

“Primero hacía jueguitos en el patio de mi casa, me la pasaba tratando de superar mis propios récords; 50, 60 , 70 ...100 y al jugar al fútbol lo llevaba un poquito a eso, me copaba ver por ejemplo a Ronaldinho, cómo hacía sombreritos o cómo la mantenía en el aire. Él fue mucha inspiración y trate de imitar eso de los controles aéreos por ejemplo”.
De este modo, Ignacio Chávez, principal referente del fútbol freestyle de nuestro país, reseña su inicio en este mundo del dominio de pelota, sin vacilar en señalar como musa al crack gaúcho, Ronaldo de Assis Moreira.
Con la mira puesta en los próximos mundiales, el tres veces campeón nacional y top 16 del mundo reparte su tiempo entre el disciplinado entrenamiento que requiere la disciplina y el estudio de la carrera de kinesiología.
En concreto, el fútbol de estilo libre o freestyle es una disciplina deportiva que consiste en hacer malabarismos con una pelota de fútbol utilizando cualquier parte del cuerpo, excluyendo los brazos y manos. Combina trucos de fútbol, baile, acrobacias y música para entretener a los espectadores y competir con los oponentes.
En suma, es un arte que combina habilidad, creatividad, estilo y disciplina, en tanto que las competiciones están marcadas por la realización de combinaciones de trucos durante un tiempo determinado y el participante que demuestre un mayor control sobre el esférico resultará ganador.
La World Freestyle Football Association es el órgano rector y su principal misión es aumentar la popularidad de esta disciplina y alentar la participación a escala global.
De acuerdo a lo consignado en la propia página oficial de la WFFA, el entrenamiento del fútbol freestyle puede ayudar a construir habilidades fundamentales útiles en todos los aspectos de la vida, incluyendo la práctica de otros deportes. Entre estas destacan la percepción del propio cuerpo, el equilibrio, el ritmo, el control, el toque y la coordinación, así como otros beneficios intrínsecos como la autoconfianza, el respeto por el esfuerzo, la paciencia y el desarrollo de la responsabilidad individual.
“A los 14 empecé con los trucos, hasta ahí sólo eran jueguitos, así que son ocho años haciendo esto, pero todo empezó mirando a Ronaldinho y luego sí conocí el freestyle”, insiste Chávez.
El misionero de Oberá precisa que desde que empezó “siempre fue el mismo entrenamiento, todos los días, dos o tres horas al día, antes un poco más, cuatro o cinco horas, pero ya en este nivel más alto va cansando más”.
Cabe informar que el mundial abierto cambió de sede y por primera vez no será en la República Checa, sino que pasó a Londres, Reino Unido, “una ciudad que está muy vinculada al freestyle”, pondera el futbolista, listo para estar allí del 25 al 31 de agosto, compitiendo con los mejores del planeta.
“Me veo bien, quiero superar mi meta del año pasado que fue octavos de final, todo lo que llegue luego será bienvenido. Si eso me lleva a ser campeón mundial…”, se entusiasma el deportista patrocinado por Mate Rojo, buscando además otros respaldos para costear su participación como rerpesentante nacional en el Super Ball World Open.
A la hora de hablar de su palmarés, reseña: “A los 14 empecé, a los 15 fui al primer torneo nacional en 2017, salí tercero en 2019 gané mi primer nacional y en 2022 gané dos nacionales”.
“Ya en 2023 y 2024 llegué a cuartos de final de Sudamérica por lo que aspiro a ser campeón a nivel regional, estoy muy motivado para eso, al menos llegar a cuartos que te clasifica al mundial”, completa.
Resta aclarar que en este último caso, sólo van los mejores de cada continente y a diferencia del mundial que se disputará en Londres que es abierto, aquí es -como quedó dicho- por clasificación y configura la elite, dado que compiten los 16 mejores freestylers del mundo. Y hasta allí se remontará el sueño del obereño Ignacio Chávez.