

La Fundación Tejido Urbano presentó “Nación Inquilina, historia de la vivienda en alquiler en la Argentina. Desde 1907 hasta la actualidad”, del investigador Matías Araujo. Un libro que aborda la identidad nacional, las expectativas de progreso, la Ley de alquileres y el déficit habitacional desde la mirada inquilina.
“Esta historia, que recorre un siglo desde la primera Ley de Alquileres de 1921, no sólo sirve para entender la actualidad, qué pasó y cómo llegamos hasta aquí, sino también para comprender que ser inquilino es más que un aspecto de nuestra vida, forma parte de nuestra identidad como Nación”, indicó el investigador de la Fundación Tejido Urbano durante la presentación de su libro.
“Si como Nación nunca salimos del conventillo, si seguimos peleándonos, y alimentando los usos y abusos que allí se vivieron, no podremos avanzar hacia la Argentina de paz, prosperidad y autonomía que tanto anhelamos”, acotó.
En tanto, puso de relieve que “Nación Inquilina” se adentra en la evolución de los alquileres como reflejo de las transformaciones sociales de este país, “cuando la inquilinización fue el soporte de la migración externa, el país representó una oportunidad para progresar”.
Sin embargo, “después del 2001 se vivió un fuerte proceso de inquilinización, y empezamos a preguntarnos por qué alquilamos y qué significa alquilar. Es mucho más que una decisión sobre cómo vivimos, sino también tiene que ver con las garantías que nos da la Argentina”, suma Araujo, quien remarca la necesidad de debatir la incidencia de la estabilidad laboral en la estabilidad habitacional, “la estabilidad personal se constituye entre estos dos universos, y nuestra vida gira en torno a la vivienda y el trabajo”.
El libro promueve una mirada crítica que debate sobre las aspiraciones del inquilino. “Se considera un estado transitorio incómodo, donde la escalera hacia el ascenso social es un eterno trayecto que a veces se ilumina y otra vez se oscurece”, enfatizó el especialista.
Y completó: “Cuando el alquiler se vuelve inestable y expulsivo, el inquilino se ve forzado a transformarse en propietario o en algo que se asemeje a cualquier costo. En estos 100 años de historia, los inquilinos se han transformado en habitantes de alguna villa, en dueños de casitas construidas con mucho esfuerzo en los suburbios, en huéspedes de algún hotel disfrazado del centro o nuevos propietarios. El alquiler no es más que un símbolo, un indicador de progreso”.