jueves 25 de abril de 2024 - Edición Nº3687

Interés general | 22 mar 2023

Enfoques

Acreedores climáticos: ¿Quién le debe a quién?

La estremecedora realidad pone en consideración el impacto global de las decisiones económicas de los países centrales sobre los emergentes y pobres.


Por Fabián Ruocco (*)

Recientemente, el ministro de Economía, Sergio Massa, profundizó sobre la situación argentina ante el mundo, posicionando a nuestro país “como acreedor climático”. En un contexto convulsionado por la economía, hablar de la balanza en términos medioambientales es esencial para encarar con responsabilidad la problemática del cambio climático.

La noción de “acreedores climáticos” permite evaluar quién realmente le debe a quién. Para esto, es necesario generar variables que permitan evaluar periódicamente los servicios ecosistémicos que brinda cada nación, y poner sobre la mesa el canje de deuda por acción climática estableciendo el concepto de “deuda ambiental”.

Estas medidas pueden ayudar a fomentar la responsabilidad y la colaboración mundial en la lucha contra el cambio climático, asegurando que las naciones y las empresas cumplan con sus compromisos ambientales y compartan la protección y restauración de los ecosistemas que se encuentran destruidos.

La bajante del nivel del Río Paraná, uno de los más importantes de Argentina, es un recordatorio doloroso del impacto del cambio climático en nuestra región.

La sequía histórica que ha afectado a Brasil, donde se origina el Paraná, viene generando una disminución sostenida del nivel del agua desde 2019. Esta estremecedora realidad pone en consideración el impacto global de las decisiones económicas de los países centrales sobre los emergentes y pobres.

A menudo, las medidas impulsadas por las potencias mundiales para proteger sus economías repercuten negativamente en los recursos y el medio ambiente de nuestras naciones.

Ante esto, debemos encontrar formas de incluir esa disparidad en la ecuación global de la balanza medioambiental. La repercusión negativa a escala global de olas de calor nunca antes experimentadas, inundaciones, incendios y sequías… Una alteración climática que promueve el desarrollo de nuevas enfermedades, la extinción de animales y la falta de alimentos.

Encarar esta crisis con responsabilidad y compromiso es indispensable para avanzar hacia una economía global verdaderamente sostenible y justa, que proteja los recursos naturales y el medio ambiente para las generaciones futuras, y también las actuales que ya padecemos las consecuencias.

En primer lugar, es necesario considerar cómo las decisiones de los países centrales pueden tener un impacto negativo en otras naciones, especialmente en las que tienen menos recursos.

En segundo lugar, debemos preguntarnos qué estrategias pueden implementar los estados de América Latina para enfrentar las consecuencias del cambio climático, a pesar de no ser los principales contaminantes. Finalmente, surge la pregunta de quién debe hacerse cargo de los costos y bajo qué condiciones.

Es crucial que se aborde esta situación desde una perspectiva global y justa. Los países más ricos deben tomar medidas para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero y, al mismo tiempo, apoyar a los países más pobres que se ven afectados por el cambio climático.

Los estados de América Latina tenemos que trabajar juntos para construir estrategias efectivas y coordinadas para hacer frente al cambio climático en nuestra región. Solo a través de un enfoque colaborativo podremos avanzar hacia un futuro sostenible y equitativo para todos.

 

(*) Especialista en energía y medioambiente. Director Ejecutivo de la UVT – CEDyAT, y de VinTecAr 4.0, y miembro de la Red de Expertos de Silicon Valley.

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