierno.

La elección presidencial que consagró a Cristina Fernández de Kirchner en primera vuelta, con una proporción importante de votos; tuvo una particularidad electoral que debió ser tenida en cuenta; la boleta del FpV perdió en las principales ciudades del país. Este fue un aviso de la clase media, estrato social heterogéneo que en nuestro país, establece un fiel social y político de indudable protagonismo.

Es impensado considerar el fenómeno del alfonsinismo en el retorno democrático, o el crecimiento del peronismo de los ’70 sin observar el papel clave de la denominada clase media. Tampoco, el rol que juegan los medios masivos que actúan en línea con la clase media, en la conformación opositora al oficialismo.

Si consideramos el 70% del padrón electoral representado por la Prov. de  Buenos Aires, Ciudad de Bs.As., Córdoba, Sta. Fe y Mendoza; el oficialismo perdió, en esta porción electoralmente privilegiada, dos millones de votos. En cambio, en las provincias de menor población y de menor PBI por habitante, la pérdida estuvo por debajo del promedio.

Si analizamos los distritos electorales más grandes, con la comparación más adecuada, que es examinar elecciones legislativas; se podrá observar el debilitamiento de la política de alianzas y la partición del voto peronista.

En Prov. de Buenos Aires, que representa el 38% del total nacional, la Alianza FpV se presentó en la elección legislativa del 2005 como una coalición que arrastraba a buena parte del voto peronista. Por fuera de ésta se presentó un peronismo disidente con el tradicional nombre de Partido Justicialista. Aquella obtuvo un triunfo rotundo del 43% para la lista de diputados y el P. Justicialista el 15,2%. En dicha elección se postuló como candidata a Senadora Cristina F. de Kirchner; concitando un 45,8% de apoyo. Chiche Duhalde alcanzó, en aquella oportunidad, el 20% de los votos.

En la reciente elección para  diputados la variación porcentual entre junio de 2009 y el 2005 marcó una caída de trece puntos porcentuales de los sufragios para el F.pV. Siendo superado por una expresión que congregó al peronismo disidente con el 34,58% expresado como Unión-Pro; o sea un crecimiento de 14 puntos sobre el ´05 comparado con el justicialismo no kirchnerista.

En la distribución social y geográfica del voto, se observa claramente la división del voto peronista en la performance electoral entre oficialismo y oposición, sobre todo en el segundo cordón bonaerense. La derrota tiene aspectos cualitativos que hacen hablar a los números más de lo que dicen. El adelantamiento de las elecciones buscando una fecha más propicia, la inclusión de las candidaturas testimoniales y jugar al propio ex presidente y al gobernador en funciones; otorgan un precio más costoso a la derrota.  Por otra parte y a despecho de las estadísticas oficiales, la situación social de los estratos medios bajos y bajos de la población fue uno de los factores que definió al voto pobre.

La detención del crecimiento de la economía, la inflación, y la crisis internacional se constituyeron en factores que a partir del segundo semestre del 2006 fueron mostrando paulatinamente la reaparición de los indicadores sociales como causas eficientes del humor social. Pero no puede soslayarse del análisis la cuestión política: el gobierno, exhibió actitudes contrarias al interés de la sociedad, lo que provocó una ruptura de confianza.

En la Ciudad de Bs.As.; uno de los distritos menos kirchnerista como también muy antiperonista, la caída del voto  fue más estrepitosa, ya que la variación porcentual negativa alcanzó un 42,9% entre elecciones legislativas. Sobresale en el debate político porteño que lugar debe ocupar el peronismo, y la necesidad de organizar un polo progresista/peronista, pero este intento tiene las dificultades derivadas de los compromisos que impone el kirchnerismo y de que la dirigencia no tiene la suficiente capacidad de unidad para la construcción de un polo antimacrista.

