jueves 28 de marzo de 2024 - Edición Nº3659

Política | 22 jun 2009

Opinión

Sobre la simbología de muros y el mal uso de la estupidez

Varias hipótesis de cómo un intendente, en este caso Gustavo Posse de San Isidro, puede idear soluciones estúpidas sin que nadie lo persuada anticipadamente.


Por Fabricio Breccia (*)
Especial para ANDigital

¿Cómo se le ocurrió a Gustavo Posse separar a los santos Isidro y Fernando? El fatal error ante esta pregunta fue buscar la respuesta con el liviano absurdo que contaminó la idea del muro. Entonces la palabra muro fue googleada. Quedó a un costado la palabra paredón por tener tinte de criminalword con letras que fusilan. Pero sí muro fue googleada con las ventajas que dan este tipo de soluciones rápidas, fáciles y sobre todo, gratis.

Y aparece como primer resultado el posmoderno mata burros Wikipedia, una enciclopedia libre que presenta la variedad del término, con la fantástica acepción de El muro (Le mur) una obra del lindofeo Sartre. Dice que esta obra nos muestra distintas formas de cómo los seres humanos enfrentamos la muerte. Algunos la aceptan resignados, con la cabeza gacha, esperando que ella toque sus frentes, mientras que otros lloran y rasguñan el aire para evitar ese contacto.

No no, la posibilidad del libro de Sartre queda descartada como objeto motivacional de la construcción del muro, desplazando los interrogantes existencialistas de ¿quiénes son los resignados de cabeza gacha?; o, ¿quiénes lloran y rasguñan el aire para evitar el contacto? Y ni hablar de ¿quién o qué es la muerte? Le mur nos deja en claro que no fue la musa de Posse, y agrega una deuda a esta biblioteca que se amplía a cada instante con libros por leer que por los ya leídos.

Quizás la muralla china sea la segunda hipótesis sobre la inspiración del muro de San Isidro. Gigante muro construido para resistir los ataques mongoles y luego, sin ser su objetivo, ser declarada por la Unesco como patrimonio de la humanidad. Pero, si bien la construcción de este muro tiene en común el espíritu de defensa, no parece muy viable que Posse lo haya ordenado pensando en fotografías satelitales en los manuales de historia como el muro que se ve desde la luna, o que trascienda su mandato y sea promovido como una de las siete maravillas del mundo.

Más fácil de descartar en este abanico de hipótesis es el muro de los lamentos o muro de las lamentaciones. El muro de Posse no pertenecía a ningún templo histórico. Y mucho más fácil de descartar es la fantástica escena del intendente relajado escuchando el disco The Wall, imaginando a Rogers Waters construyendo un muro entre el escenario y el público porque algún demente le escupió la cara. O alquilando el film Good bye Lenin soñando con despertar del coma y la aceptación de los vecinos de los santos, Isidro y Fernando, y su muro, todavía ahí, de pie, aunque sea por farsa.

Intentar explicarse soluciones absurdas con el método del googleo no parecer dar buenos resultados. Tampoco los creadores del muro de San Isidro ayudan a encontrar argumentos razonables. Por suerte hubo un acto de cordura general, sea por el motivo que sea, para repudiar el muro en cuestión. Sin embargo quedó flotando la increíble posibilidad de escuchar en una promo del canal de las pelotas al intendente Posse, medio rubión, gritando “3, 2, 1.. ¡muro!”.

Esto tendría más sentido.-

(*) Periodista.

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