

Si en la Plaza Lorea, a metros del Congreso, encontramos el comienzo simbólico del sistema vial nacional; en la mítica calle Nueva York de Berisso tenemos al mojón del peronismo, bien podemos decir que en Arribeños y Mendoza, en Belgrano, se sitúa el Kilómetro 0 del Barrio Chino de la Ciudad de Buenos Aires.
En los tempranos 80, la Asociación Civil de los Taiwaneses en Argentina oficiaba de espacio de reunión de la colectividad, por caso, con la proyección de películas en chino mandarín, situación que atraía a un público ávido de conectar con su cultura. Fue en este contexto que comenzó a gestarse la identidad del barrio.
Además, el restaurante Todos Contentos y el supermercado Casa China, completaron aquel triángulo fundacional, acompañando la gran oleada inmigratoria asiática.
Una década después, a comienzos de los años 90, un joven Carlos Lin, comunicador nato y dueño de una facilidad innata para la palabra, empezó a asumir un rol protagónico en la difusión de la cultura china. Con la energía de la juventud y un instinto claro para conectar con el público, organizó eventos que llevaron a la calle la esencia de esa comunidad, marcando un punto de inflexión en la manera en que el barrio se presentaba al resto de la ciudad.
Ya para el 2000, con su visión consolidada, dio forma a la idea del Barrio Chino como un espacio vibrante de intercambio cultural, logrando posicionarlo como un emblema de la diversidad y un destino de referencia en Buenos Aires.
“Hoy, ese Barrio Chino es mucho más que un centro comercial. Se ha convertido en un punto de encuentro clave para la cultura china en Argentina, con paisanos de distintas regiones de China que, con su empuje y visión, buscan que el barrio trascienda su carácter comercial y se consolide como un epicentro del turismo en la Ciudad de Buenos Aires y en todo el país. Eventos, gastronomía, festivales y un sinfín de experiencias culturales han transformado este espacio en un destino ineludible para quienes buscan sumergirse en la riqueza de la tradición china en pleno corazón de la ciudad”, puntualiza Lin en diálogo con ANDigital.
El imponente arco de ingreso al Barrio Chino, elaborado en cemento y piedra, fue traído desarmado desde el Gigante Asiático para ser ensamblado en el acceso de la calle Arribeños. Mide 11 metros de altura, tiene tres niveles de tejas y los extremos de los techos adornados con dragones. Cada columna termina con un león de piedra tallado en la base, símbolo de la sabiduría. La tradición marca que los visitantes pueden tomar la esfera que tienen en la boca para agradecer en uno y pedir un deseo en el otro.
Y a ambos lados de la calle se multiplican las tiendas y supermercados con los productos típicos orientales, como quedó dicho, desde alimentos importados hasta objetos de decoración o locales de manga y animé.
Más allá de la creciente cantidad de visitantes, con epicentro en el festejo del Año Nuevo Chino y todos y cada uno de los fines de semana, van por más...
Como paso preliminar, se sumó el pasaje Echeverría, una callecita situada detrás de la estación Belgrano C y sobre las antiguas vías del tren Mitre. La particularidad de esta propuesta gastronómica es que la mayoría de los locales son tipo “kiosco”, sin mesas ni servicio de mozos, por lo que la gente suele sentarse en la vereda a comer al aire libre.
“Hay dos conceptos chinos que utilizo generalmente para hablar de lo que sucedió en lo que va a ser el Gran Barrio Chino, quizás el más distinguido, importante, creativo, novedoso y más grande del mundo que vamos a tener en la Ciudad de Buenos Aires”, contextualiza Lin, a quien la integración al país se le dio más fácil al calor de emular en picados los goles del Beto Alonso junto con su hermano, en vez de encerrarse con la Family Game como otros de sus coterráneos.
“El primero es Yuán fèn (缘份。), que es destino. No hay nigún Barrio Chino que haya tenido una obra pública tan grande al lado, pegada. Esto hace que pensemos que quizás este destino haya llegado para que pensemos en innovar y generemos algo que no existe en ninguna parte del mundo, acota al aludir al bajo viaducto del Ferrocarril Mitre.
