martes 05 de agosto de 2025 - Edición Nº4154

Política | 5 ago 2025

Análisis

Perforar la polarización: los gobernadores se alquilan, nunca se venden

Impactan, sí, cuando se unifican. Se trata del “grito federal” de los productos regionales que nutren y forjan “la riqueza de las naciones”. Soja, litio, petróleo.


Por Jorge Asís (*)

Triángulo de Cuatro

Al aferrarse Javier Milei -el Panelista de Intratables- a la lógica represiva de vetar, el dinamismo parlamentario deriva en inutilidad legislativa.

En efecto, las extensas horas de sesiones de intensa monotonía desembocan literalmente en el olvido.

Al vetar se debe recomenzar el ciclo. Pasa el tiempo en el juego absurdo.

Tal vez sin otra alternativa, el Panelista arbitrario agrega otro vértice del Triángulo de Cuatro.

Como el Triángulo de Hierro está fundido, conforma para la geometría un rectángulo.

Preferiblemente se denomina Triángulo de Cuatro. Como el film argentino de 1975, dirigido por Fernando Ayala.

Con la actuación de tres vértices. Graciela Borges, Federico Luppi, Thelma Biral. Y Juan José Camero. Cuarto vértice.

Amanecer

En la primera fila del poder se lo incorpora por fin al Premier Guillermo Francos, El Gentleman, apodado Amanecer.

Porque Francos aclara. Siempre aclara.

Amanecer basa la musculatura de su legitimidad en las constantes rectificaciones relativamente civilizadas que tratan de atenuar la inapelable barbarie presidencial.

Pero lo rectifica bastante mal. Las aclaraciones desconciertan y la noche libertaria acecha con crueldad.

Planteada la fábula de que Milei se apasiona con la macroeconomía y que no le interesa un pepino el armado político. Lo aburre.

“Es tema de Karina”, zafa. La Repostera en Jefe.

Para que se prodigue Eduardo Lule Menem, El Operador, y Sebastián Pareja, El que Suda la Camiseta.

Tres armadores territoriales que marcaron los límites estrictos al mecano de la virtualidad.

Diferenciaron simplemente las candidaturas sólidas del efectismo líquido del ruido.

Para dejar a los virtuales, en efecto, afuera.

Las entraderas ingeniosas de los troleros sirven de muy poco, como las elucubraciones de la batalla cultural. Versos cordiales para la gilada.

Instalaron también la fábula que mantiene a Santiago Caputo, El Neo Giacomini, como encargado de “la estrategia”.

En materia de competencias, el referente de los virtuales se encuentra casi más arriba que el propio presidente, que sin mostrar todavía remordimiento sitúa a Santiaguito en la misma altura que a Karina, la hermana que heroicamente lo defendía cuando el progenitor malo del colectivero lo castigaba.

Tampoco el Panelista se muestra arrepentido por haber entregado al Neo Giacomini demasiados espacios nutridos de poder.

Para la artesanía intuitiva del inexperto que maneja la caja de los espías que tocan timbres. O la caja magníficamente inagotable del Arca de Noé.

En la placidez transitoria del vértice, Santiaguito mantiene reservado el contacto espiritual con Leonardo Scatturice, Simpático Atorrante de Lanús.

Un astuto chofer que por “el encanto del enigma” supo evolucionar hasta florearse como canal de acceso exclusivo hacia Donald Trump, El Coloradito, estadista alborotado al que Milei ató su suerte, con sublime entusiasmo y adolescente ingenuidad.

Emerge el reconocimiento a Amanecer para que las trascendentales decisiones que deben tomarse contengan atisbos de sentido común.

Para el libertarismo la política es al fin y al cabo un entretenimiento que mantiene escasa coherencia. Como la geometría.

Gentleman pone a disposición del “proyecto” la caja de herramientas para agilizar el diálogo supuestamente construido con los gobernadores agotados que carecen de fe para operar sobre los senadores cruzados hasta el hartazgo.

Obstinados en desmoronar la lógica represiva del veto.

Perforar la polarización

Pero los gobernadores se encuentran en otra dimensión.

Se alquilan, nunca se venden.

Impactan, sí, cuando se unifican.

El peronismo moderadamente racional de Córdoba -que orienta Juan Schiaretti y ejecuta Martín Llaryora-, sorprende al confabularse con los radicales sobrios de Santa Fe que conduce Maximiliano Pullaro. Y con los radicales de Jujuy que comanda Milagrito Morales con Carlos Sadir.

Como si Llaryora y Pullaro-Sadir ejecutaran juntos las instrucciones celestiales derivadas del mítico abrazo de Juan Domingo Perón y Ricardo Balbín.

Aunque los peronistas de Córdoba y los radicales de Santa Fe son más amplios para el abrazo.

Lo incorporaron al anfitrión Ignacio Torres, el macrista emancipado de Chubut.

Y a Claudio Vidal, independentista de Santa Cruz con fuerte aroma sindical al peronismo disidente.

La flamante configuración federal representa el acontecimiento más promisorio del año.

Perfora la polarización electoral entre el libertarismo del Fenómeno Milei -que abdujo en la vorágine al PRO- y el peronismo del año impar que aglutina a Axel, El Gótico, la dupla Máximo-La Doctora y Sergio, El Profesional.

Resta escoger el representante ideal que encabece el centro en La Provincia del Pecado. Entre tres legisladores que procuran continuar.

El presidenciable Facundo Manes, Cisura de Rolando, el trashumante Florencio Randazzo, Cartel de Chivilcoy, o Emilio Monzó, El Diseñador.

Se trata del “grito federal” de los productos regionales que nutren y forjan “la riqueza de las naciones”.

Soja, litio, petróleo.

Final con la apasionante mezquindad

Pregoneros a la bartola de La Libertad Avanza plantean que las candidaturas “testimoniales” son “estafas al electorado”.

Las castiga José Luis Espert, Cárcel o Bala, severo consultor que el Panelista impone en primer lugar.

Acaso convencido de que Adorni, Manolito, se va a conformar en diciembre con la banca de concejal.

A los efectos de abandonar la exposición cotidiana que le depara crecimiento, para discutir sobre hondos dilemas del “alumbrado, barrido y limpieza”.

El deporte de la injuria evita percibir la obviedad.

La quincena larga de minigobernadores del peronismo del año impar que se ponen a la cabeza de las listas de concejales se movilizan por la pasión de la mezquindad.

Nunca por el delito.

La promoción de los productos distritales es lo más gravitante del desdoblamiento.

Y ningún minigobernador tiende a favorecer al “compañero” que lo pueda desplazar.


(*) Periodista y escritor

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