

Durante una ola polar, no sólo sentimos el frío: la piel también lo sufre. El rostro, las manos y los labios son las zonas más expuestas, y por eso tienden a resecarse, enrojecerse o agrietarse con mayor facilidad. Entender cómo responde la piel a las bajas temperaturas es clave para prevenir molestias y evitar que se agraven problemas dermatológicos preexistentes.
“El invierno trae consigo un combo de factores que impactan en la salud de la piel: la vasoconstricción disminuye el flujo de oxígeno y nutrientes, y la calefacción reseca el aire de los ambientes, generando una pérdida de humedad en la epidermis”, explica la doctora Andrea Pascual, dermatóloga del CMC Mendoza de Boreal Salud (MP 6866).
En tanto, su colega del Hospital Manuel Belgrano, Julieta Ramírez Bermejo (MN 157810 - MP 455131), pone de relieve en igual sentido que el foco no sólo debe estar puesto en el resguardo de las bajas temperaturas, ya que “estar expuestos permanentemente a fuentes de calor como radiadores, estufas o aires acondicinados nos deshidratan y resecan la piel”.
Entre las principales consecuencias del frío extremo se encuentran la sequedad, la tirantez, el enrojecimiento, la picazón y, en algunos casos, grietas e irritaciones. Para prevenirlas, es recomendable incorporar los siguientes hábitos a la rutina diaria:
1. Hidratación por dentro y por fuera: tomar suficiente agua durante el día y aplicar cremas hidratantes por la mañana y por la noche, e incluso más seguido si la piel lo necesita.
2. Limpieza suave: usar productos hipoalergénicos y evitar jabones que puedan alterar la barrera cutánea natural.
3. Protección solar todo el año: aunque no haya sol, los rayos UV siguen presentes y pueden dañar la piel. Es importante usar protector incluso en invierno.
4. Labios protegidos: al ser una de las zonas más sensibles, es fundamental hidratarlos varias veces al día con bálsamos específicos.
5. Cuidado con el calor directo: evitar el contacto inmediato con estufas, radiadores o duchas muy calientes, ya que los contrastes térmicos pueden dañar la piel.
6. Humedad en casa: utilizar humidificadores ayuda a mantener el ambiente equilibrado y a prevenir la sequedad provocada por la calefacción.
Además de incorporar estos cuidados en la rutina diaria, es importante prestar atención a las señales que da la piel. Si aparecen grietas, enrojecimiento persistente, picazón o descamación, lo ideal es consultar con un especialista para evitar complicaciones o el agravamiento de afecciones preexistentes, como dermatitis o rosácea.
La constancia es fundamental. Así como en verano usamos protector solar casi sin pensarlo, en invierno también deberíamos adoptar hábitos que refuercen la salud cutánea. Una piel bien cuidada no sólo luce mejor, sino que también protege mejor al cuerpo frente a las agresiones externas.
“En cuanto a los labios, la manteca de cacao es de fácil acceso porque se compra en cualquier lugar, pero a mucha gente no le resulta. La vaselina sólida es una muy buena opción y también hay cremas o labiales con hialurónico y algunas laboratorios también incorporaron producto con karité”, detalla Ramírez Bermejo ante ANDigital.
Acto seguido, destaca que “el hialurónico es muy buena opción, hidrata mucho. Todos estos artículos son de venta libre y se le puede consultar al dermatólogo por los descuentos que el profesional pueda brindarnos con distintos bonos. A muchos no les gusta que la presentación sea labial, pero hay que tener en cuenta que también hay presentaciones tipo crema o pasta”.
En cuanto a la higiene cotidiana, la médica recomendó el jabón líquido para la cara y un jabón cremoso para el cuerpo. “La cara está expuesta todo el tiempo, todo el año, recibe la contaminación ambiental, la propia suciedad del día a día, por lo que el jabón para el rostro va a depender del tipo de piel, por ejemplo la piel grasa debería lavarse con jabones con algún activo salicílico, inclusive algunos tienen limpiadores”, grafica.
Por otra parte, desactiva la vieja “receta de la abuela” de las supuestas bondades para el cuerpo del jabón blanco, el típico para lavar la ropa.
“La gente mayor es más adepta a ello, pero lo mejor es buscar un jabón con un pH similar al de nuestra piel, que nos hidrate o que al menos no nos reseque más”, aclara la diplomada en psoriasis por la UCES.
En concreto, el pH del jabón blanco es alcalino, mientras que el pH de nuestra piel es ácido, por lo que usarlo sistemáticamente en las duchas podría provocar deshidratación cutánea; irritación; picazón y eczemas y agravamiento del acné, entre otros puntos.
“Hay ahora inclusive jabones tipo gel para hacer espuma y luego lavarse, indicados especialmente para piel sensible. La cara hay que limpiarla más puntualmente para lograr una buena higiene, máxime las personas que se maquillan”, resalta.
Finalmente, para el cuerpo recomienda crema con urea pues hidrata más, pero mencionó que “hay líneas de buena calidad y que no son tan costosas”.
“A lo que hay que estar atentos es que no tengan mucho perfume, sin alcohol en lo posible e hipoalergénicos para que no se genere irritabilidad”, añade, haciendo hincapié en la faz clínica más que en la cosmetológica.
“Ningún profesional va a recomendar los productos masivos que a veces se publicitan como soluciones mágicas. Al paciente no le aclaran cómo usarlo en esas propagandas o si debe usar otro tipo de producto luego”, cierra, instando a consultar siempre al profesional para que nos asesores según nuestro tipo de piel o afección.