

“El graffiti se usó para encender revoluciones, parar guerras y es, en general, la voz de quienes no son escuchados”, escribe Banksy. Esa frase podría estar esculpida en piedra o estampada en una pared en ruinas. Resume el pulso furioso de quien, con una lata de aerosol, reescribe los márgenes del arte, la política y la provocación.
Este libro no es un catálogo. No es un manifiesto. Tampoco un producto para creativos en crisis. Es un compendio visual y textual de la obra de Banksy, el fantasma que convirtió los muros en trincheras, las ratas en profetas y el arte en un acto de sabotaje cultural. Sin filtros, sin permisos y sin pedir disculpas.
Aquí se compilan sus textos más corrosivos, declaraciones que cortan como vidrios rotos, intervenciones en el debate público que dejan al desnudo una pregunta incómoda: ¿y si el arte aún pudiera despertar a los dormidos?
¿Quién es Banksy? Una pregunta que se recicla cada dos meses en algún diario del mundo. Nuevas teorías. Viejas obsesiones. Pero el enigma no importa. O importa solo porque molesta. Porque fractura la lógica de autoría, mercado y celebridad. Porque demuestra que lo esencial no es el rostro sino la herida que deja la obra.
En esta época anestesiada por el marketing, domada por la corrección política y decorada con estéticas neutras, Banksy escribe con aerosol en la cara de la sociedad: “Usted puede ganar la maratón de las ratas, pero seguirá siendo una de ellas”.
No es un manual. Es una amenaza. Una advertencia. Una llamada de atención para los que aún creen que el arte puede incendiar conciencias.