En igual tono, el comunicador social y Personalidad Destacada de la Cultura porteña exclama: “La incorporación de VíaViva vino a traer ese espíritu moderno, 3.0 como le llamamos y se complementa con el tradicional Bario Chino de calle Arribeños”.
En concreto, el Bajo Viaducto Mitre configura un plan integral de reconversión de los terrenos liberados cuando se elevaron las extrazas ferroviarias, a mediados de 2019.
“Desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires desarrollamos un proyecto que permitió la creación de nuevos espacios de uso público, corredores peatonales y espacios verdes que se complementan con las nuevas propuestas, gastronómicas, comerciales y de entretenimiento”, detalla la directora ejecutiva del Ente de Turismo de la Ciudad de Buenos Aires, Camila Suárez,
Del mismo modo, pondera que “el Estado generó las condiciones administrativas y judiciales para que el sector privado invierta y avance en este logro”.
En una extensión de 3,5 kilómetros de obras, desde el cruce con la Avenida Dorrego hasta el cruce con Avenida Monroe, se incorporan al tejido urbano más de seis hectáreas de superficie de espacios de uso público, ciclovías, corredores aeróbicos y peatonales; áreas de servicios y zonas de integración vecinal; además de espacios con propuestas gastronómicas, comerciales y de entretenimiento mejorando el entorno de la zona y generando nuevos puestos de trabajo.
En el paseo recientemente inaugurado conviven pequeños locales de comida callejera con bazares, regalerías y casas de indumentaria. Cuenta con baños públicos y con un sistema de monitoreo por cámaras.
En lo inherente al tránsito, la elevación de la traza generó beneficios como ser la eliminación de ocho cruces a nivel y la apertura de cuatro nuevas calles, dotando de mejor movilidad al barrio y la transformación de los entornos urbanos.
Y continúan las obras de los tramos tramos restantes, tanto de la estación Lisandro de la Torre en donde se incorporarán usos y servicios articulados con el espacio público lindero, y del tramo del Hipódromo de Palermo que va desde Olleros hasta la Avenida Dorrego y se convertirá en un nuevo paseo de 11 mil metros cuadrados de nuevo espacio público que incluirá propuestas comerciales, gastronómicas y de servicios con vistas al Hipódromo de la Ciudad.
“La palabra complementariedad viene de otro concepto chino que es el Ying y el Yang, siempre hay un delgado equilibrio entre lo blanco y lo negro; a partir de esa complementariedad entre el tradicional Barrio Chino y VíaViva, uno de 40 años y otro de apenas de 2, a partir de ese destino de la obra publica, estamos trabajando con esta segunda generación de chino criados y formados en Argentina para lograr una identidad muy particular y reconfigurando el concepto de ChinaTown del mundo”, puntualiza Lin.
Acto seguido, describe que “ya no son consumidores los que llegan si no ya turistas hechos y derechos, por eso el bus turístico con la parada del Gran Barrio Chino y muy pronto la adaptación de las calles con esculturas que tengan que ver con, por ejemplo, el zodíaco chino y, sobre todo, la creación de lo más difícil para las comunidades chinas en el mundo que es la integración en esa sociedad a través de una buena comunicación”.
Por último, el locutor que brilló junto a consagrados como Juan Alberto Badía en Estudio 24 y Eduardo ‘Cacho’ González Rouco en Carburando, guarda para el final el anuncio de su apuesta por una radio FM y streaming en el corazón del barrio, con instalaciones de avanzada.
“En Argentina, el idioma español es muy lejano a los chinos, tardan mucho en dominar la comunicación. Por eso, la construcción de la primera radio en un Barrio Chino del mundo va a hacer que nos terminemos de conectar de manera cabal los chinos y los argentinos”, se entusiasma Lin, aunque a final de cuentas, ensalza la esencia del barrio, su comunión con la Ciudad y sentencia: “Somos muy porteños”.