lunes 28 de abril de 2025 - Edición Nº4055

Espectáculos | 6 feb 2025

Novedades editoriales

¿Cuántas veces te rechazaron?: los sinuosos textos de Beckett

Ediciones Godot presenta “Belacqua” y “Los huesos de Eco”, ficciones que tuvieron un derrotero particular para poder ver la luz.


Febrero llega a Ediciones Godot con dos obras de Samuel Beckett bajo el brazo, curiosamente textos que recorrieron caminos sinuosos hasta ver la luz…

Belacqua 

Es el primer libro de ficción publicado por Samuel Beckett. Su protagonista, Belacqua Shuah, toma su nombre del muerto más perezoso de La divina comedia, y su apellido, del abuelo de Onán en el Viejo Testamento

Como expresa Matías Battistón en el prólogo: “Es un maestro de la abulia y la pedantería, un adicto al ombliguismo, alguien convencido de que el futuro es suyo por pura prepotencia de descanso. Y Belacqua es también, en gran parte, una caricatura del propio autor, en un momento donde no tenía la menor idea de qué iba a hacer de su vida”.

Belacqua (More Pricks Than Kicks en inglés) fue publicado por primera vez en 1934. En los cuentos aparecen fragmentos de su novela Dream of Fair to Middling Women, que no fue aceptada para ser publicada cuando la escribió. 

Belacqua es su segundo intento de darle vida a ese personaje menor del Purgatorio de Dante, que tendrá un papel central también en Los huesos de Eco, rechazado por Charles Prentice y publicado por Faber & Faber y Grove Press recién en 2014, y en 2025 por Ediciones Godot.

Los huesos de Eco 

El 25 de septiembre de 1933, la editorial londinense Chatto & Windus aceptó publicar el libro de cuentos de Beckett, Belacqua

En una carta al autor, el editor Charles Prentice le preguntó si no podría agregar un cuento adicional, que “ayudaría al libro” aumentando un poco más la cantidad de páginas. Beckett aceptó, y escribió lo que llamó “un relato de despedida” titulado Los huesos de Eco, que cerraría el volumen. 

Sin embargo, a los tres días de haber recibido el texto, Prentice, en una carta fechada el 13 de noviembre de 1933, lo rechazó, alegando que era “una pesadilla” y que “perjudicaría mucho las ventas”

Belacqua se publicó el 24 de mayo de 1934 tal cual lo había enviado Beckett en un principio. En las cartas que su editor le manda —incluidas al final este libro—, hay una confesión lapidaria: “Esto ha sido un desastre terrible, de mi parte, no de la tuya, por favor. Pero tengo que hacerme cargo. Un error, un acto de ceguera, como se quiera llamarlo. Lo único que puedo alegar en mi defensa es que el contacto gélido con esos dedos resucitados fue demasiado para mí. Estoy sentado en el suelo, con la cabeza cubierta de cenizas”.

Morir no es fácil para los muertos, ellos son intrusos en el más allá, tienen que acostumbrarse al lugar que les toca en suerte, a los agujeros y pozos que conducen de nuevo al fango, hasta que, con su prolongada aquiescencia, el señor de este dominio tácitamente se compromete a hacerse cargo de ellos. Entonces quedan libres entre los muertos, desde luego, y sus problemas han terminado, sus problemas naturales. Pero la deuda con la naturaleza, ese préstamo escandaloso que uno debe pagar con intereses póstumamente, no puede saldarse mediante el mero acto de estirar la pata, así como uno no puede bañarse dos veces en el mismo río. Ese es un dicho muy cierto.

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