martes 19 de marzo de 2024 - Edición Nº3650

Interés general | 28 nov 2021

Argentina profunda

La historia y el turismo religioso se unen en la Ruta de la Fe tucumana

Desde el año 1500 a nuestros días, los milagros y las reliquias son mojones imperdibles en cada rincón de la provincia norteña.


TUCUMÁN (ANDigital) Cuenta la historia que cuando el general Manuel Belgrano, en 1812, “desobedeció las órdenes de Buenos Aires y resolvió enfrentar a los invasores españoles, llegó a Tucumán, reunió a la población que ni siquiera sabía manejar armas, y pasó varias horas frente a la imagen de la Virgen de La Merced para pedirle que interceda en la batalla”, según detalla el coordinador de Turismo Religioso, del Ente Autárquico Tucumán Turismo (EATT), Gustavo Maccio, quien además integra la Comisión Argentina de Turismo Religioso (CATR).

“En pleno campo de batalla, sucede un hecho que trasciende como milagro. Es la invasión de langostas que cubrió a los invasores, obstaculizando así la visión de los españoles. Y fue entonces cuando el Ejército del Norte, que conducía Belgrano, expulsó a los realistas a las órdenes de Pío Tristán”, sintetiza Maccio y añade que a partir de allí, Belgrano le atribuye a la Virgen haber intercedido en la batalla, y cuando regresa de luchar, en medio de la procesión, se acerca a la imagen de la Virgen de la Merced, le entrega el Bastón de Mando, y la nombra Generala del Ejército Norte.

La Virgen de la Merced ostenta varias imágenes, una de ellas en el sur de la provincia con una talla del siglo XVI.

Para quienes gustan de bucear en la historia, Maccio destaca que la actual Plaza Manuel Belgrano de la capital tucumana, donde hoy está el Hospital de Niños, fue el verdadero y original campo de la Batalla de Tucumán. Además, le llamaban “La Ciudadela” o “Campo de las Carreras” porque era un campo donde se corrían carreras cuadreras, desafíos de destreza criolla que en aquel entonces se corrían entre dos o más jinetes, durante una cuadra -unos 129 metros, unidad de medida durante la época colonial-.

Este territorio tucumano, durante los años de lucha por la Independencia, lo que se conoce hoy como provincia, pertenecía en aquel momento al Norte Grande que abarcaba también parte de los actuales provinciales de La Rioja, Córdoba, Catamarca, Salta, Santiago del Estero y Jujuy, que conformaron una región donde las historias religiosas se tallan desde el siglo XVI, con la llegada de los españoles y las distintas órdenes religiosas entre otras, los Jesuitas, Domínicos, Franciscanos, para evangelizar.

“Hay historias en cada paso por Tucumán”, dice Gustavo Maccio, quien se encuentra por estos días en “Lules”, una de las ciudades del Circuito Sur de Tucumán, donde también hay sitios históricos religiosos como San José de Lules, donde se estableció la reducción de los indios Lules, fundada por la compañía de Jesús en 1670 y donde funcionó una escuela y se cultivó por primera vez la caña de azúcar.

El santuario de la Virgen del Valle, en la localidad de La Reducción, convoca a miles de fieles cuando se acerca el 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción de la Virgen, en tiempos sin pandemia, mientras que la Iglesia Nuestra Señora de La Merced, que data del siglo XIX y está ubicada en Villa de Medinas, alberga la imagen más antigua de la Virgen de la Merced, esculpida y tallada en madera semi dura, con una lámina de oro que data del año 1600. Cada 15 de julio, se conmemora la coronación de la Virgen y se congregan los fieles para renovar los votos de Fe, y cada 24 de septiembre, el Día de la Virgen de la Merced, también es una fecha que une a los feligreses.

Hay que recordar que la primera ciudad capital fue fundada en 1565, en el emplazamiento de Ibatín, donde hoy se encuentra Monteros, otra de las localidades de este recorrido por el sur tucumano, donde las tierras fueron entregadas como medio de pago al capitán Espinoza, devoto de la Virgen de Rosario, y en su honor construyó la capilla de adobe y paja. Allí, en 1719, durante tres días, la imagen sudó mojando sus vestiduras, episodio que se consideró como un Milagro de la Virgen.

