jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº3659

Política | 23 oct 2011

Opinión

Entre la inteligencia y la estupidez

Sobre el don de resolver problemáticas, los “vivos” y los estúpidos. El autor plantea que “para hacer política, llevar adelante un proyecto en serio y tener éxito de verdad, sólo con la viveza, no alcanza”.


Por Héctor Luis Pomini (*)
Especial para ANDigital

De manera práctica, la inteligencia es la habilidad para resolver problemas. Y quien la posee, puede lograr el éxito.

“Stupere” es un verbo latino que significa quedarse quieto, inmóvil, paralizado, en sentido figurado “mentalmente detenido”. De ahí deriva la palabra “estúpido”: un hombre que permanece entrampado sin intentar una salida. Las dos únicas reacciones del estúpido serán la resignación o la violencia.

Todos somos inteligentes respecto a un tipo de problemas y estúpidos, respecto a otro.

Pero consideremos que: sin el auxilio del intelecto, es decir de la capacidad de análisis crítico y sin la posesión de conocimientos relacionados con el problema, sea adquiridos por experiencia propia o transmitidos por terceros o estudios, la inteligencia pura no llegaría muy lejos en el camino al éxito. En cambio la estupidez, por más que acumule conocimientos, no sabe qué hacer con ellos. Tampoco es raro que un intelectual, con mucho de análisis crítico, sea incapaz de hallar soluciones.

Es posible, que en algún momento, uno quede mentalmente paralítico (estúpido), respecto a una determinada situación. Si se posee inteligencia, ésta nos rescatará.

La viveza, se encuentra a mitad de camino entre la inteligencia y la estupidez. La viveza comparte con la inteligencia esa velocidad mental, y con la estupidez, la incapacidad de encontrar la solución definitiva al problema. La viveza, en síntesis, es la habilidad mental para manejar los efectos del problema, pero sin resolverlo, y estos efectos pueden permanecer igual, pero “disfrazados”.

El vivo “sabe” (no siempre) cómo eludir los efectos del problema, de cómo volverlos beneficiosos para él o de cómo desviarlos en perjuicio de un tercero. Sin egoísmo, no se puede ser vivo, porque  “para echarle el fardo a un tercero, es imprescindible un alto grado de inmoralidad”. El vivo da la impresión de tener éxito, de ser inteligente: se mueve entre problemas “sin sufrir las consecuencias” y les saca provechos transitorios. Se los suele llamar “tipos despiertos”. Aparentan un brillo mental que no tienen. El inteligente cuando trata de solucionar un problema, puede parecer un tanto lerdo, estúpido, comparado con el vivo. Porque el inteligente se tomará su tiempo hasta llegar a la solución.

El vivo, no puede permitirse demoras. Los efectos prácticos de los problemas reaparecen enseguida. Él está obligado a la rapidez  porque “su autosuficiencia” lo presiona, lo lleva a la improvisación con sus pobres recursos de conocimiento. Si los efectos del problema por su gravedad, complejidad y magnitud lo sobrepasan, pateará la pelota para adelante o buscará a quien, o algo a qué, echarle la culpa. (Ej.: “La deuda municipal de Ensenada nació, y se reprodujo, sólo por el Hospital  Cestino”. . .¡vamos. . . a nosotros. . . con éstas! Año 2003)

La gran mayoría de la clase dirigente, caudillos y los que creen serlo, piensan  que  para gobernar, llevar adelante una gestión, o un proyecto, con la rapidez o la viveza, y con plata que venga de arriba, es suficiente. La realidad, nos indica otra cosa: sin moral, sin conocimiento, SIN INTELIGENCIA, sin miras superiores, sin acciones continuadas a largo plazo, difícilmente se sale del caos, de la degradación , de las deudas y del estancamiento.

Síntesis: para hacer política, llevar adelante un proyecto en serio y tener éxito de verdad, sólo con la viveza, no alcanza.

¿Qué piensa vecino sobre esto?

PD : Cualquier semejanza con el pasado local reciente es pura coincidencia.

(*) Médico - DNI 6.188.210

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