Parte del voto peronista, sobre todo en las barriadas capitalinas más cercanas al conurbano votaron por la Unión Pro en primer lugar, ya lo habían hecho con más decisión en la elección a Jefe de Gobierno del 2007 cuando el candidato era Macri; pero en este caso, la aparición de Pino Solanas logró reorientar parte de ese voto hacia Proyecto Sur.  Hubo una recolección magra del voto justicialista a la alianza kirchnerista detrás de la lista encabezada por Carlos Heller. Pero hoy ningún cálculo electoral bueno para el oficialismo nacional supera holgadamente el 10% en el distrito porteño.

La provincia mediterránea de Córdoba es un buen ejemplo de las políticas de alianzas desplegadas por Néstor Kirchner y que tuvieron su culminación en las elecciones de junio del 2009. En el 2005 el P.J. cordobés, liderado por De la Sota, se alineó detrás de una agrupación denominada Unión por Córdoba. Por su parte, Kirchner jugaba con duplicidad acercándose al peronismo cordobés, en tanto intentaba una alianza con el Partido Nuevo de Luis Juez. Recordemos que el entonces Intendente de Córdoba era parte de la transversalidad. Finalmente; ni Juez, ni el P.J. oficial local jugaron con el kirchnerismo que obtuvo el cuarto lugar en las elecciones.

En esta elección el partido de Juez se impuso para Senadores y cedió el primer lugar a la UCR para diputados. El P.J. se ubicó en tercer lugar perdiendo un 32,1% de votos respecto a cuatro años atrás; y el FpV que había ido tanto con el justicialismo local como con el Partido Nuevo, alcanzó apenas el 9,12% de los sufragios.

La Prov. de Santa Fé es también, como parte de una política general, ejemplo de construcción y destrucción de alianzas. El kirchnerismo pasó de considerar al socialismo santafesino como socio transversal; de mantener una ambigua relación con el reutemanismo y terminó en tercer lugar con el 7,76% de los votos a Senador; en una provincia en que el peronismo ganó por muy poca diferencia sobre el oficialismo local y bajo el liderazgo del ex gobernador Reutemann.

Las alianzas con la centroizquierda han quedado a nivel legislativo y no asoma que dicha entente pueda reproducirse en la elección ejecutiva del 2011. Pero, esto dependerá finalmente del diseño de reforma electoral que apruebe el Congreso.


La pérdida del consenso

Antes del 28 de junio hubo varias señales que indicaban un cambio de la tendencia de acumulación de poder que realizó Néstor Kirchner desde que asumió. Se detuvo el ritmo de crecimiento de la economía, se endurecieron los estilos de comunicación con la sociedad sobre la base de un conflicto guerrero en el que ésta no se sintió incluida, se generaron conflictos sin resolución cierta y de corto plazo, y se apeló a procedimientos que violentaron la confianza y el apoyo de la población.

La lógica acumulativa de poder N. Kirchner lo llevó a autonomizarse de Duhalde y conducir personalmente la estratégica provincia de Bs. As. Kirchner tenía por delante la posibilidad de ir construyendo política orgánica en varias direcciones, por dentro del P.J., y con los transversales, sin embargo no lo hizo y quedó dependiendo de la volatilidad de la opinión pública. Ni renovó al P.J., ni hizo otro partido con enclave popular.

El buen vínculo entre el gobierno y la sociedad se fue rompiendo. El estilo del oficialismo es caracterizado, en la clase media, como demasiado confrontativo, irascible, crispado; que subvierte modos culturales y sociales dominantes.

Cabe hacer una aclaración conceptual, ya que este señalamiento ubica a la crítica en un lugar secundario al mencionar las formas; volviendo a aquella clásica distinción entre forma y fondo. Estamos hablando de metodologías respecto a la praxis política, a la conducción del Estado que son sustancialmente políticas.

Antes de la caída de la popularidad, las clases medias habían aceptado o metamorfoseado a través de la caricatura las prácticas  no formales del presidente Kirchner. Desde el 2003 las modalidades de Kirchner les resultaban extemporáneas, pero esto estaba subordinado, relativizado por la importante recuperación económica que benefició, entre otros, a dichos estratos. Cuando el crecimiento se detuvo o dio signos de mesetización, entonces aquello que era menor o inferior, pasó a ser importante. Algo parecido le ocurrió a Menem con el tema de la corrupción y la reacción demorada de sectores sociales, beneficiados por las políticas económicas de los ´90.

