

El juego online entre adolescentes dejó de ser una actividad esporádica para convertirse en un problema visible en casas, clubes y escuelas. La naturalización de las apuestas digitales en menores de edad ya encendió la alarma de familias, especialistas y organizaciones.
Según una reciente investigación, el 17 % de los adolescentes realiza apuestas digitales con dinero. Más de la mitad de ellos (52 %) lo hace sin que sus padres o tutores lo sepan. Además, el 69 % participa de juegos online en los que circula dinero, una puerta de entrada para las apuestas.
Los datos están en sintonía con los de UNICEF y la organización Bienestar Digital detectaron que el 80 % de los adolescentes conoce a alguien que apostó online o lo hizo durante el último año.
Una práctica cada vez más frecuente
La investigación nacional de de Santander y Fundación Padres evidenció cómo el fenómeno creció y se afianzó en los últimos tiempos. El acceso sin restricciones, la falta de controles reales y una publicidad permanente hacen que miles de adolescentes en Argentina ingresen a estas plataformas con extrema facilidad.
La edad más frecuente para comenzar a apostar es a los 17 años (26 %), seguida por los 16 y 18 (22 % cada uno). Aunque muchos aseguran que están menos de 30 minutos por día en sitios de apuestas, un 10% llega a apostar más de $ 50.000. La mayoría (83 %) dice apostar menos de $ 10.000, mientras que otro porcentaje más reducido, pero importante, transfiere cifras mayores sin el conocimiento de sus familias.
Aún cuando existe una ley que prohíbe que los menores de 18 años participen en juegos de azar, los adolescentes acceden igual, ya sea por engaños al registrarse o a través de plataformas sin verificación adecuada.
El informe también indica que el 64 % comenzó a apostar por amigos o conocidos, mientras que un 12 % lo hizo a partir de la publicidad en TV, internet y juegos. Un 10 % lo hizo por redes sociales y otro 8 % por influencers.
De esta forma, el entorno digital y social cumple un rol determinante en la instalación de esta conducta. En ese sentido, el 70 % de los adolescentes utiliza billeteras virtuales y el 69 % considera que esa herramienta facilitó su participación en apuestas online o juegos de azar.
La preocupación en las familias crece a medida que se conocen más detalles sobre cómo acceden al dinero para apostar. “Los chicos apuestan con la plata que le dan los padres mensualmente, con la plata que le dan para almorzar, la de las fotocopias, en algunos casos también tarjetas de crédito de los padres o de débito o billeteras virtuales que toman prestadas, entre comillas”, explicó María Pía del Castillo, de la Fundación Padres, organización que trabaja hace más de 20 años con temas de impacto social en infancia y adolescencia.
Por su parte, Javier Quesada, Especialista en Salud de UNICEF, remarca que “las apuestas online generan alarma en las familias de manera inmediata porque pueden implicarles problemas financieros, endeudamiento y hasta robos. No obstante, es necesario dar un paso atrás para observar el impacto en el bienestar psicosocial, en las relaciones y en el desarrollo integral de las adolescencias”.
Sobre los tipos de apuestas, Del Castillo sostuvo que “la más común es la deportiva, más ahora con todos los deportivos, los eventos deportivos nacionales e internacionales, pero hay otras también, casinos, bingos, hay otro tipo de apuestas”.
El fútbol lidera las apuestas con el 41,2 %, según un informe del Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense. Le siguen los bingos (37 %) y el boxeo (16,8 %). Este crecimiento se da en un contexto donde las casas de apuestas tienen una fuerte presencia en el mundo deportivo.
De hecho, el 28 % de los equipos de Primera División en Argentina lleva publicidad de casas de apuestas en sus camisetas, una exposición directa y constante para el público juvenil. La publicidad aparece también en transmisiones deportivas, aplicaciones móviles y redes sociales, multiplicando los puntos de contacto.
Paralelamente, el informe de Santander y la Fundación Padres expone que el 73 % de quienes apuestan son varones, frente a un 23 % de mujeres. Los motivos que los llevan a hacerlo son diversos: 38 % busca experimentar emociones fuertes; 31 % espera obtener dinero rápido y 21% lo ve como una forma de escapar de la rutina o aliviar tensiones.
La práctica se presenta como algo más que un simple juego;, es una respuesta emocional o social a situaciones cotidianas. En este contexto, los especialistas coinciden en que se vuelve indispensable un acompañamiento adulto, y también regulaciones más estrictas.
Señales de alerta y necesidad de contención
Identificar la adicción al juego en los adolescentes no es sencillo. “Fundamentalmente, como decimos siempre a los padres, es importante estar atentos a cambios en la conducta: mayor irritabilidad, mayor aislamiento, problemas de sueño, problemas de alimentación, dificultades en la escuela, cambios en la conducta en general. Por lo general, son una alerta para cualquier situación, en esta también en particular”, explicó María Pía del Castillo.
En tanto, Lucía Fainboim, de la organización Bienestar Digital, planteó que “las adolescencias necesitan más escucha, mayor acompañamiento y un diálogo abierto con las personas adultas de su confianza sobre sus experiencias y necesidades en los territorios digitales”.
Esa relación de confianza, según los especialistas, puede hacer la diferencia para contener, prevenir y revertir prácticas de riesgo como la ludopatía.
Vale recordar que en noviembre de 2024, la Cámara de Diputados dio media sanción a un proyecto que limita de forma estricta la publicidad, promoción y patrocinio de los juegos de azar online. La iniciativa, que recibió 140 votos afirmativos, también prohíbe el auspicio de equipos deportivos o deportistas individuales, el uso de marcas de apuestas en instalaciones deportivas, estadios, academias, centros recreativos, centros de entrenamiento, espacios públicos, recitales, festivales y eventos culturales.
A pesar de su aprobación en Diputados, el proyecto todavía no fue tratado en el Senado de la Nación. En febrero de este año, la Conferencia Episcopal Argentina instó a la Cámara alta a avanzar con el tratamiento de la ley, subrayando la urgencia de intervenir frente al impacto que la ludopatía ya genera entre los adolescentes. El pedido puso el foco en la protección de la infancia ante un fenómeno que escala rápido y de manera silenciosa.