miércoles 16 de julio de 2025 - Edición Nº4134

Interés general | 18 abr 2023

Entrevista

“Si no hay riesgo, no hay posibilidad de construir una pareja”

Así lo afirma ante ANDigital el licenciado en Psicología, Alejandro Schujman, quien el 27 de agosto lleva a La Trastienda su novedosa intervención “¿Sufriste por amor alguna vez?”. El tiempo de los vínculos cobardes y el desafío de la responsabilidad afectiva.


CIUDAD DE BUENOS AIRES (ANDigital) Un ida y vuelta con el público por los distintos tipos de amor es lo que propone el reconocido licenciado en Psicología, Alejandro Schujman.

Una mirada distinta a los vínculos de pareja en los que todos podemos reconocernos en algún momento de la vida. Amores tóxicos, amores cobardes, amores ausentes… Todo ello será abordado el jueves 27 de abril, desde las 20.30 horas, en La Trastienda de San Telmo, calle Balcarce 460 en el marco de ¿Sufriste por amor alguna vez?

En este sentido, particular importancia vienen teniendo las nuevas tecnologías, las cuales, al decir del profesional, “lo que generan es una cierta facilitación aparente en el armado de vínculos” pero a la postre “nos acercan con quienes estamos lejos y nos alejan de quienes estamos cerca y desvirtúan en tanto y en cuanto las utilizamos de manera poco amorosa”.

“Desvirtúan lo esencial de la comunicación que es el mirarse a los ojos, el hablar de lo importante cara a cara y no a través de las pantallas. Hay un montón de malos entendidos que se juegan en la comunicación virtual de comas, tonos, las mayúsculas se traducen como grito y son un gran recurso para un mal de estos tiempos que son los amores cobardes, refugiarse atrás de las pantallas”, acota en diálogo con ANDigital el escritor y conferencista diplomado con honores en la UBA.

Ahondando en este “no animarse a un vínculo en el que quizás se sufra”, recalca que “en el amor a veces se sufre, pero si no hay riesgo, no hay posibilidad de construir una pareja. Y la irresponsabilidad afectiva es la ausencia de compromiso en el saber de lo que hacemos tiene consecuencias en el que tenemos enfrente es uno de los males de época con fenómenos nuevos como el ghosteo o tantos otros destratos poco empáticos y poco amorosos que se ejercen a través de las pantallas”.

Acto seguido, pone de relieve que “en el amor sano tiene que haber confianza y para que haya confianza tiene que haber responsabilidad afectiva, tiene que haber disfrute compartido, tiene que haber un deseo genuino de que la otra persona sea feliz, tiene que haber la claridad en el plantear cuales son las cuestiones que queremos, que es lo que estamos buscando y si estamos buscando lo mismo, entonces vamos hacia adelante, si buscamos cosas distintas no te hago perder el tiempo, porque el tiempo es valioso y la vida es larga, pero no tanto”.

“Hay infinidad de situaciones que entran en lo que se denominan ‘casi algo’ que genera mucho sufrimiento y malestar porque hay mucha gente tratando de entender la cabeza de quien no quiere ser entendido. Hay como una nueva caracterización de los trastornos narcisistas, psicópatas, que se agudizan a través de las pantallas, en situaciones de desplante que se repiten una y otra vez”, insiste el autor de los libros “Generación NINI” y “Es no porque yo lo digo. Padres rehenes de hijos tiranos”.

Así las cosas, brinda algunas pautas para el tan mentado amor sano: “confianza, diálogo, disfrute y que no haya posesión, ni celos, que no haya pedidos en el que el otro resigne cuestiones esenciales. Si no hay confianza, si no hay responsabilidad afectiva, si no hay diálogo, si no hay disfrute, entonces ahí no es”.

En cuanto al novedoso formato que propone con ¿Sufriste por amor alguna vez?, Shujman pondera: “en esta percepción de la empatía y del ‘tú a tú’ que yo trato de generar desde el escenario, la gente se olvida realmente que está en el teatro”.

“Lo que yo planteo siempre es un pacto de confidencialidad lo que pasa en La Trastienda en esta caso, queda en La Trastienda y no he tenido en dos años ya de funciones en Argentina, en España, en Uruguay, en México ninguna situación en la que el público no se haya largado a hablar”, aseveró.

Por ello, puntualiza que “se genera una comunión muy grande porque lo que le pasa a las personas en las salas son cuestiones parecidas, todos sufrimos por temas similares y las redes que se forman me conmueven, me asombran, se han formado parejas en algunas funciones y se han armado redes de contención a personas que la estaban pasando realmente muy mal”.

“Afortunadamente este es un formato en el que la gente se siente cómoda y la butaca, la silla del teatro termina siendo un espacio terapéutico que muchas veces es trampolín para animarse a soltar situaciones dolorosas o a sostener situaciones que a veces dan miedo, que tienen que ver con animarse a un amor sano”, completa el psicólogo. (ANDigital)

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