El principio de la ruptura del vínculo fue antes de las elecciones de octubre del 2007 y se produjo en la disonancia ocurrida entre la inflación vivida y sentida por la población, y la negación de la misma por parte del gobierno. La administración estatal tenía otra salida: aceptar la existencia del incremento de los precios y ponerse a la cabeza de la lucha contra la inflación.

La presidenta alcanzó en febrero del 2008 el máximo nivel de popularidad, con el empujón de la victoria; hasta que el 11 de marzo a través del decreto que incluía la Resolución 125 sobre las retenciones al sector agropecuario, comenzó a desatarse un conflicto desproporcionado, en el cual el gobierno hipotecó su popularidad y gestó involuntariamente a su principal adversario para el 2011; el vicepresidente Julio Cobos.

Una mayoría de la población (alrededor de un 60%) sintió que el campo, como genéricamente y equívocamente se lo llamó, era agredido por el gobierno, hasta que empezaron a desplegarse acciones ofensivas de los productores agropecuarios que hicieron que la mayoría de la población girara hacia posiciones más neutras; pero nunca cercanas al gobierno.


La política es construcción de poder y la política democrática es la construcción de poder legitimado. El consenso es afirmación subjetiva de un partido, de una política de una propuesta pública. La caída del oficialismo se produjo en la mente de los argentinos. Recibió durante el incremento de la popularidad un acompañamiento más por el mejoramiento socioeconómico – mientras este duró – que por una afinidad ideológica con la traza de sus reformas. Algunas, de las cuales, es indiscutible que son muy importantes y tendrán registro histórico.

El kirchnerismo subestimó los procesos de elaboración de los consensos; creyendo que con la sola gestión desnuda era suficiente; y sin asentar sus políticas en construcciones políticas sólidas. Abusó de la lógica binaria, para entender y actuar sobre la complejidad de la política.

La pejotización de N. Kirchner, luego del ensayo de la transversalidad, mostró al gobierno buscando los votos necesarios para asegurar gobernabilidad; asentando su perfil reformista sobre estructuras esclerosadas del justicialismo.


La situación postelectoral

La etapa actual es de transición entre el postelectoral y el preelectoral para el 2011, y ante la próxima renovación parlamentaria que significa un menor poder relativo del kirchnerismo que necesita, más que antes, de alianzas para mantener la supremacía en el Congreso. Por otra parte, la oposición lucha por vertebrarse como una alternativa, aunque por ahora su división favorece los planes del kirchnerismo que intenta ordenar los consensos a través de la reforma política.

Una conclusión demorada de las elecciones de junio del 2009 fue que la población no había votado positivamente por ninguna fuerza alternativa. En cada distrito, la sociedad eligió al que consideró que mejor expresaba su oposición al gobierno. Ante una oferta atomizada, la voluntad colectiva – el 70% de la población que votó positivamente – se expresó de acuerdo a la oferta. Por lo tanto, los particularismos políticos no daban para que ninguno se erigiera con legitimidad como padre de la derrota del kirchnerismo.

La lucha por la sucesión no solo involucra al oficialismo y la oposición sino que también transita fuertemente en la interna ampliada de las fuerzas no oficialistas.

El día después de la elección de junio se supuso, especialmente desde la oposición y desde algunos analistas de los medios masivos, que el kirchnerismo estaba al borde de su rendición. Por el contrario, el gobierno estableció una estrategia de arremetida imponiendo su agenda y constituyéndose hasta la fecha en el eje organizador de la política nacional.

A la fecha, el oficialismo aventó a aquellos analistas que marcaban el vaticinio de un gobierno en retirada. Por el contrario, hizo uso de su mayoría relativa parlamentaria, utilizando el poder al límite de sus posibilidades y forzando la marcha sobre algunas leyes y resoluciones de carácter estratégico. Mencionamos a la estatización de los fondos de pensión, la ley de medios audiovisuales, y la asignación universal a los menores de 18 años para los trabajadores informales; como las principales.


