sábado 20 de abril de 2024 - Edición Nº3682

Política | 17 feb 2017

Opinión

2017: El Peronismo y el desafío de la unidad

Con el cónclave del PJ bonaerense que tendrá lugar en Santa Teresita este sábado como punto de partida, el autor analiza el rol y las necesidades del peronismo de cara a las elecciones de medio término de octubre. La crucial necesidad de alcanzar la unidad. 


Por Guillermo Justo Chaves (*)

Este 2017 resulta un año crucial para nuestro país. El gobierno intenta profundizar su gran viraje en términos económicos y políticos que se asemeja en gran medida a las experiencias anteriores de matriz neoliberal (dictadura militar y los noventa con menemismo y Alianza) que generaron consecuencias muy dañosas a nuestro país. Al mismo tiempo se define en este año electoral el futuro del peronismo como posible alternativa de poder. Para ello, y enfocando en el peronismo, la discusión central se va a originar en la provincia de Buenos Aires.

Un buen punto de partida fue la reciente apertura a los distintos sectores internos para la toma de decisiones, con la ampliación del número de apoderados, lo que puede ser un síntoma de mayor democratización. Un paso más allá y con incógnita es lo que sucederá este 18 de febrero en Santa Teresita. Lo cierto es que se percibe un clamor de unidad pensando en las elecciones.

Sin embargo, para que se concrete la ansiada unidad se tienen que dar algunas condiciones. En primer lugar, la autocrítica. Es necesario asumir públicamente que el pueblo dio la espalda a nuestra propuesta electoral y eso lo hizo por diversas razones que nosotros y la sociedad ya conocemos. La humildad y el reconocimiento frente a la derrota de los responsables y protagonistas más visibles son el germen del renacimiento. Lamentablemente -o no- hubo que dejar atrás a Luder y a Herminio en 1983 para que comience el proceso de renovación con Cafiero, o derrotar a Duhalde en 2005 para que nazca una nueva etapa.

En segundo lugar, debemos tomar conciencia que el peronismo ha sido una fuerza política mayoritaria y con el correr del tiempo pasó a ser una minoría intensa o a lo sumo una minoría extensa. ¿Cómo se explica esto? En lugar de interpelar e interpretar viejas y nuevas demandas de los ciudadanos nos encerramos en querer tener razón. Pero en política eso es sólo una parte, además es necesario “construir mayorías”. El peronismo siempre lo entendió: primero en la década 1946-1955, después en 2003-2013. A partir de allí sufrimos dos duras derrotas. Durante aquellos dos momentos fuimos una fuerza política con las características de lo que la teoría llama “partidos atrápalo-todo” (catch all parties). Como un producto de la evolución de los partidos de masas con una visión amplia y omnicomprensiva de la realidad social superaba visiones dogmáticas, de clases o intereses sectoriales. Más allá de un sesgo ideológico de época (con Perón más al centro, con Kirchner más a la izquierda), el criterio siempre fue expresar la totalidad. Lo extraño de todo esto fue que tanto Cambiemos -que pareciera gobernar para un sector minoritario-, o el massismo -de difícil encuadre-, se transformaron en “atrápalo todo” y el peronismo se fue reduciendo a esa lógica de minoría intensa, lugar de donde tiene que salir en forma urgente.

El tercer punto se plantea en el campo de las ideas. Ya sea para oponerse al gobierno, ya sea como agenda propositiva, para interpretar al ciudadano o plantear nuevos desafíos. Está claro que este gobierno llegó con un mandato opuesto a los intereses del pueblo. Las medidas tomadas hasta ahora han generado mayor desigualdad, concentración de la riqueza, pérdida de trabajos y caída del salario real, recesión, inflación, destrucción de aparato productivo, intento de reprimarización de la economía. En fin, todo el recetario de la ortodoxia neoliberal con la prepotencia del patrón de estancia. La agenda propositiva, a su vez debe ir de la mano de insistir con el fortalecimiento del Estado en los rubros de equilibrador social, promotor de desarrollo y de la actividad económica diversa. El trabajo como el gran articulador social, sosteniéndolo como el eje del ideario de un proyecto popular. Lo mismo vale para lo que se llama bienes comunes. La gestión de recursos estratégicos como agua, tierra, minería y energía deben ser una prioridad en un proyecto de país para todos. Hoy son los bienes que se disputan los privados, y que cuentan con el guiño de los CEOs que administran el Estado.

Finalmente, como cuarto punto, las preguntas son: ¿cómo se llega a la unidad? ¿Cómo se resuelve? Debemos decir que unidad no es amontonamiento cuando las posiciones son divergentes en varias cuestiones. Lo más saludable en democracia es resolver la contradicción con una contienda electoral. Con todos adentro. La herramienta de las PASO es un instrumento que la ley nos da para superar esta etapa y alcanzar la unidad, pero yendo hacia adelante. Entonces, la verdadera unidad se transforma en síntesis. Pero como la política la hacen los seres humanos necesitamos a los protagonistas y para ser creíbles la renovación de caras viene de la mano de todo lo dicho. No podemos pretender volver a convocar a toda la sociedad con agrupaciones o figuritas del pasado, tampoco podemos eludir la discusión interna, la catarsis y la competencia. Sin perjuicio de ello hay dos datos de la realidad que son determinantes. Tenemos que cuidar a Cristina Kirchner como expresidenta y es necesaria la renovación para lo cual tenemos candidatos convocantes, como Florencio Randazzo y también referencias importantes como Francisco.

Albert Einstein decía, si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo. Venimos de dos derrotas. Ojalá el peronismo de Buenos Aires sin mezquindad y con la generosidad que sostiene la idea “primero la patria, después el movimiento y por último los hombres” esté a la altura de las circunstancias y dé los pasos necesarios para la necesaria renovación que lo lleve nuevamente a la victoria.-

(*) Dirigente Justicialista. Magister en Ciencia Política. Abogado. Profesor de Derecho Político.

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