

El 2 de junio estrena en El Portón de Sánchez la nueva obra de Susana Torres Molina, Carnada, a presentarse cada lunes a las 20 horas con dirección de Cintia Miraglia y actuaciones de Ingrid Pelicori, Anahí Gadda y Carolina Guevara.
Las entradas pueden adquirirse a través de Alternativa Teatral (general: $ 15.000 - jubilados y estudiantes $12.000) o en la boletería de la sala, Sánchez de Bustamante 1034.
Una mujer se ve sorprendida en su hogar por la visita inesperada de dos extrañas que irrumpen buscando justicia. Ellas negocian, reclaman, seducen. Por momentos son víctimas y en otros, victimarias.
Mientras transcurre el rabioso y desaforado encuentro se va desencadenando una poderosa transformación en las tres, y nada resulta ser ni tan blanco ni tan negro.
“Nunca tengo muy en claro los resortes que me impulsan a la escritura. Una vez dado por finalizado el texto hay una mayor precisión en cuanto a las hipótesis de representación que están en juego en la creación dramática. Muchas de ellas no son racionales, afortunadamente, ni el resultado de un deseo consciente, si no más bien producto de una intuitiva selección entre la multiplicidad de perspectivas”, introduce Torres Molina.
Y resalta: “Entre ellas, irrumpe con fuerza la necesidad de continuar explorando la complejidad de los comportamientos humanos. De algún modo, asumir estéticamente lo que condeno éticamente”.
“Examinar la lógica de afecciones de personajes que me inquietan y generan rechazo. Establecer consonancia con sus dilemas, ya que todas las personas siempre tienen razones para pensar cómo piensan. Carnada está centrada en el juego vincular entre dos mujeres niñas que se presentan como víctimas y la mujer del victimario y aparente cómplice”, puntualiza la dramaturga.
“La figura de ella se manifiesta de forma elusiva ¿Es una encubridora? Lo es por negación, miedo, comodidad? O, quizá, por todos esos factores juntos. El victimario no aparece en escena, pero está presente en todo momento. Es el aglutinante que conecta las piezas. En este particular entramado las mujeres niñas se rebelan y asumen una posición activa. Aún en estado de extrema vulnerabilidad ellas negocian, reclaman, resisten. E, incluso, imaginan un escenario de venganza mientras alternan en ser víctimas y victimarias simultáneamente”, suma.
Y sentencia: “En el transcurrir de este encuentro en tiempo real, la transformación de las tres mujeres es llevada a cabo, y nada resulta ser ni tan blanco ni tan negro”.