Es decir, que a pesar de las condiciones de debilidad surgidas de las elecciones, el oficialismo decidió no abandonar el camino progresista y redoblar la apuesta a través de normas que establecían una justicia demorada.

La Ley de Medios Audiovisuales determinó que los grandes medios masivos recrudecieran su actitud opositora. Y esta conducta de los medios superó ampliamente a una oposición profesional que no alcanzó, hasta la fecha, ser una alternativa al oficialismo.

Esto, no le significó al gobierno a la fecha, una recuperación de su imagen pública, ni aseguró sus chances de victoria para la renovación 2011. Sin embargo, muestra su férrea voluntad de sobrevivir a la lógica de los ciclos políticos que analizamos más abajo.

Hoy, el peronismo disidente, tiene una representación acotada geográficamente pero significativa en la Ciudad de Bs. As. Y la Prov. de Bs. As. como armazón político todavía dista mucho de constituirse en una oposición orgánica al oficialismo. Su futuro, depende en mucho, del disciplinamiento a futuro del P.J. detrás de Kirchner, y de la posibilidad de una labor parlamentaria conjunta que el PRO y el P.J. disidente puedan hacer.


La UCR puede verse favorecida con la reforma política, y hacer pesar su posicionamiento nacional. No obstante, no tiene en la actualidad un candidato mejor que Julio Cobos; y no nos parece que vaya a tomar otro camino distinto al destino obligado que expresa la popularidad del vicepresidente.


La amenaza del ciclo

Si uno analiza la evolución de la política y la economía desde el retorno democrático a la fecha, observará ciertas regularidades, que si bien no nos permiten, desde las ciencias blandas, establecer veredictos deterministas; si, nos invitan a reflexionar sobre la constitución de ciclos cortos del consenso en nuestro país. Alfonsín, Menem, De la Rúa, cada uno en su particularidad presentan un eje común: viven ciclos de corta duración (el mayor fue Menem con diez años y medio) y el más corto es el gobierno de la Alianza que duró dos años.  Estos ciclos se cumplieron fatalmente entre un inicio de fuerte vínculo con la sociedad para luego caer en un desmérito sin retorno.

Hay otro elemento común a las diversas experiencias; es que el titular del ciclo intenta sobrevivir a la señal de finalización que le sugiere la propia etapa declinante.

Alfonsín firmó el Pacto de Olivos, mantuvo supremacía en un desvaído radicalismo e intentó algunas aventuras electorales que lo mostraron muy debilitado. Menem, resistió a su manera, llegando a que 4 años después de haber terminado su período, se presentó a elecciones en el 2003 y las ganó en primera vuelta con pocos votos y no se presentó al ballotaje ante la segura y catastrófica derrota. Hoy, el senador Carlos Menem es un recuerdo o un mal recuerdo de la política.  De la Rúa terminó su carrera política en el momento en que un helicóptero lo llevaba pacíficamente de la casa de gobierno, mientras morían más de un treintena de argentinos. Más que supervivencia el ex presidente radical produce estertores agónicos cada vez que se lo ve, en estos días, transitando por los estrados judiciales.

La llegada de Néstor Kirchner expresó el contra ciclo de los´90, y la superación de una etapa que había terminado en una de las peores crisis de la historia: el gobierno de la Alianza.

La presidenta y el ex presidente, también luchan por sobrevivir y torcerle el brazo a esta regularidad de la historia contemporánea. Llevan seis  años de gobierno y están en la etapa declinante. Ante la pregunta sobre si es posible subvertir el ciclo, o la condena del mismo es inexorable; la respuesta es contraria a considerar que es una dinámica fatal, ya que los actores políticos juegan su partido y a veces logran evitar el destino, construyendo otro. Pero, debe haber voluntad para construir estructuras políticas en contra de las tendencias dominantes que tienden a hundir a los titulares del período.

Lo que no deja de causar perplejidad es que un gobierno que ha realizado tantas reformas importantes y trascendentes, no logre ganar la subjetividad colectiva a favor de una Nación más democrática, más rica y con mayor equilibrio social.-

(*) Director de Ricardo Rouvier y Asociados. Exclusivo para ANDidital.

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