

En la mayoría de los casos, el cáncer renal no da señales claras y se descubre de forma incidental, durante estudios por imágenes realizados por otras razones. Este hallazgo fortuito ha permitido detectar tumores en etapas tempranas, cuando las posibilidades de tratamiento curativo son mayores.
La tasa de curación cuando la enfermedad es localizada al riñón es mayor al 90 %, por lo que conocer los factores de riesgo y síntomas potenciales puede marcar la diferencia
Aunque poco frecuente en comparación con otros tipos de cáncer, el cáncer de riñón representa entre el 2 y el 3 % de los tumores malignos en adultos. El más común es el carcinoma de células renales (CCR), que concentra cerca del 70 % de los diagnósticos. Como quedó dicho, la tasa de curación cuando la enfermedad es localizada al riñón es mayor al 90 por ciento.
Este tipo de cáncer tiene una mayor prevalencia en países desarrollados, una tendencia que podría explicarse por factores vinculados al estilo de vida y al mayor acceso a estudios por imágenes. En cuanto a la distribución por sexo, afecta aproximadamente el doble de hombres que de mujeres, y suele diagnosticarse entre los 60 y 70 años de edad.
Algunas afecciones hereditarias poco comunes pueden aumentar el riesgo de una persona de desarrollar cáncer de riñón (Enfermedad Von Hippel Lindau, carcinoma renal papilar hereditario, esclerosis tuberosa, etcétera).
Factores de riesgo: algunos se pueden modificar
Aunque no se puede prevenir, existen factores de riesgo que sí pueden controlarse:
· Evitar el tabaquismo, uno de los principales factores asociados
· Mantener un peso saludable, ya que la obesidad eleva el riesgo
· Controlar la presión arterial
· Reducir la exposición a sustancias tóxicas, como solventes industriales o cadmio
· Adoptar un estilo de vida saludable, con dieta equilibrada y actividad física regular
Detección temprana: un hallazgo muchas veces accidental
Una de las particularidades del cáncer renal es que en muchas ocasiones se detecta de manera incidental, durante estudios por imágenes (ecografías, tomografías o resonancias) realizados por otras razones. Esto ha permitido que en la mayoría de los casos se lo diagnostique en etapas iniciales.
Cuando el tumor sí genera síntomas, estos pueden incluir:
· Sangre en la orina (hematuria)
· Dolor persistente en la zona lumbar
· Presencia de una masa o bulto abdominal
· Pérdida de peso sin causa aparente
· Fiebre prolongada
Diagnóstico: imágenes que salvan vidas
Para confirmar el diagnóstico, los estudios más utilizados son:
· Ecografía renal
· Tomografía computarizada (TAC)
· Resonancia magnética (RM)
Opciones de tratamiento: personalizadas según el caso
El tratamiento del cáncer de riñón depende del tamaño y localización del tumor, así como del estado general del paciente. Las alternativas incluyen:
· Cirugía, principal opción curativa
---) Nefrectomía parcial: Extirpación del tumor conservando el riñón. Es el procedimiento más frecuente y puede realizarse por vía mínimamente invasiva (laparoscopía o robótica), lo que permite una recuperación más rápida
---) Nefrectomía radical: Se extirpa todo el riñón cuando no es posible conservarlo por el tamaño o ubicación del tumor
· Terapias sistémicas
---) Inmunoterapia: Inhibidores como nivolumab o pembrolizumab que activan el sistema inmunológico
---) Terapias dirigidas: Fármacos como sunitinib o pazopanib que bloquean el crecimiento tumoral
· Radioterapia: no suele ser el tratamiento principal, pero puede emplearse para aliviar síntomas, como en casos de metástasis óseas
· Vigilancia activa: en tumores pequeños (menores a 2 cm), puede optarse por un seguimiento sin intervención inmediata, monitoreando su evolución
· Seguimiento postratamiento: es fundamental realizar controles periódicos (semestrales y luego anuales) mediante imágenes, para detectar posibles recaídas o progresión de la enfermedad
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Asesoró: doctor Hernando Ríos Pita (MN 108582) -Médico del Servicio de Urología / Oncología urológica del Hospital Alemán