

Con la llegada de las bajas temperaturas y el uso intensivo de estufas y calefactores, el monóxido de carbono vuelve a convertirse en una amenaza latente en viviendas y espacios mal ventilados. Invisible, inodoro e insípido, este gas tóxico es responsable de decenas de muertes cada año en el país, especialmente durante el otoño e invierno.
Según datos del Ministerio de Salud de la Nación, en lo que va de 2025 ya se contabilizaron más de 60 fallecimientos y al menos 300 personas atendidas por cuadros de intoxicación vinculados a este gas. La mayoría de los casos se producen por instalaciones defectuosas de calefactores o el uso inadecuado de braseros y cocinas a gas.
El monóxido de carbono se genera por la combustión incompleta de materiales como leña, carbón, gas o kerosene. Al inhalarlo, el organismo lo absorbe rápidamente a través de los pulmones, desplazando al oxígeno en la sangre y provocando síntomas como mareos, náuseas, debilidad, dolor de cabeza y pérdida de conocimiento. En niveles elevados, puede causar la muerte en pocos minutos sin previo aviso.
“El gran problema del monóxido es que no avisa. La gente se duerme y no se despierta más. Es uno de los riesgos más peligrosos en el invierno”, explicó a este medio un vocero del SAME. La mayoría de las víctimas fatales son adultos mayores y niños, que muchas veces no logran identificar los síntomas a tiempo o se encuentran dormidos al momento de la exposición.
Para prevenir intoxicaciones, recomiendan ventilar los ambientes constantemente, evitar el uso de braseros y mantener en buen estado los artefactos a gas. También se aconseja realizar revisiones periódicas con gasistas matriculados y verificar que la llama de los aparatos sea siempre azul (y no amarilla o anaranjada).
Desde Defensa Civil remarcaron que “los calefactores deben estar ubicados en lugares ventilados y no deben utilizarse en dormitorios”, e insistieron en que la prevención es la única manera efectiva de evitar este tipo de tragedias.
El monóxido de carbono, silencioso e imperceptible, se cobra víctimas año tras año, pero con simples cuidados puede evitarse.