

Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que las empresas que aplican estrategias basadas en neurociencia lograron incrementar hasta un 30 % su productividad, gracias al impacto positivo del reconocimiento frecuente y el fortalecimiento del bienestar emocional. Además, investigaciones complementarias indican que entornos laborales que priorizan el bienestar reducen en un 25 % los niveles de rotación y ausentismo, y aumentan en un 21 % su rentabilidad.
La comprensión profunda del cerebro humano dejó de ser un tema exclusivo de la ciencia para convertirse en una ventaja competitiva en el mundo corporativo. En un escenario laboral cada vez más complejo y cambiante, las áreas de Recursos Humanos apuestan a la neurociencia como una herramienta clave para liderar, motivar y construir equipos de alto rendimiento.
La neurociencia, tradicionalmente ligada al ámbito médico, desembarca con fuerza en las organizaciones para explicar, entre otras cosas, por qué resistimos los cambios, qué activa nuestra motivación o cómo el estrés puede derrumbar en semanas lo que tardamos años en construir. Y ofrece, además, herramientas concretas para actuar sobre esos mecanismos invisibles.
Cada decisión que tomamos en el trabajo —desde aceptar un nuevo desafío hasta confiar en un líder— está modelada por procesos emocionales profundos, muchas veces inconscientes. El cerebro combina recuerdos, percepciones y emociones para llegar a una conclusión, y esa mezcla puede favorecer o sabotear los objetivos de una organización si no es tenida en cuenta.
Por eso, los líderes que entienden la neurociencia ya no hablan solo de “clima” o “motivación”: trabajan activamente para crear contextos seguros, fortalecer las emociones positivas y diseñar experiencias laborales que potencien la dopamina —el neurotransmisor de la recompensa— en lugar de activar el cortisol —la hormona del estrés—.
“En este nuevo paradigma, el reconocimiento frecuente, la empatía real y las oportunidades constantes de aprendizaje no son gestos de buena voluntad: son estrategias científicas para construir equipos más productivos, creativos y leales. Según datos de la Universidad de Stanford, recibir feedback positivo frecuente puede aumentar en un 30 % la productividad de un colaborador. Y según Gallup, las organizaciones que invierten en bienestar emocional mejoran hasta en un 25 % su retención de talento”, comenta María Florencia Insúa, gerente de Proyectos y Consultoría de TR Consultores, firma especializada en talento y desarrollo organizacional con más de 13 años de trayectoria.
La selección de personal también entra en revisión. Los sesgos inconscientes distorsionan la percepción de los candidatos, muchas veces alejando las mejores decisiones. La neurociencia, combinada con herramientas de inteligencia artificial, permite ahora procesos más objetivos, diversos y justos.
Hoy el concepto de liderazgo efectivo se redefine: ya no alcanza con liderar tareas. Hay que liderar emociones. Gracias a las neuronas espejo, sabemos que un líder empático no solo mejora el clima: también incrementa el compromiso y la cohesión del equipo.
“Las empresas que entienden esto no sólo logran mejores resultados. También logran algo mucho más difícil de medir, pero fundamental: equipos que quieren quedarse”, suma la gerente de TR Consultores.
Porque al final, la gestión del talento no es una cuestión de recursos. Es una cuestión de cerebros —y corazones— bien gestionados.