

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que afecta el sistema nervioso central, provocando síntomas motores como temblores, rigidez muscular y lentitud en los movimientos, así como alteraciones cognitivas y emocionales. }
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la enfermedad de Parkinson afecta a 1 de cada 100 personas mayores de 60 años y en la Argentina, si bien no hay cifras oficiales, se calcula que cerca de 100 mil personas conviven con esta enfermedad.
A medida que la enfermedad progresa, no sólo el paciente necesita atención médica, sino también un acompañamiento psicológico y emocional sólido. Este apoyo debe extenderse a su entorno cercano, ya que los cambios físicos y mentales impactan significativamente en la dinámica familiar. La contención emocional, la información y la empatía son herramientas clave para transitar este proceso de forma integral y humana.
Los desafíos psicológicos y emocionales en las personas con Parkinson son múltiples y complejos. La pérdida de dopamina en el cerebro puede provocar depresión, ansiedad, irritabilidad y alteraciones en la personalidad, sumando una carga emocional adicional a los síntomas físicos. Estos cambios no solo afectan la calidad de vida del paciente, sino también su autoestima, identidad y relaciones sociales.
A menudo surgen sentimientos de miedo ante el futuro, culpa por depender de otros y aislamiento por la dificultad para mantener la rutina habitual. Entender que estas manifestaciones emocionales forman parte del cuadro clínico es crucial para brindar un acompañamiento empático y efectivo que contemple todas las dimensiones de la enfermedad.
“Para las familias, acompañar a una persona con Parkinson implica una transformación profunda en sus roles y dinámicas diarias. Es fundamental que cuenten con estrategias psicológicas y emocionales que les permitan sostener el proceso sin descuidar su propio bienestar”, expresó Liliana Acuña, psicóloga de Boreal Salud (MP 4379).
Y puntualizó: “Entre estas estrategias se destacan la aceptación de la enfermedad, la búsqueda de información confiable, la comunicación abierta, el cuidado del estado emocional del cuidador y la conexión con redes de apoyo”.
“Además, participar en actividades significativas y mantener espacios de autocuidado es vital para evitar el agotamiento y el Síndrome de Burnout. La contención profesional y el trabajo conjunto con especialistas pueden facilitar la adaptación de la familia a los cambios que conlleva esta patología”, acotó la médica.
En este contexto, la especialista compate consejos para acompañar a una persona que sufre de Parkinson:
Educarse sobre la enfermedad: Comprender el Parkinson permite empatizar mejor con el paciente y anticipar sus necesidades.
Brindar apoyo emocional constante: Escuchar, validar emociones y mostrar disponibilidad es clave para aliviar el impacto psicológico.
Mantener una comunicación abierta y afectiva: Expresar sentimientos y necesidades en un entorno de respeto fortalece los vínculos.
Cuidar al cuidador: Reserva momentos para el autocuidado evita el estrés crónico y mejora la calidad del acompañamiento.
Buscar recursos y apoyo comunitario: Integrarse a grupos de apoyo o acudir a instituciones especializadas fortalece la red de contención. Igualmente la terapia familiar puede ayudar a la familia a desarrollar estrategias para afrontar la enfermedad y mejorar la comunicación y la relación.
El acompañamiento psicológico es un pilar fundamental en el tratamiento integral del Parkinson, tanto para el paciente como para su entorno. Existen diversas formas de apoyo, como la terapia individual, grupal o familiar, que ofrecen un espacio seguro para expresar emociones, reducir la ansiedad y desarrollar habilidades de afrontamiento. Este tipo de acompañamiento mejora la calidad de vida, refuerza la autoestima y fortalece los lazos familiares. Además, brinda herramientas para enfrentar los cambios progresivos de la enfermedad desde una perspectiva resiliente y compasiva.
“Fomentar la resiliencia en personas con Parkinson y sus familias es esencial para atravesar los desafíos de la enfermedad con mayor fortaleza. Mantener una actitud positiva, establecer metas alcanzables y practicar actividades significativas ayuda a conservar un sentido de propósito”, acotaron los doctores de Boreal Salud.
Y completaron: “La actividad física adaptada, la meditación y técnicas de relajación contribuyen a gestionar el estrés y conservar la autonomía. Por su parte, las familias pueden fortalecer la resiliencia mediante el apoyo mutuo, la comunicación efectiva y el acceso a redes sociales y profesionales. Mantener rutinas saludables, fomentar la independencia del paciente y practicar la gratitud son claves para construir un entorno estable y empático que favorezca el bienestar colectivo”.