miércoles 24 de abril de 2024 - Edición Nº3686

Política | 10 ene 2014

Opinión

La máquina de coser

Industria, modelo económico, capacitación, asistencialismo y aspiraciones personales, son algunos de los elementos que el autor cruza en sus pensamientos.


Por Héctor Luis Pomini (*)
Especial para ANDigital


Se considera al francés Bartolomé Thimonnier como el inventor de la máquina de coser. Falleció en 1857 en la más absoluta pobreza. Con su invento revolucionó el mercado laboral de su tiempo, aumentando la productividad y bajando por lo tanto los costes de producción. Cuando éste instaló un taller de costura en París y creía haber logrado el éxito, un grupo de sastres irrumpió en el local, destruyendo las máquinas, amenazando de muerte al inventor arguyendo que los dejaría sin trabajo con su creación. La máquina fue perfeccionada por Howe, Seymur y el norteamericano Singer, aplicándose en nuestros días con las mejoras acorde a la época en que vivimos.

Con el transcurrir del tiempo, muchas otras “máquinas de coser fueron creadas” con el aporte de la tecnología (la aplicación de la ciencia a la técnica). Quiero decir otros inventos tratando de bajar los costes de producción. Con cada nueva creación, el hombre debió adaptarse a los cambios, creándose otros oficios subsidiarios a la producción.

Como todo pasa por lo económico, a fin de mantener una relación coste-beneficio que haga al producto final competitivo, se llegó al súmmum de la perfección con la robotización hace unos 20 años. Fue evidente la rebaja en los costes a tal punto que las fábricas automotrices alemanas y japonesas, pudieron prescindir de un número elevado de asalariados. Pero el fenómeno resultó en contra de lo previsto, puesto que al quedar cesantes esos trabajadores, éstos no disponían de dinero para adquirir los automotores producidos. Todo ello obligó a repensar en los adelantos obtenidos para que las fábricas pudieran vender los productos ofrecidos. ¿Cómo?: Capacitando al personal en las tareas de operación de tales máquinas y en el mantenimiento de las mismas, además de otras tareas subsidiarias.

Remitiéndonos a nuestro país, podemos analizar la situación planteada luego de la destrucción masiva del país realizada durante la década justicialista de Carlos Menem, continuada por Fernando De la Rúa. La privatización masiva de empresas (algo programado de antemano y de consecuencias que aún estamos padeciendo), dejó en la calle a miles de consumidores. Seguido a ello, la destrucción de la enseñanza en general, pero una de índole capital en particular: la Técnica, que continuada con un tipo de cambio que contribuyó también a la extinción de la industria nacional (con muchos defectos, pero era la nuestra en fin), con el resultado actual de carencia de mano de obra calificada.

Agreguemos que durante 20 años los avances tecnológicos han influido mucho en la producción. Antes una empresa que necesitaba 2.000 operarios, hoy necesita el 30% de ese número (600) y bien calificados. Lo que implica que quien quiera acceder a un puesto de trabajo debe estar altamente capacitado. Para ello es imperioso planes de educación técnica a la vieja usanza adaptados a los progresos. Pero también, se debe aspirar a ser educado y preparado para ello, con los esfuerzos que ello implica. De lo contrario si no hay aspiraciones, los individuos pasaran a engrosar un número creciente de menesterosos que dependerán no sólo de un plan, sino que serán “usados” por un caudillejo o un puntero (por un vivo), para conseguirlo, integrando el tradicional estilo clientelista de la política partidaria criolla.

Pero hay aspiraciones y aspiraciones. Sí, porque no hace mucho tiempo, una maestra de Ensenada preguntó a sus alumnos a que aspiraban o qué querían ser cuando fueran grandes, y uno de ellos respondió: jefe de una barra brava. No cabe duda que el ámbito familiar influye mucho en la formación del individuo.

¿Qué piensa Ud. vecino del tema?

(*) Médico. DNI 6.188.210

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