

Por Cristina Freuler (*)
La fiebre tifoidea transmitida por la salmonella typhi no es una cosa nueva, es una enfermedad bastante vieja y se ve cada tanto en pacientes, habitualmente en relación a viajes.
Sin embargo, en la Argentina existe porque es uno de los grandes riesgos que hay en todo lugar donde no haya agua potable.
La transmisión es una transmisión fecal-oral. Quiere decir que toda sustancia o todo aquello que pueda estar contaminado con materia fecal y luego de alguna forma es ingerido, es potencialmente un riesgo de transmisión.
El agua en este caso es lo más habitual, dado que el agua de pozo puede contaminarse por tener un pozo ciego muy cercano. Y si bien hay leyes que determinan qué distancia tiene que haber entre el pozo de agua bebible y el pozo ciego, también puede haber napas contaminadas que se filtran al pozo de agua.
Por otra parte, aunque se decida tomar agua mineral, hay que tener presente que si se lavan las verduras o frutas con esa agua contaminada, también se va a estar ingiriendo Salmonella. La otra posibilidad es cuando se riegan huertas con agua no potable o, incluso, cuando se utilizan aguas servidas para regar, porque se puede considerar como fertilizante o abono.
Otra fuente de contagio puede estar en las manos si al lavarlas no se las seca bien.
Si una persona se infecta, no necesariamente va a tener síntomas. Es decir, se puede ser portador de salmonella en el intestino y no presentar ningún síntoma. Si esta persona va al baño y no se lava las manos, luego podrá transmitir la bacteria a otras personas si manipula alimentos. De manera que es imprescindible en todos los casos el lavado de manos después de ir al baño, sobre todo aquellas personas que preparan o sirven comidas en restaurantes, por ejemplo.
La fiebre tifoidea tiene como síntomas fiebre muy alta y persistente. Los primeros días puede haber diarrea, a veces constipación, pero en general no son síntomas demasiado llamativos.
El tratamiento es con antibióticos que pueden administrarse tanto por vía oral como por vía endovenosa, dependiendo del estado del paciente.
En Argentina también existe una vacuna que puede prevenir más del 50 % de estas infecciones y tiene una duración aproximada de 3 años. Esta protección es recomendable para los viajeros para evitar el contagio, aunque no para la población en general.
(*) Jefa del Departamento de Medicina Interna del Hospital Alemán (MN 58098)