En cada rincón tucumano se conocen historias y milagros. Desde San Francisco Solano, que a fines del siglo XVI recorría la región, hasta el Cura Gaucho, el Padre Brochero (1840-1914), santificado por el Papa Francisco en 2016, han acrecentado la esperanza en un pueblo que talló la Independencia.

Tanto es así que se recuerdan episodios que trascendieron como cuando en el sitio llamado “Pozo del Pescado”, a unos tres kilómetros de Trancas, los habitantes sedientos y hambrientos no podían seguir el paso hasta que San Francisco Solano apoyó su bastón en el suelo y brotó un manantial de agua pura y con peces, resolviendo la sed y el hambre de los pobladores.

“También se recuerda el milagro de cuando San Francisco Solano se dirigía hacia Santiago del Estero y al encontrarse con el río crecido, éste se retiró a orar y luego se acercó a la orilla e hizo señas para continuar viaje. Ante el asombro de todos, las aguas se abrieron y a partir de allí el río tomó el nombre de Río Hondo”, relata el funcionario.

Otros capítulos históricos sitúan a San Francisco Solano en plena ciudad de San Miguel, a fines del siglo XVI, cuando durante una jornada en que lidiaban con toros, una de las bestias se escapó por una calle, la misma por la que caminaba San Francisco Solano quien, al verlo y frente al estupor del pueblo, lo esperó con su mano en alto, gesto que impuso tranquilidad al animal que adoptó una postura servil.

Todo eso, al tiempo que el Padre con el cordón franciscano que llevaba en sus hábitos, lo sostuvo y condujo nuevamente a su corral. Este milagro está representado en la obra del pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1610-1682) y se encuentra en la ciudad de origen como Patrimonio Nacional Real, en el Alcázar de Sevilla, España.

Son grandes las coincidencias en los hechos de la historia y los milagros, cuando se recuerda también que hacia 1950, un hombre proveniente de Asturias (España), que sobrevivió a un accidente, en muestra de agradecimiento y devoción, prometió a la Virgen de Covadonga construir un sitio de culto en su honor, con la condición de que el lugar guardara similitud con las tierras de Asturia y, fue así que construye una Iglesia en la localidad de El Mollar cerquita de Tafí del Valle, en los Valles Calchaquíes tucumanos donde se venera a la Virgen de Covadonga (cuya traducción es Nuestra Señora de la Cueva), señaló Gustavo Maccio.

Tucumán es una tierra que ofrece una amplia gama de sitios religiosos católicos, sobre todo la Mariana (Devotos de la Virgen María) a pesar de que en este suelo también se radicaron judíos, budistas, personas con distintos credos y religiones que componen la mixtura cultural de la región.

La Ruta de la Fe en la provincia de Tucumán invita a recorrer Templos, Iglesias, Catedrales, Basílicas, Museo de Arte Sacro, Grutas y Ermitas existentes en los diferentes destinos de la provincia. Cada día, mes y año, en el calendario de eventos religiosos, los fieles renuevan su fe y devoción y en este 2021 de pandemia, también se podrá celebrar a la Virgen de la Merced que, en este contexto, visitará cada barrio de la ciudad.

Devotos, creyentes, fieles, peregrinos y visitantes que se interesan por la historia y la cultura, son parte del universo que en cada recorrido por el territorio tucumano descubren los mayores tesoros de este pueblo: su historia y su cultura.

Este segmento turístico en el mundo entero representa unos 300 millones de fieles que viajan y recorren los lugares donde se expresa la Fe, y esta provincia fue anfitriona en el 2016 del Primer Congreso Internacional Santuarios y Turismo Religioso y Encuentro Argentino de Turismo Religioso.

Reliquias para conocer

Un recorrido por la historia puede realizarse a través de distintos objetos, pero cuando nos enfrentamos a reliquias es la emoción la que atrapa el alma.

Pocos conocen las reliquias que se atesoran en los templos de la Ruta de la Fe en esta provincia y tan sólo visitar la capital, San Miguel de Tucumán, unirán desde distintas aristas la grandeza de la historia de cada lugar y de la Argentina.

Por eso, cuando uno recorre el microcentro de la ciudad más poblada del Norte argentino, es posible que en tan sólo mil metros se sorprenda a cada paso. Desde la arquitectura hasta los capítulos de la historia tallada en cada templo podrán sumergirse en el paso del tiempo.

