jueves 18 de abril de 2024 - Edición Nº3680

Interés general | 29 abr 2022

46a edición

Saccomanno brilló en la inauguración de la Feria del Libro: Rural asesina y oligopolio del papel

El escritor se preguntó por qué se le paga “un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros”. También le puso nombre y apellido a los “dueños” de la industria.


CIUDAD DE BUENOS AIRES (ANDigital) Este jueves quedó inaugurada la 46ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, jornada signada por el encendido discurso a cargo del escritor Guillermo Saccomanno, quien condenó tanto a las condiciones de la “industria del libro” como a La Rural, sede que alberga al evento.

“Decir feria implica decir comercio. Ésta es una feria de la industria y no de la cultura, aunque la misma se adjudique este rol”, expresó el autor de El oficinista, Cámara Gesell y Soy la peste, entre otros.

En igual tenor, consideró que el evento en Palermo “es una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10 por ciento del precio de tapa de un ejemplar”.

Saccomanno también se refirió al precio de las entradas a la muestra (entre 300 y 450 pesos, con pases de 700 pesos por tres días), en medio de la compleja situación económica por la que transita la Argentina: “Alguna vez esta feria tuvo como lema propiciar la relación del autor con el lector. La sombra del dinero enturbia, como vemos, la naturaleza de esa conexión”.

“Si éste es el cuadro de situación de la feria, que no es nuevo, en medio de esta crisis económica que depreda nuestro país, ¿quiénes son los lectores que llegan al libro sino los de una clase media pauperizada siempre y cuando no gasten demasiado en la gaseosa y los panchos?”, interrogó Saccomanno.

En otro tramo de su exposición, aguijoneó: “¿Es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en La Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros?”.

“En lo personal, creo que esta situación simbólica refiere una violencia política encubierta”, arremetió.

Acto seguido, aludió al “problema del papel” y lo ubicó en variables locales oncretas que se suman a las de la pandemia o la guerra: industria oligopólica, inflación y falta de regulación estatal.

“La falta de papel se debe a la menor producción de las dos empresas productoras de papel para hacer libros. Una es Ledesma, propiedad de la familia Blaquier/Arrieta, una de las más ricas del país, apellidos vinculados con la última dictadura en crímenes de lesa humanidad, además de relacionados con la Sociedad Rural, escenario en el que hoy estamos. La otra empresa es Celulosa Argentina. Su directivo es el terrateniente y miembro de la Unión Industrial José Urtubey, conectado con la causa Panamá Papers. Los oligopolios han producido menos por problemas internos y por la pandemia”, indicó.

Finalmente, aclaró: “La literatura que me gusta no baja línea. Y, lo que escribo en esta hoja, tampoco baja línea. Simplemente soy descriptivo, estas son las cosas que se juegan para quienes elegimos este oficio”.

“Inexorable, la tensión me impulsa hacia un nervioso desorden enumerativo. Asumo el riesgo de ser malentendido y juzgado como aguafiestas. Pero, a pesar del frenesí y la euforia de la organización y su expectativa en la facturación, nuestro presente no tiene mucho de festivo”, remató el autor de El buen dolor y La lengua del malón. (ANDigital)

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