

El viernes 27 de junio, el lujoso Chateau Libertador se transformó en el epicentro de un nuevo capítulo explosivo en el conflicto legal y mediático que protagonizan Wanda Nara y Mauro Icardi. Tras una decisión judicial que autorizaba al futbolista del Galatasaray a pasar una semana con sus dos hijas, Francesca (10) e Isabella (8), todo se desató en una intensa jornada de al menos diez horas.
Retraso, tensión y salud bajo presión
Icardi llegó al edificio cerca de las 11 a.m., con abogadas y con la autorización judicial. Se esperaba una entrega rápida pero el trámite se extendió hasta la noche: más de diez (12 según algunas crónicas) horas.
Mediante intervención del SAME, agentes policiales, cuidadores sociales y hasta representantes del Ministerio Público Tutelar, se buscó garantizar el cumplimiento de la orden judicial. Wanda adoptó una postura firme: quería cumplir, pero “bajo sus propias condiciones”.
Desmayo y llanto
A minutos de la entrega, Wanda Nara sufrió una crisis nerviosa y se desmayó, alertando al SAME y generando conmoción entre medios y vecinos.
Sus hijas, visiblemente angustiadas, lloraban y se resistían: una rompió en llanto al ver a su madre ser atendida.
La negociación judicial
Tras una hora y media de diálogo entre la psicóloga del Ministerio, el juez y las niñas, este interpeló directamente a las menores por videollamada. Las niñas dijeron que no deseaban irse inmediatamente.
Finalmente, se alcanzó un acuerdo: las nenas salieron con Icardi ese mismo viernes por la noche aproximadamente a las 21:00 h, rumbo a la casa que él adquirió en Nordelta.
Un momento final de tensión sucedió cuando Icardi, con las niñas, salió rápidamente con su camioneta; incluso habría lastimado accidentalmente al camarógrafo detrás de él.