Las Iglesias Catedral, San Francisco, La Merced y Santo Domingo y el Museo de Arte Sacro son lugares para recorrer, admirar y renovar la Fe y los ribetes de la historia. Las influencias jesuíticas, dominicas, franciscanas y mercedinas presentes en cada templo son parte de este recorrido imperdible.

Desde el casullo de San Francisco Solano o la primera Bandera Argentina en suelo tucumano y la segunda en el país, son reliquias únicas que pueden conocerse en este recorrido por los templos capitalinos.

Claro que, en la Iglesia y Convento San Francisco, que perteneció a la Orden Compañía de Jesús (jesuitas), luego a los dominicos y después a la Orden Franciscana es la imagen de San Miguel de Arcángel, Patrono del Templo, la que todos quieren conocer porque es la reliquia que participó de la primera fundación de la ciudad. Pero pocos saben que aquí se resguarda el casullo de San Francisco Solano, una indumentaria bordada; o las mesas y tres sillas franciscanas prestadas a los congresales de 1816, y el Cristo Yacente articulado de los jesuitas que es una escultura del Alto Perú del siglo XVIII.

Del templo original, se resguardan el retablo y los altares (Siglo XVIII) y entre sus muros se alojaron congresales de 1816, también soldados de Belgrano y San Martín. Parte de su estructura actual, el ala Este, se terminó de construir hacia 1901, hoy son Monumento Histórico Nacional (MHN).

En la Basílica Menor Nuestra señora de La Merced, también llamada Parroquia de la Victoria, preserva como reliquia el Bastón de Mando con empuñadura de oro que el general Manuel Belgrano le ofrendó a la Virgen de la Merced tras ganar la Batalla a los realistas. También hay una bandera que fue tomada a los realistas durante la Batalla de Salta, en 1813, pero es la primera Bandera Argentina en territorio tucumano y la segunda en el país, la que atrapa los corazones.

El estilo neoclásico de la Catedral Nuestra Señora de la Encarnación se admira desde la Plaza Independencia. En una de sus cúpulas se observa un reloj londinense que perteneció al Cabildo de Tucumán; dentro del templo, una Cruz de madera utilizada en la primera fundación de la ciudad, en 1565, y un piano traído de Paris en 1800. La tumba del Sacerdote José Eusebio Colombres, impulsor de la industria azucarera también se encuentra en esta Catedral.

Claro que, en esta región argentina, muchos coinciden en destacar a la Basílica Menor Nuestra Señora del Rosario Iglesia Santo Domingo como una de las más bellas, fundada por los dominicos en 1785, contiene entre muchas obras, un antiguo órgano aún en uso y junto al templo, funciona la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino.

Si las reliquias lo atrapan puede continuar con su recorrido visual y pleno de emoción en el Museo de Arte Sacro, que pertenece a la Arquidiócesis de Tucumán y posee piezas y obras que reflejan la historia y el arte de la Iglesia Católica y de la sociedad tucumana.

Murillo, Solano y el toro

La historia cuenta que el Padre Fray Francisco Solano caminaba por una calle de San Miguel de Tucumán en momentos en que estaban lidiando con toros, cuando uno de los animales se escapó y en su embestida mató a varias personas y varias mulas, para continuar su enfurecida carrera en la misma dirección por donde se trasladaba, de a pie, Solano. Lejos de amilanarse, el franciscano, tomó su cordón de la envestidura, lo antepuso sobre la cabeza del toro y la bestia frenó, lo olió y se comportó como un animal doméstico. Fue testigo del hecho, el gobernador de entonces, don Juan Ramírez de Velazco.

Esta historia trascendió como milagro, San Francisco Solano es Patrono de los toreros, de su ciudad de origen Montilla y Patrono del Floklore argentino. Pero lo colosal es también, que integra la obra del pintor del barroco español, Bartolomé Esteban Murillo (1618-1682) quien se caracterizó por exaltar las virtudes de la Orden Franciscana y su arte se distingue por el naturalismo y la iluminación difusa.
De las 13 obras de Murillo, hoy se conservan 11, una de ellas es "San Francisco y el Toro", un óleo sobre lienzo de 1645, donde el pintor viste a Solano con el hábito perteneciente a los franciscanos y reproduce la escena con el toro. La pintura se puede admirar en la ciudad de origen, Sevilla, donde integra el Patrimonio Nacional Real Alcázar de Sevilla, España.

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Ente Autárquico Tucumán Turismo
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