martes 23 de abril de 2024 - Edición Nº3685

Economía | 7 may 2021

Análisis

¿Qué componentes inciden en el aumento de tarifas del gas?

Se espera que la suba sea entre 6 y 7 % para usuarios residenciales y de 4 % para PyMEs. Sería el primer ajuste en dos años.


Por Roberto Carnicer (*)

Para explicarlo de forma sencilla, el precio del gas pagado por “doña Rosa”, es decir los residenciales, está formado por tres eslabones de la cadena: el precio de gas en boca de pozo (que se establece por subasta entre las distribuidoras de gas y Cammesa con los productores), la tarifa de transporte por el servicio de transportar desde la boca de pozo por la red troncal de gasoductos a la distribuidora regional y, por último, la tarifa por el servicio de distribuir el gas a las viviendas de su región.

A las tarifas las regula el ENARGAS, según el tarifario de la Revisión Integral de Tarifas (RTI) de 2017 (exigido por la Ley de Gas). Se desea hacer notar que, desde la aplicación de la Ley de Gas (1993) hasta el presente, hubo solo dos RTI siendo que debe hacerse cada cinco años (en 1998, luego los gobiernos amparados en la ley de Emergencia Económica no las concretaron hasta el 2017).

El precio de gas pagado por el usuario residencial normalmente se actualiza en los meses de abril y octubre, quedando congelado en pesos de abril a septiembre (seis meses) y de octubre a marzo (otros seis meses).

El mecanismo para establecer el precio de gas en boca de pozo para la demanda prioritaria -residenciales (distribuidoras de gas) y centrales térmicas (Cammesa)- ha sido establecido por el decreto 892/2020, y consiste en una subasta con precio máximo para los próximos cuatro u ocho años, en dólares a tasa de cambio oficial. Las tarifas (transporte y distribución) se fueron actualizando por índices que acompañan a la inflación desde 2017 hasta abril 2019. De manera que el mecanismo de formación de precios según la Ley de Gas y del decreto 892/20 está claramente establecido.

Ahora, ¿qué pasa actualmente? Desde abril 2019 hasta el presente no hubo ningún aumento de precios al sector residencial (recordemos las inflaciones de 2019 y 2020, en torno del 40 %). O sea, no aumentó ni el precio de gas como así tampoco las tarifas de transporte y de distribución.

La realidad nos demuestra que, para seguir disponiendo de cualquier servicio, se deben actualizar tanto el precio de gas y las tarifas. Si no se aumentan las tarifas, las alternativas serán importar cada vez más energéticos, que son más caros que el precio doméstico, y que serán subsidiadas por el Estado, invisible directamente a la cartera de “doña Rosa”, pues los pagarán los que trabajan en blanco vía más impuestos. Y el sistema de transporte y distribución dejará de ser eficiente para los sectores productivos, de los cuales el residente tampoco se enterará.

(*) Director del Área Energía de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Austral.-

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