viernes 06 de junio de 2025 - Edición Nº4094

Espectáculos | 15 jun 2024

Cine

“La ruptura”, amor en tiempos de neoliberalismo

“Necesitaba contar a la pareja que se rompe en un contexto de demolición y transformación del lugar que los aloja, un pueblo turístico que se ve afectado por la intención de la gentrificación”, dice la directora, Marina Glezer.


El 4 de julio estrena La ruptura, la nueva película de Marina Glezer, protagonizada por Alfonso Tort, Catalina Silva, Adriana Ferrer y Sergio Gorfain.

Julia protagoniza, junto a Pablo, esta historia de dudas y conflicto que acarrea el decir adiós a una relación de manera unilateral. Una relación y un pueblo, que se han constituido y construido en base al amor, y hoy por hoy también a la Julia que decide irse definitivamente. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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El pueblo costero está en manifestación y organización permanente contra aquellos negocios que quieren comercializar la vida y la vivienda.

Debido a la protesta, no entran ni salen camiones, pero cuando Julia encuentra el modo de irse, salta hacia la arena y vuelve a Pablo ¿Es el apego el que no le permite avanzar?

En la homologación de la ruptura amorosa y edilicia, Julia se vuelve artífice de su destino, y depone en el ego en pos de una nueva relación.


“La motivación de escribir La ruptura, tiene que ver con la sorpresa y la voluntad de narrar un largometraje, luego de dirigir y escribir cuatro cortometrajes. Y el paso por la experiencia actoral y la posibilidad de una propia perspectiva”, revela Glezer.

Y resalta: “Un largometraje necesario, porque necesitaba contar el amor de una pareja que se rompe en un contexto de demolición y transformación del lugar que los aloja, que es un pueblo turístico que se ve afectado por la intención de la gentrificación”.

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“Un nuevo plan de manejo del Parque Nacional tiene como fin barrer la cultura patrimonial del pueblo turístico para transformar en un plazo de veinte años, el paraíso salvaje y natural, en un sitio turístico de lujo y de exclusividad de concepción extractivista”, acota la cineasta.

En este sentido, reseña: “En 1995 demolieron todas las casas de la playa sur, alegando una defensa del ecosistema de dunas móviles con la peripecia de la protección ambiental intereses espurios y corporativos se infiltran en la comunidad del pueblo de pescadores”.

“Tal es así, que la ruptura amorosa entre Julia y Pablo es una metáfora de lo individual hacia lo colectivo ¿Puede el amor tener una concepción protectora y promotora? ¿O solo queremos por querer?”, inquiere.

“Ahora y en un futuro cercano, quieren demoler 26 casas del camino rocoso. Para, finalmente, desarmar el mítico pueblo costero. La ruptura habla de amor en tiempos de neoliberalismo, el todo por las partes. La ruptura es necesaria para la homologación entre un pueblo que se une y se protege con un amor que se disuelve por fuera del deseo de tener, si no simplemente de estar”, prosigue la directora. 

Finalmente, pone de relieve que “no encuentra Julia mayor libertad que siendo, dudando, volviendo. Desarrollar, filmar e inmortalizar el salvaje escenario, una osada primera vez, en donde la rusticidad y la independencia prevalecen en un relato crudo y singular, para que la humanidad sepa que se protege cuando no se vende y que el amor es garante de cualquier construcción posible”. 

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